‘Carpe diem’: ¿por qué la inflación no ha logrado frenar el gasto en ocio?

El anhelo de diversión vence a la subida de precios y los malos augurios económicos gracias al ahorro acumulado en pandemia y el ansia de vida

España no renuncia a su diversión. Las copas por la tarde, los estrenos en la gran pantalla y el placer de sumar alguna que otra prenda al fondo del armario se han mantenido en línea ascendente pese a la incertidumbre económica y la espiral inflacionista ocasionada por la guerra en Ucrania. En general, el consumo de las familias españolas exhibió gran resistencia en 2022 en medio de la escalada de precios y el entorno de incertidumbre. Fue en el último periodo del año cuando los hogares contuvieron sus gastos (-1,8% según el INE), poniendo fin a seis trimestres consecutivos de subidas. De hecho, el robusto crecimiento del PIB hasta el 5,5% se explica en gran medida por el mayor consumo y por la recuperación del turismo, tan golpeado durante la pandemia.

Datos de Caixabank Research precisan que hubo un crecimiento interanual del 32% del gasto con tarjetas en ocio y restauración. Javier Ibáñez, economista del centro de análisis, ve estos datos como una sorpresa positiva, que demuestran que “los hogares no están ajustando su consumo cuando se trata de salir”. Tampoco en hostelería, que alcanzó su facturación prepandemia pese a que, con el paso de los meses, la confianza de los consumidores fue cayendo. Bajó de 81,3 puntos en diciembre de 2021 a 68 puntos en el mismo mes de 2022, según el índice elaborado por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS).

La disparidad entre la seguridad de los compradores y su gasto es otro producto del escenario económico sin precedentes de los últimos tres años. Las restricciones a la actividad y la movilidad de la crisis sanitaria frenaron de golpe el crecimiento del país, pero también se acumuló un elevado ahorro que, sumado a la demanda embalsada y la mejora del mercado laboral, ha impulsado la recuperación entre 2021 y 2022. A ello se suma que los españoles tienen muy arraigado el hábito de consumir fuera de casa, según explica Edurne Uranga, directora de Foodservice del grupo NPD en España. Así que, “las ganas de recuperar estas ocasiones han vencido a la creciente incertidumbre instalada en nuestro día a día (inflación, guerra, desempleo)”.

El colchón de la pandemia

El 2020 dio pie a un fenómeno generalizado entre quienes consiguieron librarse de un despido y siguieron cobrando puntualmente cada mes: el ahorro. El cambio de hábitos por el confinamiento y el menor número de oportunidades de consumo, sumado a la incertidumbre del futuro, impulsó que la tasa de ahorro de las familias españolas alcanzara en el primer año de pandemia el 14,8% de su renta disponible, más de ocho puntos por encima de 2019. Al año siguiente, cuando aún había restricciones de movilidad, la cifra fue del 11,4%, según los datos del Instituto Nacional de Estadística.

El colchón generado fue a costa del gasto, que en 2020 disminuyó ostensiblemente hasta los 26.996 euros por familia, un 10,7% menos que un año antes, según el INE. Los únicos sectores que se beneficiaron de la pandemia fueron alimentación y vivienda, donde aumentó el consumo medio por hogar un 6,8% y un 1,9%, respectivamente, según el centro de estadística. Las demás ramas de la economía sufrieron abruptas caídas que oscilaron el 30%, superando el 40% en el caso de restaurantes y hoteles. La situación mejoró un año después, pero no alcanzó los niveles prepandemia. En concreto, el gasto medio por hogar se quedó mil euros por debajo de 2019, lo que supuso una disminución del 3,3%.

Laureano Turienzo, presidente y fundador de la Asociación Española de Retail, apunta que la crisis sanitaria está dando sus últimos coletazos, por lo que el consumo no responde como en anteriores escenarios de incertidumbre. El especialista resalta dos grandes cambios detrás de estos buenos números: el foco en los servicios de restauración y la mayor relevancia del precio en la decisión de los consumidores. “El peor enemigo del comercio no es internet ni las compañías extranjeras, sino que los consumidores tengan miedo a gastar”, apunta directamente. Eso no sucede, apoyado principalmente por los buenos números del mercado laboral.

El paro se mantiene en los niveles más bajos de los últimos 14 años, por debajo del 13% de la población activa y muy lejos de los valores máximos de 2013. La comparación con este recuerdo aún sigue fresca, cuando se destruyeron desde 2008 3,5 millones de empleos. Ahora los efectos han sido más concentrados e intensos, pero con una salida más rápida. Además, los Expedientes de Regulación Temporal del Empleo (ERTE) evitaron la ruptura de las relaciones de trabajo y blindaron a las familias. Más de tres millones y medio de trabajadores llegaron a estar en esta situación, mientras la cifra apenas supera los 33.000 a finales del año pasado, según datos de la Seguridad Social. Esto explica, según Ibáñez, por qué los “consumidores no prevén un futuro en el que no tengan ingresos y se permitan el lujo de consumir tirando de ahorros”.

En 2022 el carpe diem vence a la inflación

La fortaleza del empleo y el ahorro acumulado de las familias españolas tiene su beneficiario directo en los sectores de la economía. En el de servicios se observa que número de negocios ha aumentado de forma interanual un 13,4% en noviembre de 2022, según datos del INE. La hostelería, que incluye servicios de alojamiento, comidas y bebidas, ha sido una de las principales locomotoras para este crecimiento, con una tasa anual de crecimiento del 14,7%.

Vista General de la zona gastronómica de Galería Canalejas, inaugurada en diciembre de 2021. Cristina Arias (Cristina Arias)
Cuenta con casi una veintena de restaurantes, en los que se entremezclan la gastronomía nacional e internacional.Cristina Arias (Cristina Arias)
La feria hostelera ha sido reconocida como New Business Model en los Horeca New Business Models Awards 2022.Cristina Arias (Cristina Arias)
La Spritzeria, uno de los espacios en los que se sirven copas únicamente.Cristina Arias (Cristina Arias)

A pesar de la drástica caída de 2020, con sus réplicas menores en 2021, la restauración recuperó en 2022 su nivel de ventas prepandemia: casi 38.000 millones de euros, resalta Uranga, directora de Foodservice del grupo NPD en España. Según ella, el sentimiento entre la ciudadanía es que es mucho más caro comer en casa que en la calle debido a los ajustes que hace en sus formas de consumos (promociones, productos más baratos, reducción de platos, entre otros). De acuerdo a datos publicados por NPD junto con la consultora KPMG, en octubre, el incremento del gasto medio por comensal fue del 3,5%, mientras el IPC del sector ese mes se situaba en 7,6%.

Más de 71 millones de viajeros extranjeros llegaron a España en 2022, una cifra que solo está un 14% por debajo del récord que alcanzó en 2019, según el INE. El gasto total también rozó máximos, situándose por encima de los 85.000 millones de euros.

La asistencia al cine también evolucionó mejor de lo esperado. El número de entradas vendidas en 2022 tuvo un crecimiento interanual del 45%, según datos de la Federación de Cines de España. Aunque aún está lejos de los niveles de 2019, supone un aliciente en un entorno de incertidumbre económica y alta popularidad entre las plataformas de streaming.

Por otra parte, los centros comerciales han conseguido cerrar el año con ventas superiores a las de 2019. Según datos de la Asociación Española de Centros y Parques Comerciales (AECC), la afluencia de los consumidores se consolidó en el primer semestre del año, con un repunte del 20% respecto a 2021. En paralelo, las ventas en ropa crecieron un 13,8% interanual, según la Asociación Nacional de Moda Retail (Acotex). Los mejores meses para la industria fueron entre enero y junio, si bien la campaña navideña también dejó alguna alegría. Más allá de la fast fashion, las compras de lujo lograron cifras especialmente altas.

Divergencia

A lo largo de 2022 se observó un desajuste entre lo que los consumidores pensaban que debían hacer y lo que luego hicieron. Esta divergencia se explica, según Raymond Torres, director de Coyuntura de Funcas, a un shock psicológico ante una perturbación exógena que no reflejaba necesariamente la evolución de la economía, es decir, la guerra en Ucrania. El optimismo entre los españoles mermó a lo largo del año como consecuencia de la invasión, pero el dinero acumulado por las familias y el buen desempeño del mercado de trabajo permitieron que la gente siguiera gastando. La persistente inflación también influyó en el aumento de las ventas. De hecho, en sectores como el de moda, la totalidad de los beneficios se atribuye al repunte de los precios.

En cuanto a quiénes pudieron permitirse más actividades recreativas, las cifras sugieren que fueron las rentas más altas. El dinero acumulado por las familias durante 2020 y 2021 fue de cerca de 130.000 millones de euros, según el Banco de España. Dos terceras partes de ese total lo acumularon las de más poder adquisitivo. Por contra, hubo hogares que no pudieron ahorrar debido a la pérdida de poder adquisitivo; fueron estos los más afectados por el alza de los productos básicos y quienes tuvieron que limitar sus patrones de consumo. Para este año, Torres estima que el consumo se incrementará a un ritmo próximo al de los ingresos, en torno al 1,2%, lo que significa que habrá una fuerte desaceleración, pero habrá quienes sigan apostando por la diversión.

En el balance anual se observa un frenazo económico a final de año que, sin embargo, no pudo borrar los avances conseguidos en la primera mitad de 2022. El PIB quedó por encima del 5%; los datos de empleo se mantienen en positivo, aunque cercanos a cero; el IPC es el más bajo de la Unión Europea (5,8% en enero, según el INE) y la tasa de ahorro, si bien es mucho más baja que en plena pandemia, se encuentra en una media histórica cercana al 6%.

Además del buen desempeño de los indicadores económicos nacionales, que se distinguen del resto de los Veintisiete, España parece adelantarse también en su respuesta a uno de los retos principales de la actual posmodernidad: el aburrimiento. La apatía y el cansancio, propiciado por las largas jornadas laborales, no parece ser un problema para los españoles, incluso en tiempos de inflación e incertidumbre.

Las ganas de recuperar el tiempo perdido, de continuar con los brindis y de evitar que la compra el sábado sea el hito más destacado de la semana parecen cimentar al ocio en la lista de los elementos que las familias españolas no están dispuestas a renunciar.

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