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La CNMV vigila y el accionista decide en la opa al Sabadell

Al menos estas últimas horas deberían venir marcadas por un cierto ‘fair play’

Los estertores del periodo de aceptación de la opa hostil lanzada por el BBVA sobre el Sabadell están poniendo al límite las estrategias, y también las formas, de los contendientes. “Esto no es una batalla entre los Montescos y los Capuletos”, aseguraba en un artículo publicado por El País David Martínez Guzmán, consejero y principal accionista individual del Banco Sabadell, zarandeado por la cúpula de su propia entidad tras anunciar su intención de acudir a la opa del banco que preside Carlos Torres. Del mismo modo, ambas organizaciones han elevado sus quejas a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) ante las supuestas prácticas irregulares utilizadas por el adversario para captar o retener al inversor minoritario, según el caso. Nada muy edificante.

Se trata solo de dos ejemplos recientes del nivel de barro que ha terminado por salpicar a los actores implicados en la oferta. En este momento, es clave –como ha venido haciendo hasta ahora– que la CNMV separe el trigo de la paja y diferencie las demandas lógicas de opante y opado, de aquellos planteamientos más cercanos al agit-prop y que solo buscan ruido para arrimar el ascua a la sardina de cada entidad. De hecho, no ha habido todavía, que se conozca, ninguna reclamación de un inversor individual ante el supervisor por mala praxis en las oficinas o en el conjunto del proceso.

Asimismo, es de capital importancia que, a 72 horas de que concluya el plazo para acudir a la oferta, esté a disposición de los minoristas toda la información necesaria y con la máxima transparencia. La dispensa concedida por el supervisor estadounidense (SEC, por sus siglas en inglés) al BBVA para poder renunciar a la condición suspensiva que le obligaba a lograr el 50,01% del capital para dar por buena la opa ya introduce suficiente nivel de incertidumbre para quienes dudan sobre si canjear sus títulos. Si el banco vasco se quedara entre el 30% y el 50%, debería lanzar otra opa a un precio equitativo validado por la propia CNMV, un trámite complejo en el que jugará un papel crucial.

Puede ser que, andando el tiempo, muchos de los partícipes en este largo proceso, que se prolonga ya por espacio de 17 meses, no estén orgullosos de todas sus actuaciones. Al menos estas últimas horas, como si de un proceso de reflexión electoral se tratara, deberían venir marcadas por un cierto fair play. Es hora de que se pronuncien los accionistas, al final los dueños del banco. Y cualquiera de las dos opciones tiene sólidos argumentos a favor.

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