Editorial

Siempre nos quedará Brasil

Brasil se ha convertido en la mejor alternativa de negocio para un buen número de empresas españolas desde que las posibilidades de crecimiento de España comenzaron a cegarse. Telecomunicaciones, energía, banca, inmobiliario o turismo han encontrado oportunidades en un país con altas tasas de crecimiento, estabilidad y sorprendente seguridad jurídica, pese a estar en una zona poco estable en ese sentido en las últimas décadas. Junto con China, India o Rusia, Brasil es el cuarto pulmón emergente que mueve el mundo, con una demanda interna cada vez más pujante, y con una actividad manufacturera que engulle crecientes cuotas en el comercio internacional.

Santander admite que gana ya el doble en Brasil que en España con una cartera de crédito que es una tercera parte, mientras Iberdrola, por añadir otro ejemplo, tiene ya más clientes en el país suramericano que aquí. Cualquiera de estas dos transnacionales tiene suficiente diversificación geográfica como para no depender en exceso de la marcha del negocio en Brasil. Pero otras muchas sociedades con capital suficiente para financiar nuevos proyectos debe tener a Brasil siempre entre sus opciones, pues sigue conservando un potencial muy poderoso para muchos años, tanto por los activos citados antes como por la cualificación de sus moradores.

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