Las claves: el objetivo es que el turismo no genere problemas añadidos, y tierras raras en Kvanefjeld
No se trata tanto de que haya visitantes, sino de cómo se reparten los beneficios de ese flujo
El debate turismo sí, turismo no tiene bastante de tramposo: no se trata tanto de que haya visitantes, sino de cómo se reparten los beneficios de ese flujo. Si solo sirve para que los empresarios se enriquezcan, mientras los trabajadores se dejan los cuernos por un salario mísero, y los residentes deben soportar la saturación de los servicios sin que se refuercen en proporción a la población móvil, es evidente que la actividad generará rechazo. Si, en cambio, se incrementan los salarios de los empleados de forma razonable, y se dedican los ingresos en el erario a adaptar los destinos turísticos a las necesidades reales, es más probable que la población comprenda las ventajas de un negocio al que se suele criticar por las razones equivocadas: esto es, que no genera valor añadido. Más bien, se trata de que no genere problemas añadidos.
Ahora se negocia en Madrid el nuevo convenio del hospedaje, para que los salarios, que subieron un 10,1% entre 2021 y 2024, recuperen parte del terreno perdido con los precios hoteleros, que lo hicieron un 61,5%. La diferencia no deja lugar a la discusión.
Musk podría quedarse con una red social que de verdad influye en el voto
Elon Musk es muy crítico con la calidad de las democracias europeas (que, desde luego, no son perfectas), pero mantiene un estruendoso silencio respecto al sistema político de China, país que tiene una posición mucho más fuerte que la de la UE en el juego comercial, y sobre todo en la automoción (y eso atañe a Tesla). Ahora Musk podría intermediar en la venta de TikTok en Estados Unidos, o incluso quedársela él, para hacer un emporio de las redes sociales al estilo Meta. Aunque se habla mucho de X, sus usuarios ya llegan a ella opinados de casa. TikTok, tiene más potencial para variar los puntos de vista políticos, o incluso el voto.
Tierras raras en Kvanefjeld no es una novela de J. R. R. Tolkien
Groenlandia pertenece a la categoría de territorios casi míticos, equiparable a la Atlántida o incluso a la Tierra Media de El señor de los anillos. Aparentemente, parece otro país más del Ártico, más apto para alojar a Papá Noel que para llamar la atención de las grandes potencias. Pero hete aquí que es rico en recursos naturales, pero no en petróleo, como Noruega, sino en tierras raras (un nombre técnico que, sin embargo, suena también exótico). El partido que gobierna en Groenlandia es ecologista y no permite la explotación de los yacimientos, o incluso de la pesca. La empresa australiana ETM confía en que el giro expansionista de Donald Trump, y sus ribetes antiecologistas, abran el camino para que pueda explotar el yacimiento de Kvanefjeld. Y los inversores apuestan a ello.
La frase del día
“Si el mundo se pone un poco más difícil en lo económico, creo que hay algunos accidentes esperando a ocurrir en el mundo del crédito privado. Algunos inversores de alto perfil, muchos de los cuales tienen algún tipo de importancia sistémica, se verán muy perjudicados”
Nick Moakes, jefe de inversiones de Wellcome Trust
El afán contemporáneo por controlarlo todo llega a la calidad del sueño
Un maestro de artes marciales adaptaba sus enseñanzas a cada alumno. Cuando murió, cada uno de ellos creía que era el albacea del verdadero legado de la escuela, y fundó la suya propia. Con los temas de salud ocurre algo parecido: muchos creen haber encontrado la fórmula mágica para estar bien, y muchos otros creen que habrá alguien que les de esa fórmula. Lo más probable, sin embargo, es que cada persona tenga unas necesidades distintas, dentro de un rango razonable. En concreto, habrá gente que necesite ocho horas de sueño, como Jeff Bezos, otros a los que les baste con seis, y otros que tengan que dormir diez. Lo que seguro que no necesita nadie es obsesionarse con dormir bien, que es la última tendencia en el afán por controlarlo todo del hombre contemporáneo.