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En colaboración conLa Ley
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El ‘look’ de los abogados para ir al despacho cuando en la calle hace 40 grados

Los despachos relajan su código de vestimenta y se cuelga el traje, pero la formalidad se mantiene en reuniones y juzgados

En la radio suena Vamo´pa´ la playa pa´ curarte el alma, la temperatura roza los 40 Cº y el asfalto de la ciudad se funde con cada paso. Es verano y cuesta levantarse por la mañana y vestirse para ir a la oficina. Pero, cuando se es abogado, hay que elegir bien qué prendas sacar del armario para ir al bufete o a un juicio.

Los despachos son lugares especialmente formales en los que está implícito un código de vestimenta más arreglado. Al fin y al cabo, explica Juan San Andrés, consultor de dirección y coach, venden conocimiento jurídico, y, este, “son reglas”. Sin embargo, en verano la mayoría de los abogados cuelgan el traje y las letradas pueden llevar prendas más ligeras. Es una regla no escrita, pero el dress code se relaja en la mayoría de las oficinas. Una tendencia que confirma San Andrés: “se ha evolucionado clarísimamente hacia una mayor flexibilidad”. Se toleran algunos atuendos más informales, pero “sin llegar jamás” a vestir de manera inadecuada. El Covid, por otro lado, ha desterrado los trajes de muchos bufetes.

Business casual

El Diccionario Oxford define el término business casual como un estilo de vestimenta que es “menos formal que la ropa tradicional de negocios”, pero que, aun así, pretende dar una impresión profesional. Una etiqueta que, en verano, adoptan mayoritariamente los despachos anglosajones como DLA Piper, Eversheds Sutherland, Bird & Bird o Herbert Smith Freehills. Este estilo, que combina comodidad e imagen, está llegando a bufetes nacionales como el de Blas A. González Abogados. El gran cambio, explica Julia Fernández, directora de Recursos Humanos de Bird & Bird, “es que los hombres no tienen que llevar traje, y pueden ir con chinos, camisa o polo, y las mujeres con sandalias”.

En Baylos, aunque se pida vestimenta cuidada, no han vuelto a los trajes después de la pandemia. En la oficina de Madrid de DLA Piper también se ha consolidado una política de dress down durante todo el año. Se guarda una etiqueta relajada, con recomendaciones para reuniones imprevistas o visitas a clientes.

Los letrados deben tener a mano ropa más formal para estas ocasiones. Casi todos, apunta San Andrés, tienen corbatas en sus cajones. Si les coge de improviso, “he llegado a ver poner excusas como: perdona como vengo, pero justo me iba de vacaciones”, recuerda. Los socios pueden guardar incluso alguna camisa para cambiarse. A ellos se les exige más, apuntan desde Sunkel & Paz, por ser la cara más visible de la firma.

Las abogadas tienen un código más variado, reconoce San Andrés. Mientras que los hombres tiran de pantalón chino y una camisa “bien cortada (que no tiene por qué ser de marca, aunque haya muchos despachos donde sean recomendables)”, las mujeres disponen de más prendas para elegir. El criterio, apunta el consultor, es que el look “no sea excesivamente llamativo”.

Smart casual

Informal, pero elegante. O, por así decirlo, elegir lo más formal dentro de lo casual, moviendose en el espacio intermedio entre la sastrería y la ropa sport. Este es el espíritu del smart casual, un código que llega a Cuatrecasas durante el periodo estival (aproximadamente del 20 de junio al 16 de septiembre) con el que desaparece la corbata.

En Eskariam, al no recibir normalmente a clientes, visten casual durante todo el año. Se busca comodidad y pragmatismo. “Nos gusta la diversidad siempre que se cumpla con un mínimo decoro”, afirman. El CEO, David Fernández, puede ir un día en camiseta y vaqueros a la oficina y al día siguiente con traje y corbata “porque tiene que coger un avión y entrevistarse en Londres con un fondo de litigios”. El contexto, en el sector legal, es determinante, por lo que hay que tirar de sentido común.

Casual friday

Durante el estío, en algunos despachos cobra más protagonismo el casual friday. Un estilo más cómodo generalizado en la actualidad, apunta San Andrés. Es el caso de Lener, “sin pisar líneas rojas como el pantalón corto o las chanclas”. En Selier Abogados, celebran la cercanía del fin de semana con una vestimenta más relajada, lo que llaman happy friday. Pero de lunes a jueves piden a sus letrados más formalidad (smart business dress). Para asistir a juicios, reuniones con clientes o eventos hay un código más estricto: client dress.

En Ejaso ETL Global, trasladan la indumentaria más informal de los viernes al mes de agosto. Un día casual durante todo el año en Dikei, salvo reuniones con clientes o juicios.

Con corbata

En el lado opuesto se encuentran bufetes que mantienen el estilo clásico en verano. En De La Riva y Pastor Abogados el traje y corbata es esencial durante todo el año “porque es una seña de identidad y respeto para nuestros clientes, que no merecen un menor respeto en verano”. Ser una firma procesalista marca también el vestuario de los letrados. Es el caso de García Carbonell Abogados. Durante el mes de julio y, más concretamente, en la franja horaria matutina, se sigue acudiendo a sede judicial por lo que el vestuario es formal.

Estilo profesional

 

Líneas rojas. Los despachos con business casual decartan que los abogados vayan con calzado deportivo, vaqueros, camisetas, pantalones cortos o leggins. Pese a que se relaje el vestuario, como en Lener o Proinda Consultores, hay que huir de un look excesivamente playero (bermudas, tops, chanclas y algunos tipos de tirantes). Es un código no escrito que funciona aunque el despacho se nutra de clientes particulares e intente dar una imagen de proximidad, como en Hernández Costa Abogados.

Tatuajes. Los polos o vestidos sin mangas pueden dejar al descubierto algunos tatuajes. Julia Fernández (Recursos Humanos de Bird & Bird) señala que los tatoos no son un problema y cada vez se ven más. Según Juan San Andrés, consultor de dirección y coach, “se admiten y son bastante frecuentes pequeños dibujos”. Pero, en general, no está bien visto el “grande que nos llama a todos la atención por la calle”. Quizá, apunta, hay una mayor tolerancia en boutiques con nicho en tecnología o startups “por simpatía con la cultura del cliente”

Teletrabajo. La mayoría de los bufetes adaptan su estética a la de sus clientes. Por eso, cuando los abogados se conectan a una videollamada desde su casa, deben vestir como si la reunión fuera presencial. Sin parecer que se les atiende entre chapuzón y chapuzón. No hacen falta corbatas, señalan desde Ejaso ETL Global, pero sobran camisetas sin mangas o los bañadores o bikinis.

 

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