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En colaboración conLa Ley

La supervivencia competitiva de la Unión Europea está en riesgo

Es de alabar que las instituciones europeas sean conscientes, por fin, de que tenemos que mejorar e implementar cambios para poder crecer y que nuestras economías competidoras no acaben sepultándonos definitivamente

El pasado 29 de enero la Comisión Europea hacía público un documento denominado A Competitiveness Compass for the UE o, en español, Una brújula de la competitividad para la UE. Este relevante documento es consecuencia del informe elaborado por Mario Draghi el pasado septiembre en el que, de una forma muy concienzuda y detallada, analizaba los problemas de competitividad de la Unión Europea (UE) y las acciones a tomar para solucionarlos.

Tal y como se expone en el documento, la comisión tiene un claro mandato que tiene que cumplir en los próximos cinco años y que no es otro que el de mejorar la competitividad europea, puesto que desde hace más de dos décadas está siendo superada por China y EE UU en términos de productividad.

En mi opinión, es de alabar que las instituciones de la UE sean conscientes, por fin, de que tenemos que mejorar e implementar cambios para poder crecer y que nuestras economías competidoras no acaben sepultándonos definitivamente y que ese crecimiento redunde en beneficio de la sociedad (mejores sueldos, mejores beneficios sociales, protección de nuestros derechos fundamentales, etc.). Y, sobre todo, para no depender de terceras economías en recursos estratégicos como el suministro de combustibles de energía, las fuentes de datos (fundamentales para el entrenamiento de modelos de inteligencia artificial), el suministro de metales necesarios para la transición ecológica (por ejemplo, el níquel, el cobalto, el litio, imprescindibles para la fabricación de baterías eléctricas) o, simplemente, el capital humano (evitando la fuga de personal cualificado). La mejora de la competitividad de la UE no es una opción, es una necesidad y, además, deben tomarse las medidas necesarias rápidamente.

Sobre la base del informe de Mario Draghi, en el cual, identificaba tres pilares esenciales de transformación, la Comisión plantea una serie de medidas para hacerlos realidad.

El primero de ellos consiste en cerrar la brecha de innovación mediante, entre otras, la implementación de una estrategia que facilite la creación y crecimiento de startups y scaleups promoviendo, para ello, la financiación a través de una mayor potenciación de los mercados de capital riesgo y los mercados de valores. Igualmente, es fundamental promover la movilidad de los trabajadores cualificados y su retención en el continente. Finalmente, se propone la creación de las llamadas fábricas de inteligencia artificial y la apuesta por sectores emergentes como la computación cuántica, la biotecnología y las ciencias de la vida con el fin de posicionar a Europa a la vanguardia de la investigación global.

El segundo de los pilares pivota sobre la descarbonización y la competitividad, ambos de la mano, de manera que el cumplimiento de los objetivos de neutralidad climática de la UE para el año 2050 no lastre la competitividad. Se busca integrar las políticas de descarbonización con las industriales, económicas y comerciales, reconociendo que una transición ecológica bien gestionada puede ser un potente motor de crecimiento económico y de ventaja competitiva para la UE.

Las acciones destacadas incluyen facilitar la transición hacia fuentes renovables y reducir los costes energéticos; fomentar la fabricación descarbonizada dentro de la UE; promover alternativas de transporte ecológicas y eficientes con especial foco en sector portuario y marítimo; fomentar y potenciar la economía circular como fuente de crecimiento; y ayudar a industrias pesadas como la del acero y metalúrgica en la adopción de prácticas sostenibles.

Finalmente, el último pilar se basa en la reducción de dependencias excesivas externas y en el aumento de la seguridad, mediante la celebración de acuerdos comerciales ambiciosos; el fortalecimiento de la industria de defensa mediante la cooperación paneuropea; y la definición de medidas proactivas para anticipar y gestionar posibles desafíos futuros, asegurando la continuidad y resiliencia de las actividades económicas.

Para el logro de estos pilares, se identifican una serie de facilitadores entre los que me gustaría destacar la necesidad de financiación para lo cual, se propone el desarrollo de instrumentos financieros innovadores que faciliten inversiones en sectores clave, apoyando tanto a empresas emergentes como a industrias tradicionales en su proceso de modernización y transición. Aquí pueden desempeñar un papel clave los mercados de capitales para ayudar a canalizar financiación a startups y scaleups y reducir la dependencia de la financiación bancaria tradicional que, de hecho, se señala como uno de los obstáculos de crecimiento.

Como cierre del artículo, viene muy bien la siguiente frase del preámbulo del documento que cito textualmente: “Para salvaguardar el futuro de la UE como potencia económica, destino de inversiones y centro de fabricación, urge una respuesta europea decidida. Lo que está en juego para Europa no es sólo el crecimiento económico, sino el futuro de su modelo”.


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