Repartir la riqueza genera crecimiento
Lejos de lo que anunciaban taumaturgos insignes, la crisis energética y de suministros provocada por la invasión rusa de Ucrania no nos ha llevado a la recesión. La economía española creció un 5,5% en 2022 y en 2023 las previsiones también son en verde. Pese a la brutal inflación de 2022, se crea empleo y los beneficios de las grandes corporaciones están por las nubes.
Se debe decir claro: el alza por primera vez en la historia de la inflación subyacente, por encima de la general, muestra que la principal causa de esta y de la de segunda ronda no son ni los salarios ni la guerra, sino los desmesurados beneficios empresariales, no del autónomo o las pymes, que también sufren, sino de las grandes empresas que han cargado los iniciales aumentos de las materias primas y energía a los precios sin recortar ni renunciar. De este ciclo, la principal debilidad es que no conseguimos mantener ni recuperar un equilibrio en la redistribución de la riqueza que se crea. Con una sociedad cada vez más desigual, no se puede conseguir un crecimiento económico sostenido.
La transformación no quedará garantizada sin un recorte de beneficios y una subida salarial
Nos encontramos ante una etapa positiva del diálogo y la concertación social, que ha favorecido la buena dinámica económica y social, y que esperemos que continúe: los seis acuerdos de los ERTE en la pandemia, que salvaron a miles de empresas y más de tres millones de empleos, la ley rider y la del teletrabajo. Los distintos acuerdos para la subida del SMI, ahora en 1.080 euros, ya muy cerca del 60% del salario medio, como marca la Carta Social Europea. Los acuerdos de pensiones, con la revalorización con el IPC, que ha hecho que este año último haya subido un 8,5%, y el destope de las cotizaciones hasta 2050, asegurando el equilibrio del sistema con la llegada a la jubilación de los baby boomers sin recortar pensiones. Y, sobre todo, la reforma laboral, que ha multiplicado por cinco la contratación indefinida, reducido a la mitad la temporalidad y le ha dado un vuelco al modelo de precariedad instalado en las últimas décadas. Pero sin una contracción de los beneficios fuera de lógica y una subida de salarios reequilibradora, el cuadro de transformación de la economía y estructura productiva de nuestro país no quedará garantizado.
Pepe Álvarez Suárez es secretario general de la Unión General de Trabajadores (UGT)