¿Recesión y paro a la vista? España se solaza con el ‘show’ de Tamames

La banca de inversión da el año por perdido tras las crisis de SVB y Credit Suisse, mientras la mayoría de analistas ya descuentan crecimientos negativos en EEUU

El profesor Ramón Tamames levanta sus notas en respuesta a una de las intervenciones durante la moción de censura. EFE/Chema MoyaFoto: Chema Moya | Vídeo: EPV

El mercado de fusiones y adquisiciones ya venía con media estocada antes de que el Silicon Valley Bank (SVB) y el Credit Suisse le descabellaran. Ahora, no falta quien incluso da el actual 2023 por perdido, sin duda en su primera parte. “No estamos mirando nada y, desde luego, poco se va a hacer antes del verano. Pueden darse dos escenarios. El primero, que esto dure unas semanas y se vuelva a una cierta normalidad. Los temores, no obstante, no se disiparán rápido. La segunda opción es que se prolongue. En cualquiera de los casos, demasiada incertidumbre”, se asegura al más alto nivel desde uno de los principales bancos de inversión que operan en España. Si el cierre del año había traído como regalo una economía que por la mínima había esquivado la recesión, el primer trimestre del nuevo ejercicio ha disparado todas las alarmas, con EEUU y las subidas de tipos a uno y otro lado del Atlántico como principales piedras de toque.

Un reciente informe de Bank of America (BofA), no por casualidad titulado Rude Awakening, ponía números a este duro despertar y al cambio de sentimiento inversor. El interés del documento radica en traer a colación el parecer de 244 panelistas con 621.000 millones de activos bajo gestión, que respondieron la encuesta global y regional del banco entre el 10 y el 16 de marzo. Paradójicamente, el 31% de los participantes estima que una crisis de crédito sistémica es a día de hoy el mayor riesgo para los mercados, cuando apenas un mes antes solo el 8% se mostraba inquieto ante un episodio de esta naturaleza. Todavía más relevante es que ese problema arrebata a la inflación el primer puesto entre las preocupaciones de los gestores, tras pasar de ser escogida por un 40% a un 25%. De hecho, es la primera vez en nueve meses que el descontrol de los precios pasa a un segundo plano en las tribulaciones de los operadores. Llama la atención que, a la vista de lo sucedido en el SVB y la debilidad de su balance, subrayen a la denominada banca en la sombra (shadow banking), que se maneja en los límites de la regulación, como el vector que puede provocar inestabilidad en los mercados.

En esta línea, si el saber popular sugiere que los bancos centrales pueden subir los tipos mientras no se rompa nada, es evidente que algo se ha roto. Los ejecutivos entrevistados por BofA ya ponen el foco en el impacto del precio del dinero. Sin ir más lejos, se ha disparado el porcentaje de encuestados -hasta un 53%, 20 puntos más- que ahora anticipa que la economía europea se debilitará en los próximos doce meses. Hasta un 61% se prepara para una recesión -dos trimestres de crecimiento negativo- en el próximo año. Las consecuencias son claras. Dos de cada tres participantes vaticina caídas bursátiles en los próximos meses, frente al 53% del pasado mes, y un 71% avanza caídas de las rentabilidades medidas en ganancias por acción (EPS, earnings per share, por sus siglas en inglés), debido a la menor actividad prevista y a la elevada presión sobre los márgenes.

Andrew Garthwaite, una de las voces más reputadas del mercado como analista de Credit Suisse, también alertaba en un informe fechado el 17 de marzo sobre el fantasma del crecimiento negativo. “La curva de rentabilidades de Estados Unidos no se ha equivocado a la hora de predecir una recesión con este nivel de inversión desde 1964″, subraya al enumerar las banderas rojas macroeconómicas. “Los principales indicadores son consistentes con una recesión. La inflación en el sector servicios duplica los niveles deseados por la Fed y se requiere entre un 4,5%-5% de desempleo para conjurarlo, lo que supondría un crecimiento del PIB cero durante seis meses”. Una reflexión no muy diferente de la que ha trasladado la propia Reserva Federal, que ya ha deslizado la dificultad de lidiar con la inflación en un escenario de casi pleno empleo. The Wall Street Journal recogía el guante y en su edición del miércoles abundaba sobre la posibilidad de una contracción económica tras el varapalo a la banca debido a la “restricción del crédito y la menor voluntad de las empresas para contratar y de los hogares para gastar”.

Frente a esa problemática global, y su eventual traslación a España en año electoral, la clase política parece vivir inmersa en una burbuja, esa que Jim Carrey en la celebrada película El Show de Truman (The Truman Show, Peter Weir, 1998) consideraba su mundo y que en realidad era un inmenso plató de televisión. Su vida, ajena a los problemas auténticos que acontecían fuera del estudio, no dejaba de ser un espectáculo mediático retransmitido urbi et orbi para regocijo y esparcimiento de los televidentes. Nada muy diferente de lo escenificado bajo la bóveda del Congreso de los Diputados en estos días a resultas de la moción de censura planteada contra el presidente del Gobierno por Vox, con el ilustre economista Ramón Tamames como candidato.

Algunos de los presentes aprovecharon el episodio para escenificar un ticket electoral -Sánchez y Díaz-; otros, como es costumbre, para zaherir al colectivo LGTBI -véase Abascal-, y hasta hubo quien prefirió hacer mutis por el foro -Feijóo-, dejando el peso de la trama a una actriz secundaria. El que realmente había dedicado su vida a la economía, como es lógico por cuestiones de edad, se confesó agotado cuando ni siquiera se había llegado a la hora del almuerzo. Un espectáculo entre trágico y cómico, con más o menos share pero sin contenido de fondo. Fuera de esa ensoñación, los bancos centrales subían los tipos, entidades europeas y estadounidenses seguían sufriendo en bolsa y hasta clientes inquietos se personaban en las oficinas para preguntar por sus ahorros, recibiendo por respuesta el consiguiente argumentario, ya en todas las oficinas.

El Banco de España, siempre presto, ha dado la voz de alarma y ha vaticinado un posible retroceso del crecimiento cuando aún no se ha recuperado el nivel de PIB anterior al golpe del covid. No ha tenido mucho eco. En la burbuja de Truman, como en Broadway, el show debe continuar.


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