4.X y 5.X: la carrera contrarreloj de Gamesa para arreglar sus turbinas más problemáticas

Un ‘grupo especial’ lleva meses tratando de resolver los fallos que han provocado una sangría millonaria en el fabricante de aerogeneradores de Siemens Energy

Un aerogenerador de Siemens Gamesa, en una imagen de archivo.

La suerte de Siemens Gamesa cambió en un abrir y cerrar de ojos: de indiscutible líder mundial en la fabricación de turbinas eólicas a pozo sin fondo de problemas. Los primeros inconvenientes en sus aerogeneradores trascendieron en 2021, a las puertas de una inédita crisis energética que, paradójicamente, llevaría a Europa a redoblar su apuesta por el viento. Tras casi un trienio de pérdidas ininterrumpidas, explicaciones poco claras, cuatro consejeros delegados, ...

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La suerte de Siemens Gamesa cambió en un abrir y cerrar de ojos: de indiscutible líder mundial en la fabricación de turbinas eólicas a pozo sin fondo de problemas. Los primeros inconvenientes en sus aerogeneradores trascendieron en 2021, a las puertas de una inédita crisis energética que, paradójicamente, llevaría a Europa a redoblar su apuesta por el viento. Tras casi un trienio de pérdidas ininterrumpidas, explicaciones poco claras, cuatro consejeros delegados, una OPA de urgencia por parte de su mayor accionista —la alemana Siemens Energy— y un salvavidas financiero del Gobierno alemán —al que en “algunas semanas” se sumará, también, el español—, el último hachazo llegó el verano pasado: la empresa comunicaba nuevos fallos en los 4.X y 5.X, las dos máquinas que han llevado a la firma a una situación crítica, y confirmaba que habrá despidos en sus fábricas.

A ese pecado original, propio, se ha sumado otro de índole sectorial: la gravísima crisis de toda la industria eólica. Un sector joven, que había crecido a ritmo acelerado en pocos años —quizá demasiado, como dicen cada vez más voces empresariales, también en el seno de la propia Siemens Energy— y que, de pronto, se veía atacada por varios frentes: la dislocación de las cadenas de suministro y el súbito encarecimiento de las materias primas ponían en entredicho la capacidad de estas empresas para satisfacer los contratos firmados años antes, cuando las condiciones eran otras.

En el caso de Gamesa, aunque importante, eso es secundario: el problema de verdad es propio y tiene nombre y apellidos: problemas de calidad que le han llevado a no vender ni una sola turbina. Hoy, casi un año después de este segundo revés, la plana mayor de Siemens Energy sigue tratando —el tiempo dirá con qué éxito— de resolver una carrera cada vez más acuciante.

“Sabemos cuáles son las principales causas de los problemas en las turbinas, ahora hay que poner en marcha las soluciones”, afirma el futuro consejero delegado de Siemens Gamesa, Venod Philip, en un encuentro con prensa internacional en la fábrica de la alemana en Mülheim. Será el 1 de agosto próximo cuando el todavía encargado de asuntos globales del grupo germano se convertirá en el cuarto jefe de la empresa desde 2020. Todo un récord: más que caliente, es una silla que arde. “Estoy muy satisfecho de haber aceptado el encargo. Por supuesto que siempre hay incertidumbres, pero si me guiase en la vida por lo que será de mí en dos años, nunca me habría marchado de la India hace 27″, añade en el encuentro, al que este diario ha asistido en calidad de invitado.

El segundo nombre sobre el que pivota el futuro próximo de Siemens Gamesa es un ingeniero con un historial profesional apenas vinculado al mundo de la eólica: Pratyush Nag. El verano pasado, mientras se encontraba de vacaciones en la India, recibió el encargo de ponerse al frente del grupo especial (task force, en inglés) que trata de dar con el origen del fallo y ponerle solución, la única forma de cortar de raíz un problema que ha costado miles de millones a su empresa y que amenaza miles de empleos. Estaba —y está— basado en Orlando, donde la firma alemana tiene uno de sus mayores centros de innovación, pero su trayectoria tenía poco que ver con los aerogeneradores.

Casi un año después del encargo, y tras casi un cuarto de siglo de carrera en Siemens Energy, Nag es “consciente” de tener entre manos “una de las cosas más importantes para la empresa en este momento”. También de que “muchas familias [las de los empleados] dependen” de su buen hacer. Es, dice, lo primero que le dijo a su equipo. “Lo fundamental es dar con la raíz del problema; entender qué ha ocurrido. Una vez que lo tenemos identificado, empezar a definir una solución de contención y, después, trabajar en acciones correctivas para solucionarlo”. La empresa no aclara en qué parte de este proceso se encuentra en este momento. Tampoco cuándo concluirá.

“No es el momento de buscar culpables”

El problema de estas turbinas “no es uno único: hay varias cuestiones relacionadas con el diseño, control de calidad en la fabricación...”, reconoce el ingeniero de origen indio. Un aerogenerador puede parecer sencillo, pero no lo es”. De ahí, añade, su “aproximación científica” a un fallo que está desangrando su cuenta de resultados. “Sé que va a ser difícil, pero todo el mundo está centrado en tratar de solucionarlo. Tenemos que resolver esto en equipo; no es el momento de buscar culpables”.

Pese a la complicadísima coyuntura, la buena marcha de los hoy boyantes negocios de turbinas de gas y redes eléctricas le han dado aire a la multinacional germana, compensando con creces las pérdidas del negocio de aerogeneradores y —muy particularmente— del eólico terrestre. Le han permitido, en fin, ganar tiempo.

Esa asimetría entre unas líneas de negocio y otras se refleja, también, en su evolución en Bolsa. Pese a que los problemas de Gamesa le siguen costando centenares de millones cada trimestre, la acción de la matriz ya cotiza por encima de los niveles de junio de 2023, cuando la empresa desveló los nuevos problemas de calidad de sus aerogeneradores y llegó a dejarse más de la tercera parte de su valor en una sola jornada. Un descenso que se agravó aún más en octubre, con la petición de rescate al Gobierno alemán: perdió, en menos de cuatro meses, las dos terceras partes de su valor. El reciente rebote, sin embargo, deja todo aquello en papel mojado: los 7 euros por acción de hace poco más de medio año se han convertido hoy en alrededor de 25.

Al margen de la task force, el plan del fabricante de aerogeneradores de origen español se mantiene: alcanzar el umbral de rentabilidad en 2026 y lograr —en palabras de su nuevo primer ejecutivo— “crecimiento rentable, con márgenes de doble dígito” a partir de entonces. “No todo es negativo: hay también muchos ejemplos de cosas que han ido bien en Siemens Gamesa. Sigue siendo una marca fuerte, y hay mucho potencial y compromiso para que las cosas salgan bien”. Ante el recorte de empleo en ciernes, el jefe entrante del fabricante de aerogeneradores, Venod Philip se limita a señalar su “enorme gratitud” hacia la plantilla “por el trabajo hecho estos años”. “Ahora hay un plan y tenemos que ejecutarlo con disciplina y paciencia”. ¿Va a vivir en España, como sus predecesores? Por sus palabras, no queda ni mucho menos claro: “Voy a pasar mucho tiempo allí”.

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