Europa vuelve a apretarse el cinturón
Una vez superada la pandemia y la crisis de inflación, Europa vuelve a la senda de la consolidación fiscal para atajar la deuda pública acumulada
Europa vuelve a apretarse el cinturón. Los ministros de Economía y Finanzas de la zona euro reclamaron ayer en Bruselas una contención del gasto público en los Presupuestos nacionales de 2025 justo cuando empezarán a aplicarse las nuevas reglas fiscales. La Comisión Europea había abierto la mano y aparcado la ortodoxia fiscal por la pandemia y las consecuencias indeseadas de la crisis de la energía y la inflación. El Ejecutivo comunitario confirmaba así un giro radical en la forma en que había afrontado la Gran Recesión cuando predicaba austeridad para atajar los desequilibrios presupuestarios. Ese cambio de guion permitió a los países europeos lanzar ingentes programas de ayuda pública para aliviar a hogares y empresas.
Pero una vez superadas las dificultades de la pandemia y la crisis de inflación, Europa vuelve a la senda de la consolidación fiscal para tratar de atajar los altos volúmenes de deuda pública que han acumulado los países en los últimos años. La entrada en vigor de las nuevas reglas fiscales en 2025 devuelve la disciplina fiscal y encorseta los presupuestos nacionales, pero con varias salvedades. La Comisión Europea permite que los países reserven más dinero a inversiones destinadas a reformas que aceleren la transición digital y la transformación energética para impulsar las renovables. Para cuadrar las cuentas y mantener el impulso inversor en estos capítulos reclama ajustes de gasto en el resto de las rúbricas presupuestarias. Además, las autoridades europeas están preocupadas por la fragilidad económica europea y piden a los países ser ágiles ante las elevadas incertidumbres con múltiples frentes que pueden hacer descarrilar el débil desempeño de la economía europea.
Este camino, además, se hace más cuesta arriba con la actual estrategia del Banco Central Europeo (BCE) que mantiene unos elevados tipos de interés. La institución presidida por Christine Lagarde tendrá que acelerar la normalización de su política monetaria para acompasar el cambio del marco fiscal de la Unión.
España llega a este escenario con retraso. En Bruselas ya se dibuja la orientación fiscal que deberían tener las cuentas de 2025 cuando el Gobierno de Pedro Sánchez aún no ha aprobado los Presupuestos de 2024. Además, aunque España ha hecho importantes esfuerzos fiscales para reducir el déficit y la deuda pública desbocadas por la pandemia, sigue presentando importantes desequilibrios. Esta situación aboca al Ejecutivo español a ajustes en las próximas cuentas.
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