Obama, entre 'El Ala Oeste' y 'The Wire'

Nuño Rodrigo - 22/01/2010

En la entrevista de contraportada de La Vanguardia del miércoles, uno de los guionistas de El Ala Oeste de la Casa Blanca aseguraba que sus serie mostraba "a un presidente como a la gente le gustaría que fuese", y que quizá la expectativa de que Obama respondiese a ese perfil explica una cierta decepción con el inquilino de la Casa Blanca, "a pesar de que a Obama le gustan las series crudas, como The Wire".

Un año ha tardado Obama en afrontar una de las grandes cuestiones de su mandato: la banca en el mundo post-Lehman. Obama propone prohibir a la banca comercial la operativa por cuenta propia, las inversiones de riesgo y limitar su tamaño para evitar entidades demasiado grandes como para quebrar. Son propuestas al estilo de las regulaciones contra el monopolio de Theodore Roosevelt a principios de siglo y, sobre todo, de la Glass-Steagall-Act de 1933, que separó banca comercial y de inversión. Una ley cuya derogación en los felices 90 sembró la semilla del crac que hoy sufrimos.

La propuesta es, sin duda alguna -al menos para quien esto escribe-, una excelente noticia. Sin entrar en el debate sobre los beneficios para la sociedad de las operaciones de trading de alta frecuencia, de los vehículos de inversión en hipotecas subprime o de los hedge funds cuantitativos puestos en marcha por la gran banca, tiene poca justificación que el Estado pague una red de seguridad si estos sistemas fallan. O si el fallo es tan brutal que el propio sistema financiero está amenazado. Y más teniendo en cuenta los potenciales conflictos de interés.

Ahora bien, queda una duda. Obama no lo tendrá fácil para pasar esta legislación. Normas más light como la agencia de protección del ahorrador se han topado con la oposición frontal de los republicanos. Acaba de perder un senador y hay elecciones en noviembre. Y su propio equipo -Summers, Geithner- parece en ocasiones tan cercano a la industria financiera como el de Bush a la petrolera. Aunque las medidas de ayer parecen pergeñadas por el ex presidente de la Fed y asesor de Obama Paul Volcker.

¿Qué Obama es el de ayer? ¿Imagen o sustancia? ¿Un idealista o alguien que ha tomado el toro por los cuernos? Probablemente ambas cosas a un tiempo. De cara al público, separarse del establishment es una jugada astuta en un momento de debilidad. Y supone un notable cambio de juego en el terreno de la negociación de la letra pequeña. La reforma financiera tiene aspecto de ser un partido de largo plazo. Quizá Obama pareciese ayer un bienintencionado personaje de El Ala Oeste, pero tras 12 duros meses en la Casa Blanca de verdad, sabrá que los gestos no son gratuitos. nrodrigo@cincodias.es

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