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Desayuno CincoDías

Cómo llevar las infraestructuras a la cartera del pequeño inversor

Fondos y vehículos permiten a los ahorradores participar en proyectos sólidos de largo plazo sobre transportes, energía, servicios, tecnología y economía circular

Invertir en infraestructuras ya no significa limitarse a aeropuertos, autopistas o redes de telefonía. Bajo esa etiqueta caben hoy centros de datos, redes de fibra, infraestructuras sociales, plantas de tratamiento de agua o proyectos ligados a la economía circular. Son activos que están en el corazón del funcionamiento económico y que, bien seleccionados, ofrecen ingresos relativamente estables, ligados a contratos de largo plazo y con un comportamiento distinto al de la Bolsa o la deuda pública.

Sobre esa premisa giró un desayuno de redacción organizado por CincoDías y patrocinado por Bestinver, en el que participaron Juan Alcalá, director de inversiones sénior de Bestinver; Enrique Fuentes, senior managing director en Stepstone, y Antonio Castañeda, socio de transacciones de Deloitte. Durante algo más de una hora, los tres desgranaron qué aporta este tipo de activos a una cartera, cómo puede acceder a ellos el ahorrador medio y qué riesgos no conviene minimizar.

Alcalá recordó que el atractivo principal radica en la naturaleza del activo. “Es más de protección de capital, de invertir en activos reales, aprovechar una tendencia mundial, porque en infraestructuras cada vez se necesita más inversión”, afirmó. Y subrayó que esta necesidad está presente tanto en países con redes maduras, donde “hay que mantenerlas y ampliarlas”, como en economías emergentes, donde “hay que crearlas de cero”. Desde su perspectiva, esa dualidad permite integrar en una misma cartera tanto proyectos consolidados como mercados en expansión.

De hecho, Fuentes coincidió en esa idea y amplió el análisis sobre la estabilidad que aportan estos activos. “La infraestructura está en nuestras vidas, es un componente básico y fundamental. Cuando uno dice que hay que apretarse el cinturón, vas a seguir utilizando las infraestructuras”, señaló. Esa utilización continua explica, en su opinión, que tengan “ingresos estables, una protección frente a situaciones económicas complicadas” y una volatilidad relativamente reducida. “Es un sector en general más seguro que otros sectores”, añadió.

Por su parte, Castañeda puso el foco en la predecibilidad de los proyectos. “Permiten hacer inversiones con un riesgo relativamente acotado, con sectores muy dinámicos y con buenas oportunidades de crecimiento a futuro”, apuntó. A ello se suma, explicó, la “predecibilidad y visibilidad de los flujos de caja a largo plazo”, especialmente en modelos regulados o con pagos por disponibilidad. Esa característica facilita que inversores con perfiles de riesgo distintos puedan encontrar vehículos ajustados a sus necesidades.

A partir de ese diagnóstico común, los tres participantes subrayaron la necesidad de combinar prudencia y diversificación. Fuentes insistió en que “en una cartera bien gestionada tienes que combinar distintos tipos de activos; yo no le recomendaría a un inversor entrar en un proyecto en concreto”. Y defendió que un fondo diversificado permite reunir “infraestructura clásica de pagos por disponibilidad” junto a activos con “mucho más valor añadido que eventualmente se mueven por mercados específicos que tienen más crecimiento”.

Castañeda coincidió al señalar que la oferta de vehículos es cada vez más amplia y que ya existen fondos que se alejan de los modelos tradicionales. Destacó que “hay sectores también con infraestructuras sociales” y ámbitos donde “hay unas dinámicas sumamente interesantes en temas de educación”, que están empezando a atraer capital gracias a su estabilidad y a las necesidades de inversión acumulada. En su opinión, estos sectores complementan a los más ligados a sostenibilidad, energía y residuos, donde observó que “vamos a tener inversiones bastante relevantes en los próximos años”.

El debate abordó también el papel del entorno económico y la capacidad de las Administraciones para impulsar nuevas obras. Alcalá recordó que el principal punto de partida para cualquier análisis es que “existe déficit de inversión en infraestructuras, en las economías desarrolladas seguro, y en las menos desarrolladas probablemente también”, y que esta situación obliga a recurrir al capital privado para acometer proyectos que los presupuestos públicos no pueden financiar. Según explicó, incluso cuando sí que existe consenso técnico, “a veces no se ejecuta porque el Gobierno de turno no toma la decisión”.

Fuentes matizó que la clave no es solo financiar, sino también garantizar marcos previsibles. Advirtió de que “la infraestructura clásica depende de los Gobiernos” y que la estabilidad regulatoria es indispensable para que un inversor pueda entrar, pero también para que pueda salir: “Muchas veces la gente no piensa que es una gran oportunidad meter dinero, pero también sacarlo”.

En tanto que Castañeda añadió que la complejidad creciente del sector hace imprescindible un acompañamiento experto. Consideró que “es muy importante tener en cuenta un profesional que pueda asesorar”, independientemente del tamaño del patrimonio, porque los riesgos de demanda, regulación y ejecución son distintos en cada proyecto.

Criterios esenciales para identificar inversiones sólidas en un mercado complejo

La mesa coincidió en que seleccionar una buena infraestructura exige entender primero qué la define. Juan Alcalá explicó que estos activos deben ofrecer “predictibilidad de ingresos, visibilidad sobre los flujos de caja, que son de largo plazo”, y cumplir las características esenciales que diferencian a las infraestructuras de otros sectores. Subrayó que incluso dentro del propio segmento “ahora ya empieza a haber muchos tipos de activos”, por lo que no todos responden del mismo modo a cambios económicos o regulatorios.

Enrique Fuentes añadió que la calidad regulatoria es determinante, sobre todo en activos tradicionales. “La infraestructura clásica depende de los Gobiernos; las carreteras son bienes públicos”, afirmó. Por ello, insistió en que la estabilidad del país condiciona cualquier análisis: “La clave es la calidad de la regulación, la estabilidad de los mercados que te permiten meter dinero, pero también sacarlo”. Recordó ejemplos de inversores que entraron en proyectos sólidos, pero encontraron dificultades al desinvertir porque los marcos regulatorios cambiaron durante la vida de los activos.

Castañeda reforzó ese enfoque recordando que muchos proyectos funcionan en esquemas híbridos que modifican el riesgo esperado. Explicó que, en ocasiones, el inversor opera en modelos “con exposición al riesgo de demanda”, pero en otros casos se trata de activos donde “no te cobran por demanda, sino por un pago por disponibilidad”. Esa diferencia, dijo, afecta de manera directa al perfil del proyecto y debe ser comprendida desde el principio. Su recomendación fue combinar información técnica y conocimiento sectorial para evaluar “cuánta caja va a generar este activo de infraestructuras”.

Los tres participaron también en un debate sobre sectores emergentes que requieren una selección especialmente cuidadosa. Alcalá advirtió de que en el ámbito de las energías renovables “no es lo mismo la fotovoltaica que la eólica, que la eólica marina”, y que cada una presenta riesgos y dinámicas de crecimiento diferentes.

Fuentes, por su parte, señaló que la digitalización y la IA están generando nuevos activos cuya valoración exige analizar tanto la tecnología como su estabilidad a largo plazo. Para Castañeda, todo ello obliga a un examen más riguroso, debido a que “las inversiones cada vez se hacen más complejas”.

En conjunto, los expertos coincidieron en la necesidad de combinar análisis financiero, estabilidad regulatoria, estructura de ingresos y comprensión del sector concreto para distinguir las oportunidades realmente sólidas en un mercado cada vez más amplio y exigente.

Centros de datos y nueva infraestructura

La digitalización ha ampliado la frontera del concepto de infraestructura, y los tres expertos coincidieron en que la inteligencia artificial está acelerando ese cambio. Juan Alcalá señaló que hoy un activo físico incorpora “servicios añadidos de tecnología” y que esa combinación puede influir en “cómo se opera eso, cuánto vale”.

Enrique Fuentes destacó que la demanda vinculada a la IA está generando nuevas necesidades: “Centros de datos, ojo; redes de transmisión de datos: y, cuanto más datos se precisan, más necesidad hay de moverlos”. En su opinión, estos activos ya funcionan como pilares críticos de la economía digital y seguirán creciendo a medida que más sectores externalicen servicios: “Por eso Telefónica y muchas telecomunicaciones están vendiendo su red de fibra”. Para los inversores, esa tendencia abre oportunidades distintas a las infraestructuras tradi­cionales.

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