La pyme avanza en sostenibilidad pero dista aún de ser estratégica en la gestión

La Cámara de Comercio de España analiza en un informe el grado de madurez de las pymes en relación a los criterios ASG. “Todavía es necesaria una gran labor de sensibilización”, reconocen

Trabajadores en la fábrica de una pyme.serts (Getty Images)

Las pymes son el motor de la economía en España, ya que conforman el 99% del tejido empresarial y aglutinan el 64% del empleo. De ahí que su concurso resulte fundamental en la transición hacia una economía sostenible, asentada en los ámbitos medioambientales, sociales y de gobernanza (ASG). Y en ese camino de transición la pyme española sigue avanzando hacia la integración de los aspectos ASG en la gestión de la empresa, según se constata en el informe Situación de la ASG en la pyme española elaborado por la Cámara de Comercio de España y que recoge los resultados de la Herramienta de Autodiagnóstico ASG para Pymes que la institución ha puesto a disposición de las empresas para conocer su grado de madurez en relación con la sostenibilidad. Así, el 40% de las pymes ya marca objetivos de gestión ASG.

Desde la Cámara de España se destaca que “las pymes van tomando poco a poco conciencia de la importancia de incorporar criterios de sostenibilidad en la gestión de la empresa”, si bien reconocen que “todavía es necesaria una gran labor de sensibilización”. Y precisamente “ese es uno de los objetivos principales de la Cámara de España a través de acciones como las que estamos llevando a cabo en las cámaras territoriales junto a la Fundación ICO o a las que desarrollamos a través de nuestro programa Pyme Sostenible”, señalan.

La madurez media de las pymes en materia ASG es de 2,52 puntos sobre 4, de lo que se infiere que estas empresas cumplen con la normativa básica en la materia y avanzan hacia la integración de estos aspectos en la gestión de la empresa. En concreto, el 47% se sitúa en un nivel de “cumplimiento básico” es decir, el mero cumplimiento normativo, y el 40% ha avanzado hacia el nivel de “gestión”, en el que se establecen planes y objetivos de implantación de aspectos ASG. No obstante, solo el 7% de las pymes considera los aspectos relativos a la sostenibilidad como elementos “estratégicos en la gestión de la compañía”.

En el informe se destaca que el grado de madurez en la implantación de aspectos ASG está claramente determinado por el tamaño de la empresa. Por debajo de 50 empleados, las empresas están más cerca de limitarse a aplicar la regulación existente que de establecer objetivos y planes ASG más avanzados. A partir de los 50 trabajadores hay más pymes que llegan a determinar medidas de gestión de los asuntos ASG, con un nivel de madurez del 2,63.

Gestión integral

De los tres ámbitos ASG, las pymes avanzan más en aspectos relativos a la gobernanza, con una madurez media del 2,63, mientras que los aspectos ambientales se sitúan en 2,55 y en los sociales alcanzan el 2,56. Sin embargo, la madurez media en la aplicación de un modelo de gestión integral no supera el 2,34. Esto significa las pymes avanzan de manera individual en los aspectos ambientales, sociales y de gobernanza, pero están más rezagadas a la hora de disponer de un modelo que integre todos estos aspectos y determine su gestión con políticas, sistemas y procedimientos específicos de gestión en sostenibilidad.

Este modelo de gestión integral es determinante para avanzar en la consecución de una estrategia de ASG sólida y comprometida, ya que puede orientar a la empresa en la identificación de ámbitos de riesgo y oportunidad derivados de aspectos medioambientales, sociales y de gobernanza importantes para la empresa, se recalca en el informe. Permite, además, la identificación de sistemas, procesos, políticas y recursos para la implantación de objetivos y acciones específicas: desde la identificación de los ámbitos de materialidad ASG, la determinación de grupos de interés más significativos y su modelo de interlocución, hasta la definición de planes de acción específicos de gobierno, medioambientales y sociales, para posteriormente su utilización en la comunicación con los grupos de interés.

La madurez media en el desarrollo de un modelo de gestión integral de la ASG es del 2,34, inferior al nivel de madurez que individualmente las empresas han establecido para la gestión de cada uno de los componentes ambientales, sociales y de gobernanza. Esto supone que las pymes avanzan poco a poco en esos ámbitos, pero todavía no los consideran como una función específica de la empresa, sobre la que hay que establecer un perímetro de análisis y una propuesta de trabajo con aquellos agentes internos y externos afectados.

La Cámara de España subraya que “el hecho de que, como muestra el informe, las pymes no tengan una visión integrada de la sostenibilidad muestra que todavía no son plenamente conscientes de la trascendencia que esta cuestión tiene y va a tener para la captación de nuevos clientes, la retención del talento, la fidelización de los consumidores y, en definitiva, para su cuenta de resultados”.

Mayor madurez en gobernanza

De los tres ámbitos ASG, existe un mayor nivel de madurez de las empresas en gobernanza, un 2,63, por encima de la media de 2,52. Una de cada cuatro pymes incluye el buen gobierno corporativo como parte de su estrategia. Las pymes están avanzando en la inclusión de las cuestiones de gobernanza, tales como la ética y transparencia, la fiscalidad o la gestión de la lucha contra la corrupción y la competencia desleal, en su estrategia empresarial
El análisis muestra que, también en este ámbito, el tamaño de las empresas es determinante. En el caso de las medianas, se sitúan en un nivel de madurez muy próximo al 3, el mayor dentro de los diferentes aspectos analizados en el informe. Un 52% de las microempresas cumple con la regulación básica en materia de ética y transparencia, competencia leal, prevención de la corrupción y fiscalidad, aunque es muy significativo que el 23% lo vea ya como una cuestión estratégica. Un porcentaje que se eleva hasta el 40% en el caso de las empresas con más de 50 trabajadores.
En general, la identificación de riesgos reputacionales vinculados con prácticas no éticas ha llevado a las empresas a dedicar tiempo y recursos a la incorporación de códigos éticos, evaluación del mapa de riesgos y la incorporación de procesos de denuncia y control de malas prácticas, y a considerar que todos los aspectos de ética y transparencia son claves para garantizar la sostenibilidad de la compañía.


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