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La transición energética y la guerra agravan la crisis alimentaria mundial

Los biocombustibles comprometen materias primas básicas La invasión rusa de Ucrania tensa los mercados en plena subida de precios

Biocarburantes
Infografía: Belén Trincado

En una coyuntura climática crítica, el llamado primer mundo tiene la obligación de buscar alternativas responsables con el medio ambiente y con terceros países para seguir desarrollando sus actividades económicas. Por ahora, en términos de calentamiento global, los expertos demuestran que el esfuerzo no es suficiente y que algunas políticas a favor de la transición energética han sido perjudiciales para el planeta y para la seguridad alimentaria mundial.

Este es el caso de los biocombustibles. La directiva de energías renovables de la UE de 2009, modificada en diversas ocasiones, intentó limitar los biocombustibles más contaminantes, pero no ha frenado a esta industria, según la organización no gubernamental Transport and Environment (T&E), que señala la “falsa creencia” de que son el medio para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.

Además de no ser beneficiosos para el clima, la ONG denuncia que, mientras Europa gasta cada día toneladas de alimentos en carburantes para el transporte, hay países de África y Oriente Medio que luchan por alimentar a su población, sobre todo en un contexto agravado por la invasión de Rusia en Ucrania. Este último país representa más del 40% de las exportaciones mundiales de aceite de girasol y es el mayor proveedor externo de aceite de colza de Europa.

El equivalente a 19 millones de botellas de aceite se quema a diario en Europa

Solo en este continente se queman más de 17.000 toneladas de aceite de colza y girasol cada día, el equivalente a casi 19 millones de botellas de aceite para cocinar, teniendo en cuenta que los biocombustibles como el etanol también se producen para mezclarlos con gasolina.

Políticas de la UE

El pasado 13 de julio, una comisión del Parlamento Europeo votó a favor de aumentar al 45% la participación de las energías renovables en el consumo final de energía de la UE para 2030, desde el 40% propuesto en 2021, bajo una nueva revisión de la directiva de energías renovables. El portavoz de Ecologistas en Acción, Pablo Muñoz, destaca la importancia de estos cambios legislativos para atajar la deforestación, con la esperanza de que se elimine el biodiésel de soja y palma, “de forma inmediata”, para 2023.

La ganadería y su pienso, a la cabeza en impacto climático global

En términos de eficiencia energética, la presidenta de Alimentta, think tank para la transición alimentaria, Gloria Guzmán, asegura que los biocombustibles tienen “una tasa de retorno energético bajísima” y que su uso generalizado es una “locura”. “Un kilo de cereal que se utiliza para combustible ya ha generado muchas emisiones de CO2 en su proceso productivo. Cuando se quema, estás quemando el petróleo que se ha utilizado para producirlo”, explica.

Precios

Todo ello contribuye a que los precios de los aceites vegetales muestren las mayores subidas de entre todos los alimentos a escala mundial, incluso antes de la guerra, e impulsen el incremento del resto, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). Naciones Unidas estima que este contexto puede provocar que 180 millones de personas se enfrenten a una crisis alimentaria y que 19 millones más estén en riesgo de una desnutrición crónica.

Segunda generación

Empresas como las petroleras Cepsa y Repsol están invirtiendo en el desarrollo de biocombustibles avanzados, de segunda generación (basados en la utilización de residuos para su conversión en materia prima), con el objetivo de apostar por la descarbonización, sobre todo del sector aéreo.

Desde Cepsa aseguran que sus combustibles se producirán a partir de aceites usados de cocina, desechos animales o restos biodegradables procedentes de distintas industrias (residuos urbanos, forestales, agrícolas y ganaderos), una apuesta similar a la de Repsol. Un ejemplo de este tipo de carburantes son los elaborados con los purines de los cerdos, una práctica también cuestionada. Guzmán opina que el traslado de los residuos para generar energía “no tiene sentido”, porque en todo el proceso “se gasta mucho más de lo que se produce”.

La opción más sostenible serán los biocarburantes de tercera y cuarta generación, producidos a partir de microalgas, que todavía están en desarrollo.

El reto de la dieta

Emisiones. Gloria Guzmán (Alimentta) indica que, por delante de los biocarburantes, el principal problema de emisiones de gases de efecto invernadero, así como de escasez de alimentos, es el sistema agroalimentario en su conjunto y la alimentación humana. Según sus análisis, las grandes cantidades de pienso para alimentar al ganado son el “sumidero más importante de alimentos vegetales”. “Es lo que realmente provoca la escasez de comida en diversos países del mundo, es absolutamente demencial”, sostiene, para añadir que el reto más importante para la población en la actualidad es cambiar de dieta: comer menos productos ganaderos y priorizar la ganadería de pastoreo.

Consumo. Dichas recomendaciones ya se impulsan desde el Ministerio de Consumo de España; a pesar del revuelo que provocó el año pasado la campaña por la reducción de la carne y las macrogranjas, la ciencia sigue respaldándolas. De hecho, un reciente trabajo coordinado por el centro de investigación de la Comisión Europea, e impulsado por el ministro Alberto Garzón, recoge que la carne es el grupo de alimentos que produce más daños en el entorno español. En términos generales, la alimentación representa el 52% de la “huella de consumo” de España, seguida de la movilidad (17%), la vivienda (16%), los bienes del hogar (10%) y los electrodomésticos (5%).

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