Hidrógeno verde: ¿santo grial energético o moda empresarial?

Bruselas y más de 600 empresas a nivel europeo apuestan fuerte por este nuevo combustible que promete ser una alternativa más limpia a la gasolina y el carbón. No obstante, los grupos de activistas cuestionan sus vínculos con empresas productoras de combustibles fósiles

La planta de hidrógeno verde más grande de Europa se encuentra en Puertollano (España).Iberdrola

La transición energética es una pieza clave en la estrategia de Europa para lograr la llamada “autonomía estratégica”. En el campo particular de la energía, Bruselas ha realizado una apuesta multimillonaria por las renovables para evitar depender de sus proveedores. En esta línea, la eólica y la solar han sido dos formas de generación que se han visto muy potenciadas. Sin embargo, también hay un combustible que está captando cientos de millones de euros en inversiones tanto del sector público como del privado: el hidrógeno verde. La Comisión Europea ha asegurado que para 2030 la región tendrá por lo menos unas 50 plantas de producción y/o distribución de esta sustancia, y que en el futuro se espera canalizar 43.000 millones de euros a 120 proyectos en todo el Viejo Continente.

Pero, ¿qué es exactamente el hidrógeno verde? El hidrógeno es la molécula más abundante del universo y un potente combustible, sin embargo, en nuestro planeta no se encuentra de forma autónoma en la naturaleza. Para conseguirlo, se puede extraer del agua (H2O) o de hidrocarburos (combustibles fósiles) como el gas, el carbón o el petróleo. Entre otros procesos, esto se logra a través de la electrólisis del agua (que permite separar el hidrógeno del oxígeno con electricidad). En esta línea, si la molécula se extrae del agua y la fuente de energía que se utiliza es renovable, se le puede asignar el título de “hidrógeno verde”.

El producto que resulta de este proceso se puede utilizar tanto en la industria como para vehículos. De hecho, la Agencia Internacional de la Energía señala que obtener el hidrógeno a partir del agua de esta manera puede ahorrar 830 millones de toneladas de CO2 que se emiten anualmente cuando este gas se produce a partir de combustibles fósiles.

“El hidrógeno es una solución clave para lograr una economía sin emisiones de carbono, ya que puede contribuir a la transición en diferentes frentes: producción, almacenamiento y distribución de energía, así como usos finales en la industria, el transporte, la construcción y muchos otros. El hidrógeno limpio permite sustituir no solo el hidrógeno de origen fósil en los usos industriales actuales, sino también otros portadores de energía de origen fósil como la gasolina, el diésel y los combustibles de hidrocarburos en el sector del transporte; el carbón y el coque en el sector del acero; el gas natural en el sector de la calefacción; y otros combustibles y materias primas contaminantes y emisores”, explica Daniel Fraile, director de políticas de Hydrogen Europe, la patronal europea del sector, a CincoDías.

En este contexto, Fraile enfatiza que en la región hay por lo menos unas 600 empresas que están apostando por esta tecnología. En España, por ejemplo, se encuentran Repsol, Acciona, Capital Energy, Técnicas Reunidas, Carburos Metálicos, Cepsa, Iberdrola, Enagás y Fertiberia.

“El hidrógeno es un pilar fundamental de la transición energética. Es un vector energético que presenta todas las ventajas del petróleo y el gas sin sus inconvenientes. El hidrógeno puede almacenarse, transportarse tanto en camiones como por tubería y suministrar energía sin emitir gases de efecto invernadero. Con una densidad energética tres veces superior por kilogramo a la gasolina, el hidrógeno se ha convertido en una alternativa real a los combustibles fósiles para determinados usos”, explica Franz Bechtold, director de negocios de Lhyfe España a este periódico.

Apuesta europea

En 2022, la Comisión Europea puso en marcha el Banco Europeo de Hidrógeno, un instrumento de financiación para potenciar la inversión en este campo. El principal objetivo del mecanismo es “desbloquear las inversiones privadas en las cadenas de valor del hidrógeno, tanto dentro de la UE como a nivel mundial”, y desde entonces ya ha movilizado 720 millones de euros a siete proyectos de hidrógeno verde alrededor del viejo continente.

“Europa está observando con atención el sector del hidrógeno por muchas razones: en primer lugar, su diversidad de aplicaciones y su potencial de impacto en la transición verde. En segundo lugar, porque el continente alberga tecnología y conocimientos pioneros que podrían transferirse a otros países, apoyando su competitividad y autosuficiencia a través de la diversificación de su suministro energético. Y tercero, porque puede aumentar los flujos comerciales internacionales y las asociaciones con países que pueden importar hidrógeno a Europa”, explica Fraile.

“Invertir en hidrógeno verde posiciona a Europa como líder en tecnologías de energía limpia, estimulando la innovación y el desarrollo tecnológico. Esto abre nuevas oportunidades de mercado y exportación, beneficiando la economía europea. Además, el hidrógeno verde tiene aplicaciones diversas, pudiendo usarse en la industria, el transporte y la generación de electricidad, lo que proporciona una solución versátil para reducir las emisiones en diferentes áreas. Estas razones hacen que el hidrógeno verde sea una prioridad estratégica para Europa, alineándose con sus metas de sostenibilidad y seguridad energética”, apunta Bechtold.

En este contexto, los expertos consultados coinciden en que todavía existen algunas barreras para que la industria termine de despegar. Por ejemplo, en la opinión de Bechtold, el entorno regulatorio es complejo y no trata todas las tecnologías de producción de hidrógeno de manera común. Según el experto, algunas barreras artificiales que podrían eliminarse siguen presentes.

“En el caso de las tecnologías de electrólisis del agua, se necesita una acción regulatoria urgente para relajar las reglas sobre adicionalidad y correlación temporal para las renovables y facilitar el uso de electricidad con bajas emisiones de carbono. Es necesario adoptar la Ley Delegada sobre Combustibles Bajos en Carbono para establecer estándares de emisiones claros y reglas contables precisas para el hidrógeno bajo en carbono, facilitando inversiones con altas tasas de captura de CO2 y bajas emisiones upstream. La Estrategia de Gestión del Carbono Industrial y la Ley Industrial Net Zero pasan por alto los métodos de captura de carbono previo a la combustión, como el carbono sólido procedente de la división del metano y el biocarbón procedente de los residuos biológicos”, explica el experto

Críticas de activistas

El sector, no obstante, ha sido también cuestionado por distintas organizaciones. En concreto, una de las principales críticas no va contra el hidrógeno verde de por sí, sino contra las empresas como Saudi Aramco o Shell que apuestan por el sector, pero también por el petróleo y el gas natural. Cabe destacar que estas compañías argumentan que estas inversiones forman parte de su transición hacia modelos de negocio menos contaminantes.

Un ejemplo de estas críticas fue la planteada por la organización ambientalista Amigos de la Tierra, que sugiere que el hidrógeno ha sido impulsado por grupos de interés para orientar la transición ecológica hacia un camino más favorable para los productores de energía fósil. En este contexto, los activistas aseguran que esta alternativa además resulta “costosa, ineficiente y lejana”.

“Impulsado por la misma industria fósil que ha causado la crisis climática, el hidrógeno es otra solución falsa, vendida por la industria como una solución mágica que permite que las cosas sigan como hasta ahora. Al igual que otras soluciones falsas, representa una distracción peligrosa de los recortes de emisiones urgentes, profundos y reales que se necesitan para abordar la crisis climática”, sentencia la organización en un comunicado publicado en noviembre de 2023.

Desde Greenpeace no comparten directamente esta crítica al hidrógeno verde en sí mismo, pero sí a los nexos de algunas de las empresas del sector vinculadas a los combustibles fósiles. Por ejemplo, en noviembre de 2023 cuestionaron que la planificación y gestión de gran parte de la futura infraestructura de hidrógeno de Europa “podría quedar en manos de la industria del gas fósil” debido a la regulación, que en su opinión es poco exigente al momento de excluir a las empresas que distribuyen combustibles contaminantes.

“El verdadero hidrógeno verde será un recurso precioso, que aún tendrá algún costo ambiental, por lo que Europa no debe permitir que se queme sin control. La UE debe dejar de quemar gas fósil lo antes posible y, afortunadamente, las energías renovables y la electrificación pueden eliminar gran parte de la necesidad, pero debemos dejar el hidrógeno para donde sea realmente necesario. Al entregar las llaves de la red de hidrógeno a la industria de los combustibles fósiles corre el riesgo de que se produzca una sustitución comparable del hidrógeno por gas y la sustitución de una dependencia peligrosa por otra”, indicó Silvia Pastorelli, encargada de Greenpeace en materia de clima y energía de la UE.

Finalmente, cabe destacar que la crítica a este sector tampoco es unánime desde las organizaciones ambientalistas. Por ejemplo, desde WWF han manifestado reiteradamente su apoyo al desarrollo del hidrógeno verde, aunque se oponen a las otras variantes de este combustible y sugieren que su uso debe darse sobre todo en la industria. “Sólo el hidrógeno verde es verdaderamente respetuoso con el clima a largo plazo. Es necesario incrementar el hidrógeno verde ahora, siendo la máxima prioridad la expansión de las formas de energía renovables”, indicaron en un documento en febrero.


Algunos de los principales proyectos  de infraestructura para hidrógeno verde en Europa

H2Med. Es uno de los proyectos emblemáticos de infraestructura de hidrógeno, vital para el desarrollo de un mercado del hidrógeno verdaderamente europeo. Consiste en un corredor de gasoductos que permitirá conectar a tres de las principales economías europeas y en el que se han invertido 2.500 millones de euros. Habiendo recibido un amplio apoyo político de los Gobiernos de Portugal, España, Francia y Alemania, está preparado para marcar una diferencia real. A finales de 2023 recibió el estatus de PCI (proyecto de interés común europeo), lo que demuestra también el apoyo de la Comisión Europea y, por tanto, su importancia para todo el continente.  


El Valle del Hidrógeno de Andalucía. Con una inversión de más de 3.000 millones de euros, prevé la construcción de dos instalaciones de producción de hidrógeno renovable en los parques energéticos de Cepsa en Palos de la Frontera (Huelva) y San Roque (Campo de Gibraltar, Cádiz). Las instalaciones tendrán una capacidad combinada de electrólisis de 2 GW y producirán hasta 300.000 toneladas de hidrógeno renovable al año. 

Puertollano. Iberdrola ha puesto en marcha la mayor planta de hidrógeno verde para uso industrial en Europa. Ubicada en Puertollano (Ciudad Real), consta de una planta solar fotovoltaica de 100 MW, un sistema de baterías de iones de litio con una capacidad de almacenamiento de 20 MWh y uno de los sistemas de producción de hidrógeno electrolítico más grandes del mundo (20 MW). Todo ello procedente de fuentes 100% renovables. 

Catalina. Es un proyecto de hidrógeno con una capacidad de electrolizador de 500 MW ubicado en Aragón que producirá hidrógeno renovable para reducir las emisiones de carbono de aplicaciones industriales. En mayo pasado, el proyecto recibió con éxito subvenciones de la primera subasta del Banco de Hidrógeno de la UE.

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