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Una llamada a la vigilancia interna

La multa de 3.400 millones de dólares (unos 2.700 millones de euros) por la manipulación del mercado de divisas es una gran llamada de atención a la industria bancaria para que se auto vigile. Las firmas involucradas –Citigroup, HSBC, JPMorgan, Royal Bank of Scotland y UBS– están pagando un 20% más de lo que las mismas autoridades han aplicado a cinco firmas por el escándalo Libor. Eso no se puede desestimar así como así. Refleja el fracaso de los bancos a la hora de aprender la lección.

Los operadores de estas firmas se comportaron inaceptablemente de diversas formas: compartiendo las identidades de clientes entre sí, revelando detalles de las transacciones para ayudar a otras firmas a manejar sus propias posiciones en el intercambio de divisas e intentando manipular las tasas para perjudicar a los clientes y al mercado. La falta de precisión en las reglas y regulaciones del mercado de divisas animó este mal comportamiento.

Cabe destacar que el quinteto del mercado de divisas había despertado inicialmente a la necesidad de fortalecer los sistemas a raíz del escándalo Libor, pero al instante parecieron olvidarlo.

Los reguladores ahora tienen que establecer normas más claras en lo referente al intercambio de divisas

Los reguladores ahora tienen que establecer normas más claras en el intercambio de divisas. El regulador suizo FINMA está intentando microgestionar la situación al forzar a UBS a limitar las primas de los trabajadores de su negocio de intercambio de divisas y metales preciosos a dos veces los salarios anuales y a que al menos el 95% del comercio de divisas sea automatizado. Pero la realidad es que los bancos necesitan vigilar se a sí mismos de manera más rigurosa.

La Autoridad de Conducta Financiera del Reino Unido está poniendo en marcha un programa que pone la responsabilidad en manos de la alta dirección para que limpien sus empresas. Eso captura la verdadera magnitud del problema –no se trata del negocio del intercambio de divisas, sino de malos incentivos y una cultura bancaria todavía fracturada–.

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