Columna

Circulación de doble sentido

Ayer el diario La Vanguardia afirmaba a seis columnas en su primera página que 'La tubería del minitrasvase del Ebro no se desmontará'. Estamos pues de enhorabuena porque la idea de una conducción desmontable cada temporada, como las plazas de toros portátiles que proliferan en verano -tan grata a la dirección de ERC e ICV, incluido el propio conseller de la Generalitat Joan Saura-, se hubiera inscrito en el despilfarro de Penélope con su incesante tejer y destejer. La Vanguardia daba cuenta además de haberse 'ultimado el convenio que fija también que el caudal podrá circular en los dos sentidos'. Estamos pues ante otro prodigio de la política de Zapatero anticipado en la anterior legislatura, cuando declaró con audacia abolido el principio de contradicción, base de la lógica aristotélica. .

En verdad, estamos ante un trasvase cuya dificultad fundamental no es la obra civil sino la semántica. Porque se llevará agua de un sitio a otro, es decir, se trasvasará pero semejante operación se verificará rehusando reconocer su nombre. Para atender esa necesidad léxica, sin la cual la nobleza baturra hubiera alcanzado temperaturas de incandescencia, han debido emplearse a fondo los filólogos. Por eso, la tubería resultará ser una conducción reversible de agua destinada al aprovechamiento de las ventajas de una interconexión y además los caudales podrán circular tanto en el sentido hacia Barcelona como hacia Tarragona. En cualquier momento reinventaremos la hidráulica y también el agua de los ríos podrá fluir desde su nacimiento hasta su desembocadura o a la inversa para asombro de nuestro Jorge Manrique.

Pero el interés de los trasvases abarca otros dominios que conectan las áreas de la política y de la empresa privada. Así ha vuelto a ponerse de manifiesto en estos últimos días al anunciar Eduardo Zaplana, quien ocupaba el número tres en la lista de candidatos del Partido Popular al Congreso de los Diputados por la circunscripción de Madrid, encabezada por Mariano Rajoy. El trasvase súbito de Zaplana a Telefónica ha confirmado aquello que cantábamos de pequeños, sin saber bien lo que decíamos, siguiendo las estrofas del Cara al sol: 'si te dicen que caí, me fui, al puesto que tengo allí'. Porque algunos saben que la entrada en política significa alcanzar una órbita de destrezas de doble uso y que los contactos y afinidades adquiridos en esas lides pasan a ser muy apreciados por la empresa privada, siempre atenta lo mismo a incorporar el talento como las conexiones privilegiadas que tanto abrigan la cuenta de resultados.

David Taguas llega a Seopan con la función de ser el facilitador de los contactos con el ministro Sebastián

El título de la película La tentación vive arriba, de Marilyn Monroe, describe un fenómeno que afecta a muchos actores del mundo político, sin acepción de colores ideológicos. Porque se diría que sólo las limitaciones legales, que como por ensalmo dejan de ser operativas, y la vergüenza torera de cada uno parecen actuar de dique para resistir las ofertas. Es sorprendente que casi nadie cuando es nombrado o elegido para ocupar un puesto se pregunte por qué lo ha sido o qué se quiere dar a entender con su designación, mientras que casi ninguno cuando es destituido comprende las razones que hayan podido llevar a esa decisión.

Para demostrar que la erosión afecta a todos los metales, si no se les protege contra los agentes de la intemperie, el anterior director de la Oficina Económica de la Presidencia del Gobierno, David Taguas, ha sido el siguiente en saltar al campo empresarial, veinticuatro horas después, al ser elegido, en un ejercicio de prestidigitación, presidente de Seopan, la Patronal de la Construcción.

A Taguas no se le conocían antecedentes en el sector, pero alguna vez hay que empezar, aunque cunde la idea de que llega a Seopan con la función de ser el facilitador de los contactos con el ministro Miguel Sebastián del que procede y con el presidente del Gobierno al que viene de servir. C'est ci ne pas une pomme como tituló Magritte su cuadro de la manzana, pero parece un calco.

Miguel Ángel Aguilar. Periodista

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