La banca goza de buenos balances, pero teme por su reputación

Se echa de menos en el sector una mayor comprensión en cuestiones como el gravamen especial diseñado por el Gobierno o la política de remuneración del pasivo

Los balances de la banca no solo gozan de buena salud, sino que pueden compararse con éxito con los de sus pares comunitarios. Si atendemos a ratios muy apreciados por los analistas para medir la rentabilidad como el ROTE, (que relaciona rendimientos sobre fondos propios), se observa que BBVA o Santander, con CaixaBank no muy a la zaga, presentan a cierre de 2022 tasas ampliamente por encima del doble dígito, con una mejora considerable respecto a 2021. Tipos de interés al alza, mora contenida y amplio margen de intereseses han permitido a las entidades mejorar su posicionamiento. Los históricos beneficios del sector y las retribuciones percibidas por los gestores, con la vuelta de las stock options (opciones sobre acciones), terminan de dibujar un escenario muy halagüeño para el sector. Al menos en lo que respecta a las cifras.

Sin embargo, los discursos pronunciados por los principales espadas del mundo financiero en las presentaciones de resultados revelan que las entidades, más allá de los números, están hondamente preocupadas por cuestiones reputacionales y por cómo son percibidas por la sociedad. En este sentido, se echa de menos en los afectados una mayor comprensión en cuestiones como el gravamen especial diseñado por el Gobierno. De hecho, al margen de que el tributo sea técnicamente mejorable, parece razonable demandar una aportación adicional a quienes se han beneficiado de una coyuntura extraordinaria. No casa bien preocuparse por la imagen que se tiene entre la población, duramente maltratada por la inflación, y arrastrar los pies a la hora de poner un pequeño granito de arena para amortiguar el golpe. Tampoco puso precisamente fácil el sector avanzar en las ayudas a los hipotecados, al punto de necesitar un ultimátum de la vicepresidenta económica, Nadia Calviño, para sacarlo adelante. Sin contar con que los requisitos son tan difíciles de cumplir que las moratorias concedidas a día de hoy son residuales.

Lo mismo puede decirse de la remuneración del pasivo. No es difícil entender que, ante la abundancia de liquidez de la que han disfrutado las entidades, pagar por los depósitos no ha sido –ni es– necesario para captar capital. Sin embargo, la ciudadanía contempla cómo, tal y como publicó CincoDías, este tipo de productos en la zona euro rentan un 70% más de media que en España. Es más, la banca española se sitúa a la cola en esa remuneración, con tipos promedio inferiores al 1%. Si se trata de ganar dinero, nada que decir. Mejorar la reputación requiere algo más de empatía.

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