Goldman Sachs cree que la IA reducirá el precio del petróleo en la próxima década
El banco de inversión atisba un fuerte incremento de la productividad del ‘fracking’, una técnica en la que EE UU es líder. La oferta crecerá más que la demanda
Que la inteligencia artificial (IA) promete cambiarlo todo no es ninguna novedad: se ha convertido, de hecho, en uno de los mantras más arraigados de nuestros días. Con muchos tintes, eso sí, de realidad. Aunque el vínculo entre el sector energético y esta tecnología parece mucho más evidente desde el punto de vista de la demanda, dados los ingentes volúmenes de electricidad que serán necesarios para su operación, hay algunos ángulos ciegos que darán sorpresas en el futuro. También en el aparentemente inconexo mercado petrolero.
El banco de inversión estadounidense Goldman Sachs pronostica que la IA reducirá el precio del crudo en la próxima década: aunque impulsará tanto la oferta como la demanda, según sus cálculos, el salto será notablemente mayor en el primer caso, arañando unos pocos dólares por barril de aquí a 2034. Los grandes beneficiados serán los productores estadounidenses de fracking, la técnica basada en perforar el subsuelo e inyectar agua a presión mezclada con arena y sustancias químicas para liberar el gas de esquisto.
La aplicación de la inteligencia artificial a la industria petrolera elevará la oferta por dos vías, según un informe para clientes publicado esta semana por el gigante financiero con sede en Nueva York. En primer lugar, reduciendo costes gracias a “mejoras en la logística y en la asignación de recursos” durante el proceso de extracción. “Estimamos que el 30% de los costes de los nuevos pozos de fracturación hidráulica podría reducirse con la IA, lo que resultaría en una caída de cinco dólares por barril y una ganancia de productividad del 25% para quienes primero la utilicen”, se lee en el estudio.
El segundo vector tiene que ver con el ensanchamiento de la conocida en el argot petrolero como “base de recursos recuperables”. Es decir, el volumen total que se puede extraer con la tecnología disponible en cada momento. Aquí, la IA podría llegar a aumentar las reservas totales de petróleo de esquisto en entre un 8% y un 20%, con el consecuente incremento en la capacidad de producción futura.
En sentido contrario, la IA también tiene visos de incrementar la demanda, tanto por el aumento en el consumo de electricidad —en cuya generación algunos países siguen utilizando petróleo como materia prima— como por el incremento del PIB que, a su juicio, propiciará el despliegue a gran escala de esta tecnología.
La huella, eso sí, será pequeña en términos de consumo, según los analistas de Goldman Sachs: de alrededor de 700.000 barriles diarios, menos del 1% de la demanda mundial de crudo hoy. “Su impacto sobre el consumo de petróleo es modesto en comparación con el que tendrá sobre la electricidad o el gas natural”, explica la entidad neoyorquina. Y “palidece” en comparación con la demanda que drenará el tránsito del coche de combustión al eléctrico: alrededor de 8 millones de barriles diarios, según sus cálculos.
El resultado estimado de este cuadro es una pequeña caída, pero caída al fin y al cabo —de entre tres y cuatro dólares por barril de Brent—, en el precio del crudo en 2030 por el uso de la IA. Poco antes de publicar este monográfico, Goldman Sachs venía de reducir en cinco dólares su previsión para el crudo, que pasa de una horquilla de entre 75 y 90 dólares por barril a entre 70 y 85. En adelante, sentencia, “la proliferación de la IA representa, sencillamente, una prolongación de las enormes mejoras de productividad observadas en las últimas décadas en el sector del fracking”. Tendría, por tanto, un efecto desinflacionista.
El texto aparece en un momento de debilidad de precios para el barril de crudo Brent, que ronda mínimos anuales en torno a los 70 dólares por el temor a un parón de la economía china, el segundo mayor consumidor tras Estados Unidos. Y en medio de los intentos de los países productores agrupados en la OPEP+ de sostener los precios prolongando los recortes de oferta. Ni las tensiones geopolíticas en Oriente Medio, ni las disputas políticas internas en Libia que redujeron su producción a la mitad temporalmente, han conseguido revertir esa tendencia.
Hacer predicciones sobre el sector a medio y largo plazo, como las efectuadas por Goldman Sachs con la IA, parece de todo menos sencillo. El consumo diario de petróleo ronda hoy los 100 millones de barriles, pero la incertidumbre sobre la transición verde hace que las posturas sobre cómo evolucionará en el futuro estén muy alejadas, mientras Exxon pronostica que el consumo se mantendrá prácticamente estable de aquí a 2050, la AIE, en cambio, atisba una fuerte caída hasta los 55 millones de barriles diarios solo con los compromisos ya anunciados de reducción de gases de efecto invernadero; y hasta los 24 millones si se consiguen alcanzar las cero emisiones netas.
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