Los síntomas que dejan muy claro que necesitas cambiar de ordenador

Esto afecta tanto a portátiles como a los equipos de sobremesa

Ordenador blanco encima de una mesaUnsplash

Cuando utilizas por primera vez tu ordenador, este trabaja como es lógico a su máximo rendimiento, por lo que se consigue la mejor experiencia de uso que puede ofrecer. Sin embargo, a medida que tu equipo envejece, deja de cumplir su propósito previsto de la misma forma. Aquí tienes algunas señales que sugieren que puede ser el momento de buscar e invertir en un nuevo dispositivo.

Las actualizaciones ya no son para ti

La mayoría de los ordenadores admiten nuevas actualizaciones de software durante unos años, hasta que los requisitos del sistema para las actualizaciones superan al hardware.

Por ejemplo, para instalar Windows 11, tu ordenador portátil debe tener capacidad de Secure Boot y estar equipado con el Módulo de Plataforma Confiable (TPM), entre otros requisitos. Incluso con soluciones alternativas disponibles para instalar Windows 11 en un PC no compatible, es probable que encuentres errores y problemas al ejecutar Windows 11 en dicho sistema. Si tu ordenador ya no admite una nueva versión de actualización de software, y no quieres perderte las últimas características y la seguridad mejorada que ofrece la actualización, considera comprar uno nuevo.

Imagen frontal de un ordenador portátilUnsplash

El calor no es un problema… es un drama

La tensión del uso habitual puede provocar sobrecalentamiento, especialmente en los sistemas de refrigeración de los ordenadores portátiles. El sobrecalentamiento también puede ser causado por cosas como la acumulación de polvo, que obstaculiza el flujo de aire y actúa como aislante.

Limpiar regularmente las rejillas de ventilación y tomar otras medidas recomendadas puede mitigar este problema. Sin embargo, si el problema persiste, especialmente al ejecutar cierto software, podría indicar que el hardware no puede manejar las demandas del software.

Largas esperas para que se inicie el ordenador

Si tu equipo tarda una eternidad en iniciarse -o apagarse-, puedes tener problemas de eficiencia. Así, por ejemplo, es posible que tengas que reemplazar la unidad de almacenamiento (especial si saltas a tecnología de estado sólido). Sin embargo, si tienes una CPU obsoleta o poco potente que no puede manejar rápidamente las tareas de inicio, simplemente cambiar la unidad no resolverá el problema.

La RAM también puede ser un problema. Si esta es demasiado lenta o no hay suficiente, puede ralentizar significativamente tu tiempo de inicio. Es probable que otros componentes causen cuellos de botella en el arranque o apagado del sistema operativo. El caso es que si nada de lo que hagas tiene efecto, puede ser prudente invertir en un nuevo dispositivo.

Ordenador portátil con el logo de WindowsUnsplash

Reparaciones con precios desorbitados

Algunos componentes de hardware de PC, como la batería de un portátil, se pueden reemplazar o reparar con precios que pueden ser adecuados. En contraste, otros, como las placas base o las pantallas, pueden necesitar una inversión mucho más elevada -algo que ocurre también con los smartphones-.

Si tienes un problema con los segundos, lo ideal es que valores seriamente lo que hacer, ya que la compra de un nuevo ordenador puede ser una mejor solución por la actualización que supone. Además, la falta de repuesto por tener un equipo antiguo puede convertirse en otro escollo en el camino. Por lo tanto, tómate un momento para pensar lo que te conviene.

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