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Los desafíos de la sobrecarga digital de las empresas

No basta con invertir en tecnología, sino que es imprescindible hacerlo en las personas, en su formación y en su capacidad

La digitalización se ha consolidado como una palanca clave para el crecimiento empresarial y como una herramienta esencial para mejorar la rentabilidad de las empresas. Las compañías que apuestan por la formación y el desarrollo de competencias digitales en sus empleados, al tiempo que fomentan una cultura de innovación, están mejor posicionadas para afrontar los retos del mercado. De hecho, la inversión en digitalización se perfila como una prioridad de inversión tanto en España como a nivel internacional en los próximos años.

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La digitalización se ha consolidado como una palanca clave para el crecimiento empresarial y como una herramienta esencial para mejorar la rentabilidad de las empresas. Las compañías que apuestan por la formación y el desarrollo de competencias digitales en sus empleados, al tiempo que fomentan una cultura de innovación, están mejor posicionadas para afrontar los retos del mercado. De hecho, la inversión en digitalización se perfila como una prioridad de inversión tanto en España como a nivel internacional en los próximos años.

Sin embargo, esta transformación no está exenta de desafíos. Integrar la digitalización de forma efectiva en la estrategia empresarial requiere más que tecnología, ya que implica un cambio profundo en la cultura organizativa, en los hábitos de trabajo y en la forma en que las personas se relacionan con las herramientas digitales. Muchas organizaciones se enfrentan a una creciente sobrecarga digital, provocada por un uso inadecuado de las soluciones tecnológicas, la falta de formación y de skills digitales o una cultura corporativa que no se adapta al nuevo entorno.

En muchos casos, los empleados no han recibido la capacitación necesaria ni han desarrollado las capacidades digitales que les permitan desenvolverse con soltura y adoptar de manera óptima las tecnologías asociadas a su puesto de trabajo. A menudo, ni siquiera se les ha explicado cómo deben comunicarse, operar o realizar su trabajo en este nuevo contexto. Por ello, es fundamental contar con una estrategia clara de adopción y gestión del cambio que acompañe a las personas en este proceso de adaptación, facilitando su transición hacia una forma de trabajar más eficiente y alineada con la digitalización.

Para lograr una adopción efectiva de las herramientas digitales y evitar la saturación tecnológica, es necesario establecer políticas claras sobre su uso. Algunas empresas, por ejemplo, han optado por restringir el uso del correo electrónico a cuestiones críticas, redirigiendo la comunicación interna hacia plataformas colaborativas como Teams, lo que también contribuye a reducir el número de reuniones innecesarias.

Llegados a este punto, la formación continua aparece como otro pilar esencial. Capacitar a los empleados en el uso eficiente y en la adopción de las herramientas digitales no solo mejora la productividad, sino que también optimiza el uso del tiempo y los recursos. En este sentido, muchas organizaciones están promoviendo una cultura de aprendizaje continuo in the flow of work, adaptada al ritmo diario de los equipos.

Asimismo, establecer directrices claras sobre la gestión de las reuniones, así como fomentar el liderazgo ejemplar en su cumplimiento, ayuda a consolidar buenas prácticas. A esto se suma la importancia de promover el bienestar laboral en las empresas mediante políticas de desconexión digital, que garanticen espacios de descanso y equilibrio entre la vida personal y profesional, un aspecto cada vez más valorado por los empleados.

Fomentar entornos que permitan la concentración también es una de las claves. Acciones como silenciar notificaciones o reservar bloques de tiempo para el trabajo individual contribuyen a reducir las distracciones y mejorar el enfoque de las tareas. Además, programas de mentoría y liderazgo pueden ser de gran ayuda para compartir buenas prácticas sobre la gestión del tiempo, la comunicación digital o el trabajo en remoto, especialmente en un contexto marcado por la irrupción de la inteligencia artificial.

Diferencias sectoriales

Aunque la digitalización ofrece beneficios transversales, su impacto varía según el sector. En ámbitos como el tecnológico, donde la adopción digital está más avanzada, los resultados en eficiencia y productividad son evidentes. En cambio, en sectores más tradicionales, como el industrial o el de la construcción, la digitalización puede tener más resistencia y desafíos, lo que puede llegar a ralentizar su impacto positivo.

Los servicios financieros también tienden a beneficiarse significativamente de la digitalización, especialmente en términos de automatización de procesos y análisis de datos. Sin embargo, en el sector público, la burocracia y la regulación suponen barreras adicionales que dificultan una implementación ágil de las nuevas tecnologías.

En todos los casos, la preparación de la fuerza laboral, la gestión del cambio, la cultura organizativa y el liderazgo desempeñan roles determinantes en el éxito de la digitalización. Las empresas que invierten en formación y desarrollo de competencias digitales para sus empleados y que fomentan una cultura de innovación y flexibilidad están mejor posicionadas para aprovechar los beneficios de esta transformación.

La cuestión de fondo es que no basta con invertir en tecnología, sino que es imprescindible invertir en las personas, en su formación y en su capacidad para adoptar esas nuevas formas de trabajar que son imprescindibles. Solo así se podrá extraer todo el valor de la digitalización, no solo en términos de eficiencia, sino también en innovación y competitividad.

Cristina Hebrero es socia de People & Change de KPMG en España

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