Francia busca un salvavidas para no ahogarse en la deuda
La segunda economía de Europa se ha convertido en la tercera más endeudada de la región, con una ratio endeudamiento que podría alcanzar el 122% respecto al PIB para 2030. En este contexto, el Gobierno de Emmanuel Macron enfrenta el desafío de lograr consensos políticos para poder recortar un déficit que no deja de crecer desde la pandemia.
Francia se ahoga en deuda gubernamental, pero la inestabilidad política no le permite encontrar un salvavidas. El bloqueo parlamentario, que el Gobierno de Emmanuel Macron viene enfrentando, le ha hecho imposible ejecutar las medidas necesarias para abordar una crisis que ha convertido a la segunda economía europea en la tercera más endeudada del bloque. En este contexto, el primer ministro, François Bayrou, ha planteado una moción de confianza este lunes, 8 de septiembre. Esta votación abre paso a un abanico de posibilidades que en casi todos los escenarios terminan con su destitución, y con más pronósticos de estancamiento político y económico.
Las estadísticas más recientes sitúan a los franceses muy por encima de la media europea de deuda pública (que en el primer trimestre de 2025 rondaba el 81,1% respecto del PIB). Así, el endeudamiento de Francia alcanzaba casi un 113,9%, y era solo superado por Grecia (152,5%) e Italia (137,9%). Esto se debe a que, a pesar de que sus ingresos fiscales están entre los más altos del mundo, el gasto público francés es también uno de los más elevados. Como dato, el gasto público francés equivalía al 57,1% del PIB en 2024.
“Durante mucho tiempo, los países del sur, como España, Portugal e Italia, no eran comparables a Francia. Sus excesos antes de la crisis financiera dejaron huella y preocuparon a los inversores. Pero, desde la pandemia, estos países han realizado esfuerzos reales para ser más virtuosos. Al igual que Francia, fueron generosos durante la emergencia sanitaria, pero luego fueron capaces de invertir la tendencia, algo que el Ministerio de Finanzas francés no logró hacer. La deuda pública se consideraba un medio sin restricciones para gastar más, o una capacidad para gravar menos”, explica Philippe Waechter, economista jefe de Ostrum AM.
En esta coyuntura, la agencia de calificación crediticia Scope Ratings anticipa que la relación deuda/PIB de Francia continuará aumentando hasta alrededor del 122% en 2030, disparándose desde el 113,9% obtenido en 2024, y muy por encima del objetivo gubernamental del 117% para 2029.
Anatomía del déficit
Los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística y de Estudios Económicos de Francia (INSEE por sus cifras en francés) indican que la deuda pública aumentó en 40.200 millones de euros y representó el 113,9% del PIB en el primer trimestre de 2025. Esta cifra que marca un claro aumento respecto al 113,2% del cuarto trimestre de 2024 y al 109,8% de finales de 2023.
En cuanto al déficit de las Administraciones públicas, este aumentó a 168.600 millones de euros en 2024, tras los 151.700 millones del año anterior. Asimismo, el gasto operativo del Gobierno central experimentó un aumento de 10.800 millones de euros, aunque creció a un ritmo más lento interanual (4,6 % en 2024 tras el 6,3 % de 2023), según INSEE.
Respecto a esto, muchos de los expertos coinciden en que uno de los principales problemas también es el aumento de las ayudas estatales y el gasto social, una realidad reflejada en el endeudamiento de las cajas de seguridad social francesas. Un ejemplo de esto es que el aporte de estas instituciones a la deuda global aumentó en 3.300 millones de euros en el primer trimestre de este año. De hecho, se calcula que más del 50% del gasto público se destina a prestaciones sociales y alrededor del 14% del PIB a pensiones.
INSEE vincula este déficit principalmente a entidades como la Urssaf Caisse Nationale, que administra a los gastos sociales vinculados a la salud, las pensiones y las ayudas a las familias; y que contribuyó con 1.500 millones de euros a la deuda nacional. De forma similar, Unedic, una institución que gestiona las ayudas por desempleo, añadió otros 1.500 millones; mientras que Cades, la institución encargada de amortizar las deudas de las otras entidades de la seguridad social, aportó 700 millones a la deuda en el primer trimestre de 2025.
Para 2026, la Comisión Europea prevé que el déficit de las administraciones públicas aumente gradualmente hasta el 5,7% del PIB, dado que algunas medidas de recaudación adoptadas para 2025 están a punto de expirar. Así, la relación entre ingresos y PIB disminuiría en Francia alrededor de 0,2%, mientras que la relación entre gastos se mantendrá “prácticamente estable” y se espera que los pagos de intereses sigan aumentando hasta el 2,9% del PIB. Por estos motivos, Bruselas estima que el ratio de deuda pública mantendrá una tendencia ascendente, aumentando al 116,0% en 2025 y al 118,4% en 2026.
Perspectivas
Para afrontar esta situación, Bayrou planteó distintos ajustes fiscales para intentar sanear las cuentas públicas y recortar el gasto anual en unos 44.000 millones de euros. Sin embargo, algunas de sus propuestas (como la congelación de las pensiones y la eliminación de días festivos) desencadenaron rechazo generalizado y una lucha dentro de un Parlamento en el que el Gobierno no tiene mayoría.
“A mediados de julio, Bayrou presentó una hoja de ruta para el presupuesto de 2026. Esta propuesta proyectaba una reducción del déficit del 5,4% este año al 4,6% del PIB el próximo. Esta importante consolidación fiscal y las medidas presentadas para lograrla generaron un gran descontento entre los partidos de la oposición”, indica una informe reciente de JP Morgan.
No obstante, tras anunciarse que el Partido Socialista y el partido ultranacionalista Rassemblement National (de Marine Le Pen) votarían en contra de la permanencia de Bayrou como primer ministro, el escenario más probable, según el consenso de los analistas, es la caída del Gobierno y nombramiento de un nuevo primer ministro (el quinto en cuatro años).
Dicho esto, algunos expertos consideran que, incluso si esta crisis es superada, el conflicto parlamentario permanecerá como un obstáculo para las reformas francesas. “Prevemos que la tensión política regrese en esta segunda mitad de 2025, precisamente porque esperamos que las negociaciones de los presupuestos de 2026 provoquen desacuerdos entre partidos y se convoquen nuevas elecciones”, indica Thomas Gabbey, gestor de renta fija global de Schroders.
Asimismo, la incertidumbre política de cara a las elecciones municipales en marzo de 2026 y a las elecciones presidenciales en mayo de 2027 sigue siendo un desafío clave para los expertos y analistas. “Por ello, las perspectivas fiscales a medio plazo de Francia siguen limitadas por un panorama político fragmentado, una polarización política creciente y un calendario electoral que dificulta los compromisos políticos sobre reformas económicas y presupuestarias”, indican Thomas Gillet y Brian Marly, analistas de sector público y soberano de Scope Ratings.
¿Estabilidad relativa?
A pesar de esto, la inestabilidad francesa parece haberse vuelto la norma, y por eso los pronósticos no son del todo fatalistas. “El crecimiento económico de Francia ha sido muy débil durante el último año, pero no creemos que el riesgo de que entre en recesión sea especialmente alto”, responde François Rimeu, estratega sénior de Crédit Mutuel Asset Management a CincoDías.
El experto de Crédit Mutuel resalta que los indicadores han mejorado en los últimos tres meses, con el repunte del PMI manufacturero gracias a Alemania. “Francia también se está beneficiando de la bajada de los precios de la energía, con una caída del 16% en el precio del petróleo en euros desde principios de año. Por supuesto, la incertidumbre política probablemente tendrá un impacto negativo en la inversión y el consumo”, agrega Rimeu.
En consonancia, otras de las fuentes consultadas adelantan que los escenarios más probables en el corto plazo no cambiarán drásticamente el estado actual de la economía francesa ni europea. “El riesgo de crisis importante en la deuda francesa y contagio de las tensiones al resto de sectores y países de la zona del euro sigue siendo limitado, a nuestro juicio. Este escenario catastrofista, en el que los inversores no comprarían la deuda francesa a pesar de unos tipos muy atractivos, pasaría a ser más probable si el bloqueo político supone la dimisión del presidente Macron, un escenario muy improbable; o en caso de que los presupuestos franceses vuelvan a descarrilar este año”, apuntala Xavier Chapard, estratega en LPB AM, accionista de La Financière de l’Echiquier (LFDE).
Con todo, la necesidad de una intervención del FMI o de que Francia enfrente un muro de deuda pública (la inhabilidad de un país de gastar por tener demasiados pasivos) también queda descartada por los expertos. “Consideramos que la capacidad de pago de la deuda francesa sigue siendo relativamente alta, dado que el país se benefició de un largo periodo de costes de financiación muy bajos. Esto debería limitar la posible liquidación de bonos gubernamentales franceses, aun cuando no existe una vía rápida para salir del dilema político actual, lo que mantiene elevado el diferencial adicional de la deuda pública francesa. Asimismo, la reacción del mercado de valores ha sido moderada, dado que la prima política ya está descontada”, señala Dario Messi, director de renta fija de Julius Baer.
Por su lado, Yves Bonzon, CIO de Julius Baer, opina que si bien es cierto que al mercado no le gustan los persistentemente elevados déficits primarios franceses, ni la falta de una estrategia concreta para abordarlos, la asequibilidad de la deuda no debería ser un problema inmediato para Francia. “En definitiva, este episodio sirve como recordatorio de que la situación actual de dominio fiscal y finanzas públicas insostenibles afecta a todas las monedas fiduciarias del G7, no solo al dólar estadounidense. De hecho, Francia podría ser la próxima prueba para el euro”, apunta Bonzon.
A pesar de estas miradas relativamente optimistas, otros expertos resaltan que el malestar económico francés parece ser inevitable en el futuro próximo. “El Estado no es incapaz de cumplir sus compromisos, pero esto no significa que la situación presupuestaria francesa sea razonable. Los franceses están preocupados por ella y los inversores la cuestionan”, sentencia Philippe Waechter.
Los posibles escenarios políticos en Francia antes de las elecciones de 2027
Nuevo Gobierno. Una primera posibilidad sería el nombramiento de un nuevo Gobierno, dirigido por un primer ministro de la familia política presidencial (de derechas o posiblemente de izquierda moderada). Esta sería una alternativa para intentar ampliar la base del Gobierno de Macron. ”En el mejor de los casos, se ajustarían y reducirían las medidas fiscales. La situación seguiría siendo crítica, pero sin cambios en general. Este es el escenario que actualmente prefieren los mercados y que parecen haber tenido en cuenta los inversores”, ponderan los expertos de Edmond de Rothschild AM (EdRAM).
Diputados actuales. Si se llegara a disolver el Parlamento, un opción sería volver a nombrar a los diputados actuales (posiblemente con algunos cambios). Esto posiblemente debilitaría a la familia presidencial. “La votación del presupuesto sería más difícil. Si este último se paraliza, el Gobierno podría recurrir a decretos ejecutivos para aprobar gastos e ingresos y adoptar créditos mensuales temporales. Sin embargo, esta situación no sería sostenible políticamente más allá de unos meses y no contribuiría a reducir el déficit. El diferencial francés se ampliaría un poco más, pero no parece probable que se produzca una crisis financiera”, indican los expertos de EdRAM.
Nueva mayoría. En teoría, si se disuelve el Parlamento, Macron también podría permitir que el partido ultranacionalista Rassemblement National busque lograr la mayoría. “El partido de extrema derecha, que ha renunciado al Frexit, ha revisado su costosa promesa estrella de reducir la edad de jubilación a los 60 años y ahora puede aprovechar su presión sobre los líderes económicos durante la última campaña electoral. Una victoria puede que ya no sea una señal de alarma para los inversores. La necesidad de reforzar la credibilidad probablemente impulse al alza las primas de riesgo del país”, indican.
Ultraizquierda. La idea de una nueva coalición de izquierdas y su victoria es el escenario más temido por los mercados, pero parece hoy poco probable debido a la gran disensión en las filas y al descenso en las encuestas.
Adiós Macron. La dimisión del presidente Macron en respuesta a la crisis política confirmaría la incapacidad del país para alcanzar un consenso, barajaría las cartas y, en un primer momento, aumentaría la prima de incertidumbre, según EdRAM.