Los márgenes de la banca opacan todo lo demás
La inmejorable coyuntura del sector coincide con estrecheces en muchas economías familiares, castigadas por la inflación y los tipos de interés
El viento de cola que vive la banca desde el último trimestre de 2022 es prácticamente un huracán de categoría cuatro. El beneficio neto del sector ha crecido dentro del espectro preferido de los mercados y analistas financieros, sospechoso habitual en las previsiones a futuro: entre el 10% y el 15%. Un aumento sano, pero no desaforado.
Ahora bien, subiendo en la cuenta de resultados las cifras adquieren otro cariz. Principalmente, porque las entidades están repercutiendo las subidas de los tipos de interés de forma automática, vía préstamos e hipotecas concedidos a tipo variable, mientras que la financiación de estos créditos por la vía de los depósitos de los clientes se retribuye con intereses de otra era. Esto es así porque las entidades no tienen, de momento, estrecheces de liquidez. Así, el margen típico de las entidades muestra subidas mareantes, de más del 40% para BBVA o CaixaBank.
En paralelo, y al contrario de lo sucedido en otras etapas de tipos al alza, el encarecimiento del precio del dinero no ha ido de la mano de una subida de la morosidad. De hecho, la mora sigue bajando y algunas entidades, incluso, han recortado la dotación de provisiones sobre la misma etapa del año anterior. Difícilmente encontrará el sector una coyuntura más favorable. Ha podido, incluso, cargar contra este primer trimestre todo el impacto del impuesto a la banca, 1.120 millones. Los primeros espadas de las entidades, con todo, han optado por la prudencia a la hora de evaluar la tasa, después de la esperable beligerancia inicial. El primer año del impuesto a la banca está amortizado (en todos los sentidos) en apenas tres meses. Habrá que ver cómo lo encajan las entidades dentro de un año, pero para eso queda tiempo. Y el impuesto es, en teoría, temporal. Volverá la marejada.
La inmejorable coyuntura de los bancos coincide en el tiempo con estrecheces en muchas economías familiares, castigadas por la inflación y los propios tipos de interés. Dos elementos sobre los que los bancos no tienen responsabilidad. Sí la tienen, por el contrario, en la retribución del ahorro. Y, partiendo de la base de que se trata de decisiones del empresario, el 0,08% con el que se retribuye el ahorro a la vista y el 1,31% de los depósitos a plazo están harto lejos del 3,75% del BCE. La concentración del sector en unas pocas entidades explica las menores necesidades de liquidez, pero también una competencia que no es la de décadas pasadas. Si algo demuestran las cuentas de este trimestre es que el pacto de rentas no va con la banca.
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