Mahou destina 220 millones en su apuesta por la sostenibilidad y los nuevos sistemas de producción

La cervecera española crece a doble dígito en mercados europeos clave y mira crecer en EE UU

Instalaciones de Mahou en_Alovera, Guadalajara.

Frank Zappa, músico rebelde, líder de la banda The Mothers of Invention, sostenía que no se puede vivir en un país de verdad a menos que tenga cerveza y una aerolínea. Desde ese punto de vista, España es un buen lugar. Entre otras cosas tiene una compañía 100% familiar, Mahou San Miguel, con 130 años de historia, sin deuda y buena tesorería, que produce el 32% de la cerveza del país, vende -datos de 2023- 1.600 millones de litros y ha hecho de San Miguel, adquirida en el año 2000 a Danone, la marca de cerveza española más consumida fuera de España. Mahou está a la cabeza de las grandes productoras del país -junto a Damm, Estrella Galicia (Hijos de Rivera) y Heineken- y maneja buenas bazas en la partida por el mercado. Tiene ante sí dos retos clave: el cambio de hábitos de las nuevas generaciones y la descarbonización de los procesos de producción.

Su estrategia funciona. Mahou crece a doble dígito en mercados europeos clave como Alemania, Italia, Irlanda y Portugal y produce por primera vez fuera de España, en Estados Unidos, la marca Mahou Cinco Estrellas. Una pica en Flandes. En el país de las barras y estrellas, con tradición cervecera y aerolínea -el provocador Zappa añadía fútbol y armas nucleares- Mahou San Miguel lleva una década de expansión continua, impulsada por la adquisición de las cervecerías artesanales Avery Brewing y Founders Brewing y por tres centros de producción, dos en Michigan y uno en Colorado.

Es un buen negocio internacional con raíces profundas. La empresa funcionó en la calle Amaniel de Madrid hasta 1960 y hoy cuenta con 8 fábricas ubicadas en Alovera (Guadalajara) -su bastión-, Burgos, Granada, Málaga, Córdoba, Lleida, Candelaria y Bilbao. Gestiona también cuatro manantiales (dos en Cuenca, uno Jaén y otro en Santa Cruz de Tenerife) y presume de los valores con los que se identifica a la capital, como la diversidad, la vitalidad, la espontaneidad o la actitud abierta. “El vínculo [con Madrid] es inseparable” explica el director de Operaciones Nicolás Castrejón “pero Mahou San Miguel es mucho más. Somos la compañía líder del sector cervecero en nuestro país y nuestra huella industrial y amplia red de distribución nos proporcionan una capilaridad única en el territorio nacional”. Para mantener la partida, Mahou ha invertido 65,5 millones de euros en todos los centros de producción. Alovera, el corazón del negocio ha contado con 40 millones en los dos últimos ejercicios.

Castrejón despliega datos: la compañía gestiona 100 marcas de bebidas en distintas categorías, entre ellas Alhambra, Solán de Cabras o San Miguel; ganó 108 millones el pasado ejercicio; contribuyó de forma directa a la economía con 1.708 millones; realizó el 94% de sus compras en el país e incorporó 400 empleados más a una plantilla que suma 4.179 trabajadores. “A través de la creación de empleo, el fomento de la compra local de bienes y servicios, y el impulso del ocio, la hostelería y el turismo, contribuimos activamente al desarrollo de las comunidades, consolidando nuestro compromiso con el entorno local” añade Castrejón.

Mahou San Miguel continúa en manos de dos ramas familiares (Mahou y Gervás). Su presidente, José Antonio Mahou, pertenece a la sexta generación, y la séptima participa ya en los órganos de gobierno de la empresa. Siguen la estela de Casimiro Mahou, que en los años 30 del siglo pasado supo retener al maestro cervecero alemán Konrad Stauffer Ruckert, impulsó la construcción de la primera maltería y consiguió extender el ámbito comercial de Mahou hasta abarcar todo el centro de España, sin perder la autonomía financiera, característica de la empresa familiar. La historia y el pasado están bien, pero los beneficios se ganan en el presente y el futuro. Siempre hay retos. Para Mahou San Miguel hay dos claros: las nuevas generaciones y la sostenibilidad. El consumo de cerveza en España ha evolucionado, los consumidores han modificado sus hábitos de consumo y han ampliado sus preferencias. Demandan productos sin alcohol y otras variedades de cerveza, lo que obliga a innovar y a lanzar novedades como las cervezas sin alcohol, las tostadas sin gluten o las cervezas con toques afrutados. Todo para conectar con los nacidos con el milenio, la Generación Z.

Y luego está la sostenibilidad. “Nuestro objetivo es ser carbono-neutrales en nuestras operaciones para 2030 y en toda nuestra cadena de valor para 2040″ explica el responsable de Operaciones. Eso cuesta dinero. En concreto, 220 millones en diez años. El pasado ejercicio, Mahou San Miguel destinó más de 48 millones de euros en iniciativas de sostenibilidad, centradas en la hostelería, la protección del medioambiente y la economía circular. Incluye el uso de energías renovables y la eliminación total del plástico en todos los packs de latas para 2025.

Uno de los proyectos más ambiciosos en la estrategia de sostenibilidad de la marca es la construcción de una planta de biomasa en Alovera, la fábrica de cerveza más grande de España y una de las tres mayores de Europa. Con una inversión superior a los 15 millones de euros, el proyecto tiene como objetivo reducir en un 95% las emisiones directas de CO2. La construcción comenzará en el primer trimestre de 2025 y estará operativa en 2026. Será ejecutada y operada por Magnon Servicios Energéticos, filial del grupo Ence. Hay más. En la planta de Burgos -y en simbiosis con Verallia, fabricante de vidrio- la cervecera aprovecha la energía residual de la fundición para ahorrar gas natural -60%-. Todo suma, desde el reciclaje del plástico de las botellas de agua -100% en el caso de Solán de Cabras- hasta el aprovechamiento del bagazo, un subproducto de la malta en la elaboración de cerveza que Mahou utiliza ahora para crear cubiertos comestibles en colaboración con la start up Gloop.

Todo cabe en la cuarta revolución industrial -industria 4.0-. Los equipos técnicos de Mahou comparten imágenes en tiempo real de distintos centros con el empleo de gafas de realidad aumentada; robots móviles autónomos (AMR) transportan mercancías de hasta 1.500 kg por los 50.000 metros cuadrados de la fábrica de Alovera y la digitalización, los sistemas automatizados, la impresión 3D y la mecanización precisa de los pedidos optimizan la producción, ahorran tiempo y reducen costes en porcentajes de hasta el 60%. En el centro de todo el proceso, la bebida alcohólica, no destilada, de sabor amargo, fabricada con granos de cereales cuyo almidón se fermenta en agua con levadura. Cerveza. Los libros no pueden juzgarse por sus tapas, pero los bares sí. Por las tapas… y por las cervezas.

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