El BBVA y el Sabadell se preparan para el desenlace de la opa tras un año de guerra
El banco de Carlos Torres ha creado un equipo para la integración, mientras que la entidad de Josep Oliu abre la puerta a una fusión con Abanca y Unicaja en el foco

Un año después, pocas cosas se han movido en la opa lanzada por el BBVA sobre el Banco Sabadell. Se acerca, eso sí, el primer gran Rubicón de la oferta, con la inminente decisión de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), que se prevé apruebe la transacción con la introducción de unas condiciones (remedies, en la jerga) suaves, que no eviten que el BBVA avance con la oferta. Después será el Gobierno el que tenga que avalar, reducir o ampliar estos compromisos y, finalmente, los accionistas de la entidad catalana los que decidan si aceptar o no la puja. La resolución se espera, en cualquier caso, que se dilate incluso más allá del verano, pero desde la sala de máquinas de los dos bancos ya trabajan en sus planes para el día después de la opa. Con orientaciones contrapuestas.
Por el lado del BBVA, el trabajo se centra en plantear la absorción de la entidad catalana. Para ello ha creado un equipo específico, que lidera un ejecutivo de la más estricta confianza del presidente, Carlos Torres. Se trata de Jordi García Bosch, quien fue su jefe de gabinete y actualmente lideraba la estrategia y la tecnología de la entidad. También ha contratado a Deloitte como asesor en este proceso. Pondrá cifras a todo ello en otoño, para cuando ha anunciado que presentará al mercado su nuevo plan estratégico.
En este año, el banco de origen vasco se ha afanado en defender que la opa es una transacción de crecimiento y no se basa tanto en recortes de plantilla o de red de oficinas, como otras operaciones del sector. Afirma, en concreto, que la entidad resultante incrementará en 5.000 millones de euros la capacidad de conceder crédito. También suele defender la importancia de la escala en banca, de modo que una entidad más grande estará mejor preparada para afrontar los retos de futuro, como la revolución tecnológica.
Esto, si la opa sale adelante. La incógnita para el BBVA es, realmente, qué ocurrirá si la oferta no prospera. Los mensajes tanto de Torres como del consejero delegado, Onur Genç, son de business as usual. Preguntados repetidas veces por ello, han indicado que mantendrán al banco en su línea actual, y que no se plantean lanzarse a por otras entidades españolas. Tampoco barajan dimitir, después de que la junta de accionistas celebrada el pasado marzo aprobase la continuidad de ambos como consejeros durante cuatro años más.
La orientación del Sabadell es claramente la contraria. Su cúpula trabaja para que la oferta desbarre. Primero, intentando convencer tanto a la CNMC como al Ejecutivo de la necesidad de imponer altas condiciones a la fusión para que no dañe al bien común. Por el otro, trata de persuadir al mercado para que diga que no a la oferta, con el argumento de que la entidad tiene más valor independiente que la tasación del BBVA, a razón de un título del banco vasco y 0,7 euros de los dividendos abonados por cada 5,0196 acciones del Sabadell. En esto es clave su generosa política de dividendos, basada en repartir a sus accionistas 3.300 millones en dos años. Por el momento, el campo está algo abonado para ello. La acción del Sabadell lleva meses cotizando por encima de la ecuación de canje del BBVA, lo que añade presión a los de Torres para elevar la opa.
Si bien este relato ha tenido cierto éxito, fuentes del mercado empiezan a plantear una incógnita. Si la opa no sale adelante, ¿qué? Un esquema donde cobra fuerza la idea de que el Sabadell se lance inmediatamente después a abordar una fusión con una de las entidades de tamaño mediano del mercado español. El propio consejero delegado, César González-Bueno, dejó la puerta abierta en una reciente entrevista con TV3. Dijo que esta es “una opción que siempre existe”, si bien en reiteradas ocasiones ha remarcado que de realizar una fusión será consensuada.
De hecho, el Sabadell ya sondeó a Unicaja para unirse hace algo más de un año, justo antes de que el BBVA le propusiera la fusión amistosa que desembocó en la actual opa hostil. Entre los argumentos para este encaje está la complementariedad geográfica, dado que Andalucía es precisamente la región donde el Sabadell tiene una menor presencia y su negocio en pequeñas y medianas empresas entronca con la intención de Unicaja de crecer en este segmento. Sin embargo, las complicaciones en el gobierno corporativo derivadas de la unión con Liberbank, y la necesidad de que la Fundación Unicaja conserve al menos el 30% del banco resultante para retener ciertos beneficios fiscales complican una operación.
Fuentes del mercado sitúan, en cambio, a Abanca más cercana al Sabadell. De hecho, estas mismas fuentes apuntan a un acercamiento entre la cúpula de ambas entidades en los últimos meses, que se han reunido en diversas ocasiones. Portavoces de ambos bancos coinciden en admitir estos encuentros, si bien niegan que en ellos se plantease ningún tipo de iniciativa.
Igualmente, ambas entidades son complementarias geográficamente y en modelo de negocio. El Sabadell ya cuenta con presencia en Galicia, puesto que adquirió el gallego Banco Atlántico y el asturiano Banco Herrero, pero la entidad de Juan Carlos Escotet le abriría, por ejemplo, las puertas de Portugal, donde acaba de adquirir Eurobic. Además, esto permitiría al empresario venezolano poner a cotizar la entidad y vislumbrar una salida, al tiempo que para el Sabadell le otorgaría uno de los elementos que más ha echado de menos en este año: accionistas de referencia.

Las líneas de defensa
Antes de todo esto llegará un aniversario clave. El miércoles, 30 de abril, se cumplirá un año desde la filtración que desbarató la operación. Forzó al Sabadell y al BBVA a admitir las conversaciones y a este último a remitir al mercado la oferta que acababa de enviar al consejo de administración del banco catalán. Días después, los catalanes rechazaron el ofrecimiento y el BBVA lanzó una opa hostil.
El Sabadell ha tratado de armar su estrategia defensiva desde distintas trincheras. El banco catalán ha aprovechado la semana de Sant Jordi, fiesta grande en Cataluña, para adaptar en beneficio propio la leyenda del pérfido dragón que cae derrotado por el caballero Jordi. “Ya está aquí el dragón insaciable, quiere comerse a la princesa, una actitud muy poco amable”, pregona la publicidad del Sabadell, y abre la puerta a darle una buena “reprimenda” al bicho, porque “parece que no aprende”. La opa lanzada por el BBVA es el segundo intento que hace la entidad vasca por quedarse con el banco vallesano. En noviembre del 2020 ya se exploró una fusión, pero la operación se descartó porque el Sabadell no aceptó la valoración que puso encima de la mesa el BBVA.
El presidente del Sabadell, Josep Oliu, ha manifestado tener confianza en que esta vez el envite tampoco cuaje. Para Oliu hay “un 85% de probabilidades de que fracase la opa”. El Sabadell, envalentonado por la proyección lograda durante la Semana Santa en el trofeo de tenis Conde de Godó, un evento que patrocina desde hace 17 años y donde vuelca un considerable porcentaje de su inversión publicitaria anual, ha insistido en la idea de que mientras Sabadell es un banco de proximidad, el BBVA tiene intereses cruciales en México y Turquía.
El BBVA, por su parte, ha tratado de seducir a los accionistas del banco catalán con otra campaña publicitaria que apela al diálogo entre las dos partes y escenifica encuentros entre clientes de ambas entidades, donde se conviene que la fusión permitirá “competir de forma mucho más sólida en Europa”.
El argumentario de la entidad catalana exprime la idea de que la opa del BBVA carece de interés comercial. “No tiene sentido a ningún precio”, ha repetido el consejero delegado César González-Bueno, e incluso se cuestiona que pueda traer algún beneficio para los propios accionistas del BBVA. “Genera más valor mantener ambos bancos de forma independiente”, ha manifestado, en este sentido, Josep Oliu. La oferta de compra a los accionistas de Banco Sabadell les ofrece, por cada 5,3456 acciones ordinarias del Sabadell, una acción de nueva emisión de BBVA y, adicionalmente, el pago de 0,70 euros en metálico.
Más allá del plano pecuniario, los portavoces del Sabadell elevan el asunto a una cuestión de interés nacional: “Pone en peligro el bienestar de España”, ha afirmado Oliu, y es en ese terreno donde juegan una partida paralela con el objetivo de lograr la complicidad del Gobierno, para cuando le llegue la hora de poder bloquear la operación. “Hay mucho en juego”, se repite desde el Sabadell. Y han aparecido aliados para refrendar la tesis. La patronal catalana Foment del Treball ha puesto el foco en el impacto de la operación sobre el crédito a las pymes y ha elevado a “75.000 millones de euros” el retroceso de este crédito en caso de que la opa prospere. “Sería muy malo para el tejido empresarial español”, ha subrayado el presidente de la entidad, Josep Sánchez Llibre. Por su parte, Pimec, la patronal de la pequeña y mediana empresa que preside Antoni Cañete, ha encabezado la oposición a la opa del BBVA a través de un manifiesto que cuenta con el apoyo de más de 30.000 empresas. El documento defiende “la competencia en el mercado bancario”.