Torres apunta al 30% del Sabadell y aboca al consejo al atolladero de la segunda opa
La mejora del 10% se queda corta y alienta el escenario de otra oferta sobrevenida, lo que mete presión al consejo de la entidad vasca
Miénteme. Dime que me has esperado todos estos años”, implora el pistolero Johnny Logan. “Te he esperado todos estos años”, responde Vienna, su antigua amante, con pose glaciar. “Dime que habrías muerto si yo no hubiera vuelto”, insiste el descreído vaquero de Johnny Guitar (1954), la crepuscular obra maestra de Nicholas Ray. “Habría muerto si tú no hubieras vuelto”, responde la dueña del salón. “Dime que me quieres todavía como yo te quiero”, ruega finalmente Johnny. “Te quiero todavía como tú me quieres”, zanja Vienna con cinismo. Carlos Torres, presidente del BBVA, ha hecho este lune...
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Miénteme. Dime que me has esperado todos estos años”, implora el pistolero Johnny Logan. “Te he esperado todos estos años”, responde Vienna, su antigua amante, con pose glaciar. “Dime que habrías muerto si yo no hubiera vuelto”, insiste el descreído vaquero de Johnny Guitar (1954), la crepuscular obra maestra de Nicholas Ray. “Habría muerto si tú no hubieras vuelto”, responde la dueña del salón. “Dime que me quieres todavía como yo te quiero”, ruega finalmente Johnny. “Te quiero todavía como tú me quieres”, zanja Vienna con cinismo. Carlos Torres, presidente del BBVA, ha hecho este lunes lo que, mirando a los ojos de su interlocutor, tantas veces negó que haría. “La oferta es la oferta”, se hartó de decir. Su banco, sin embargo, acaba de mejorar la propuesta para hacerse con el Banco Sabadell. ¿Mentiras piadosas? ¿Mentiras interesadas? O más hollywoodiense, ¿mentiras arriesgadas?
La verdad es que el mercado y el propio banco vallesano nunca creyeron al presidente del BBVA. De hecho, la semana pasada daban por seguro el movimiento. El miércoles era el día marcado en rojo en el calendario, en tanto fecha tope para que la entidad vasca aquilatara su propuesta. “Subirán entre un 10% y un 15%”, vaticinaban sotto voce ejecutivos de la entidad, conscientes de que, en todo caso, cualquier guiño quedaría muy lejos de la prima del 40% atisbada en otras operaciones exitosas allende nuestras fronteras. No hubo que esperar mucho para salir de dudas. La nueva propuesta de BBVA, que supone una mejora del 10% de la opa, se queda incluso en la horquilla baja de las expectativas y está lejos de satisfacer al Sabadell. No obstante, el nuevo escenario sí introduce un elemento de tensión.
“Actualmente, llegar al 50% parece imposible. Ahora bien, si mejoran algo la oferta, pueden aspirar al 30%”, se afirmaba la semana pasada sin ambages desde un banco de inversión involucrado en la operación. Tampoco es casualidad que el presidente de Sabadell, Josep Oliu, a quien a sus 76 años no le faltan conchas, pusiera el foco en ese umbral del 30%. “Con la oferta actual, el escenario más probable es que el BBVA no llegue ni al 50% ni al 30%”, aseveró. Y es que todo ha cambiado, incluso en términos de relato, desde que la firma que preside Carlos Torres anunciara a principios de septiembre que cuenta con una dispensa del supervisor estadounidense (SEC, por sus siglas en inglés) para conformarse con el 30% del Sabadell y renunciar a la cláusula inicial que fijaba un porcentaje de aceptación superior al 50% como condición sine qua non para dar por buena la opa.
Si BBVA termina haciéndose con un porcentaje del Sabadell entre el 30 y el 50%, un escenario más que factible, tiene que decidir si se rinde definitivamente o si, por el contrario, sigue adelante. En ese punto, se vería obligado a lanzar una segunda opa en efectivo, a un precio equitativo fijado por la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), por el 100% del Sabadell. ¿Contraindicaciones? Es presumible que se vería obligado a asumir una ingente ampliación de capital para sufragarla, que podría alcanzar un máximo de 11.500 millones, con el consiguiente impacto en la cotización. Mas inquietante aún sería que, al final de esa segunda oferta hostil, el BBVA no lograra hacerse con el control del banco y este se viera abocado a una gobernanza imposible con un accionista mayoritario que no es bienvenido y que tendría que actuar con el freno de mano echado, al menos durante tres años, por las restricciones del Gobierno.
Torres ha dejado claro que esa opción no está sobre la mesa y que retirará la oferta si no consigue la aprobación de la mitad más uno del accionariado. Sin embargo, no faltará quien ponga en cuarentena los asertos de quien también dijo con aparente convicción que no subiría la oferta, especialmente cuando, en términos personales, entrar en el banco y diferir en el tiempo un eventual control parece mejor salida que admitir un segundo fracaso, después del intento frustrado de 2020. En ese punto, será del todo relevante la posición del consejo de administración del BBVA. El consejero delegado, Onur Genç, ha insistido en que la transacción solo puede fructificar si crea valor. El banco, tanto sus ejecutivos como sus órganos de representación, deben preguntarse dónde está el límite a partir del cual lo destruye. Resultaría extraño, por otra parte, que un banco de la solvencia del BBVA no maneje cálculos que, al menos, le garanticen superar ese 30% con la mejora del 10%. Solo en función de esos condicionantes se explica una subida tan pobre como la planteada.
La batalla, por tanto, tras el paso de este lunes, tendrá un primer hito: comprobar si es suficiente para que el BBVA alcance ese umbral de mínimos. A partir de ahí, o se baja para siempre la persiana o se abre una nueva etapa que aún admitiría giros y vueltas de tuerca. Purificados por el agua de una cascada de cartón piedra, Sterling Hayden-Johnny y Joan Crawford-Vienna salvan la lluvia de balas que les acecha y se dan una nueva oportunidad. Claro que la vida no es el cine. Y no está claro que el cortejo de Torres al Sabadell pueda acabar con final feliz. A veces, no importa tanto el qué como el cómo. El rico léxico del castellano ofrece fórmulas para graduar las posiciones. Es bueno pensar que la credibilidad, sobre todo en ámbitos como el financiero, importa. Sin contar con el riesgo, cada vez más presente, de terminar convirtiendo un banco saneado y con un proyecto de futuro en un incontrolable polvorín.