Richard Gerver: “Los grandes líderes buscan empoderar, no controlar”
Convirtió una escuela mediocre en una de las mejores de Reino Unido y ahora escribe libros e imparte charlas sobre cómo debe ser la educación
Richard Gerver (Londres, 1969) usa frases no muy largas, fáciles de seguir, con pausas entre ellas y apenas divaga. Se nota en su forma de expresarse que se dedica a dar conferencias, como la que pronunció en el Congreso Internacional de Innovación Aplicada organizado por Esic en julio, cuando atendió a este periódico. Este educador fue director en una escuela en Derbyshire, y consiguió convertir lo que era un centro mediocre en uno de los más destacados de Reino Unido. Supuso, lo que se podría decir, su salto a la fama. Usó su experiencia y conocimientos para asesorar en materia de educación al Gobierno británico, y para escribir varios libros sobre el tema que se han convertido en best-sellers. Defiende que es necesario un cambio educativo tanto en la forma como en el fondo, para poder afrontar un presente y un futuro marcados por la incertidumbre. Oírlo hablar genera una sensación de serenidad y optimismo en un momento en el que la humanidad vive, según él, tiempos oscuros.
PREGUNTA: ¿Está obsoleto el sistema educativo de memorizar y examinar?
RESPUESTA: Sí que debemos explorar un poco más las necesidades del futuro y diseñar un sistema educativo basadas en ellas, porque el actual está muy basado en las del pasado. No estoy diciendo que no haya lugar para las calificaciones y los exámenes. Pero actualmente son la razón de la educación, cuando en el futuro la razón debe ser que las personas sean capaces de triunfar en medio de la incertidumbre.
P: Después de años con pandemia y crisis, la incertidumbre es algo que está muy presente. ¿Cómo se educa a los jóvenes para esta realidad?
R: Hay muchos puntos aquí importantes. Lo primero que debemos dejar de pensar es que la educación es algo que solamente está disponible para los jóvenes. Si algo nos han enseñado la crisis financiera global, la pandemia, la guerra en Ucrania y la crisis del alza de los precios es que las personas de todas las edades deben ser capaces de aprender, desaprender y reaprender. Y para los jóvenes debemos fomentar un espíritu emprendedor, no solamente en el sentido de los negocios, me refiero a gente en la que cultivar un espíritu de cuestionamiento, de pensamiento crítico, de desafíos y de colaboración. Debemos dejar de prometer a los niños que si agachan la cabeza y hacen lo que se les dice, sus vidas van a estar bien. La educación en muchos niveles es predecible, tenemos que hacerla un poco más impredecible.
P: ¿Qué papel pueden jugar las universidades para fomentar que haya más jóvenes emprendedores?
R: Lo primero que debemos cuestionarnos es si todo el mundo debe ir a la universidad. Lo que tradicionalmente se veía en las compañías, que esperaban que alguien llegara con un título, no necesariamente las empresas hoy en día están buscando que tengan esa titulación. Quizá las universidades necesitan buscar más cómo pueden crear oportunidades para el aprendizaje a lo largo de la vida. Y cómo pueden desarrollar una idea de ser una incubadora de ideas de negocio. En otras palabras, que la gente pueda ir a la universidad, usar los recursos de investigación y de experiencia para ayudarles a construir sus ideas de negocio allí dentro.
P: Las empresas en España aseguran que tiene problemas para encontrar talento porque a los jóvenes les faltan habilidades blandas al terminar su educación, ¿cómo se puede solucionar?
R: La primera pregunta que deberíamos hacernos es ¿por qué desenseñamos las habilidades blandas cuando los niños las tienen? Juegan juntos, colaboran, asumen riesgos, cometen errores, aprenden naturalmente. Todo esto lo desincentiva el sistema educativo actual. Siempre digo que las llamadas habilidades blandas son en realidad la moneda del siglo XXI y debemos cambiarles el nombre. Son mucho más importantes, y por eso el sistema educativo, tanto en colegios como en universidades, debe poner el foco en desarrollarlas.
P: Si las empresas y las universidades colaboran para hacer los programas educativos en función de las necesidades del mercado, ¿se corre el riesgo de que las humanidades se dejen a un lado por considerarse menos productivas?
R: Lo interesante es comprender que las humanidades, el arte y los deportes fomentan las habilidades blandas de manera natural, por lo que debemos darle más valor.
P: ¿Veremos de aquí a diez años empleos que no sabemos que van a existir y para los que no se está preparando a los jóvenes?
R: La respuesta corta es sí. La larga es que no sabemos cómo van a ser esos empleos, por lo que no podemos prepararlos para ellos. Todo lo que podemos hacer es que estén listos para lidiar con el futuro cuando ocurra. Lo que me lleva a mi comentario de antes, tenemos que crear ambientes donde las personas puedan aprender a lo largo de su vida, y que no dejen de hacerlo cuando cumplen 21. Por poner un ejemplo, mi hijo trabaja como analista de datos en energía sostenible. Cuando empezó el colegio, hace 22 años, nadie sabía qué era eso. No podemos predecir el futuro, pero podemos preparar a los niños para vivir en ese futuro.
P: ¿Qué sé puede hacer para qué más mujeres estudien carreras STEM?
R: Lo realmente importante es tener referentes para contar sus historias, porque, en muchos casos, en la ciencia solo se habla de hombres. Por ejemplo, una de las mujeres pioneras en la ciencia es la matemática Ada Lovelace, pero nadie habla de ella. Hay mujeres por todo el mundo que son líderes en ciencia. La primera vacuna del coronavirus fue descubierta por una mujer. ¿Por qué sus historias no se cuentan? Quizá porque los medios están controlados por hombres. Mi punto final, porque este es un tema que me apasiona, es que no debemos subestimar a las mujeres. En otras palabras, no tratemos de motivar a las chicas con la ciencia y la tecnología pintando los ordenadores de rosa.
P: ¿Le dan los Gobiernos a la educación la importancia que merece? ¿Les falta visión a largo plazo?
R: El problema es que los políticos piensan en términos de cinco años, y la educación necesita un pensamiento a más largo plazo. Quizá necesitamos encontrar la manera de sacar la educación fuera de la política. Los políticos deben ejercer un cierto tipo de control y de rendición de cuentas sobre la educación, pero no deben diseñarla.
P: ¿Se basa demasiado la educación en la obtención de resultados y en estar en buena posición en el informe PISA?
R: (Risas) No. El problema es que los políticos están concentrados en este informe porque quieren ser los mejores y piensan que es la manera de medir el triunfo en la educación. Para mí, el éxito se basa en la empleabilidad, en crear trabajos sostenibles y en que cuando la gente llegue al final de su carrera digan que han tenido una buena educación que les ayudó. Las habilidades con los números y poder leer y escribir por supuesto que son muy importantes. Pero el propósito de la educación es asegurar que la gente joven tenga la oportunidad y la aspiración de que puede conseguir algo en su vida.
P: En España, el suicido es la primera causa de muerte no natural entre los jóvenes, ¿qué se puede hacer desde el sector educativo para ayudar frente a este problema?
R: Es una cifra que se repite en la mayoría de los países occidentales. Tenemos que entender que, para los jóvenes, el mundo en el que están viviendo ahora es más complicado y desafiante que en el que nosotros crecimos. Necesitamos dejar de ver la salud mental como una debilidad y empezar a entender que es algo con lo que la gente joven debe estar concienciada y que vean que está bien pedir ayuda y apoyo. La educación tradicional está diseñada para preparar a las personas a vivir una vida de certezas, y el mundo ya no es así. Yo creo que hay una conexión con el aumento del populismo. Cuando miras a las personas que votan a líderes populistas, como Trump, Bolsonaro o Johnson, o que votan a favor del Brexit, no son malas ni están locas, pero están mosqueadas. Se les prometió certezas, trabajos fijos, pensiones y salarios, pero no los encuentran. Están enfadados porque esa promesa no se les ha cumplido.
P: Hay muchos jóvenes que ven la extrema derecha como una forma de ir contra el sistema establecido.
R: Estoy de acuerdo. Pero no solo ocurre con la extrema derecha, también con la extrema izquierda. Ambos hacen a la gente promesas antisistema y son muy atractivas porque la gente está enfadada, ya que siente que no tiene un lugar en la sociedad.
P: ¿Existe el riesgo de que los jóvenes sientan que la sociedad les ha olvidado?
R: Absolutamente. Vivimos en un mundo que todavía está controlado por hombres blancos y ricos de mediana edad. Y lo que da miedo es que esos hombres saben que el futuro les dejará obsoletos, por lo que hacen todo lo que pueden para retener el poder. Creo que vivimos en un tiempo de revolución global, aunque soy optimista. Estamos viviendo en un momento de oscuridad, pero cuando miras la historia de la humanidad, cada periodo oscuro viene seguido de un renacimiento, una explosión en cultura, ciencias, creatividad, arte. Creo que estamos llegando al fin de este tiempo y espero que nuestros hijos vivirán el próximo gran renacimiento. Es por eso por lo que el futuro de la educación es tan importante, porque si lo hacemos bien, nuestros niños liderarán ese brillante futuro.
P: ¿Un mal líder puede acabar con el trabajo de todo un equipo?
R: Seguro. Nos gusten o no, los líderes definen la cultura de una organización y es lo mismo en política, en empresas, en educación, en la vida. La verdad que sabemos sobre los grandes líderes es que buscan empoderar, no controlar
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