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El cierre del ‘granero’ de España anticipa una subida de precios en alimentos

El 40% del maíz que compra España procede de Ucrania. Un tercio de esas compras se destina a alimentación para animales

Granero de Europa
Infografía: Belén Trincado

Ucrania es uno de los grandes productores de cereal del mundo y se había convertido en uno de los graneros de España, que cubría el déficit entre producción y consumo importando desde ese país. El principal producto que se importa es maíz, en el que los productores nacionales son especialmente deficitarios, por lo que las compras de ese producto a Ucrania representaban hasta ahora el 40% del total de importaciones de maíz a otros países. Desde la organización agraria COAG aclaran que de esa cantidad (que tradicionalmente ha oscilado entre 400 y 600 millones de euros al año) un tercio va destinado a piensos para alimentación animal. 

Este último dato representa un palo más en la rueda de las organizaciones agrarias, que a los cuellos de botella que sufrió el comercio internacional de bienes y al incremento sin precedentes del coste del gasóleo, suma ahora la dificultad para lograr sustituir una producción que representa una parte muy importante de las compras, por lo que han tenido que asumir ya una subida de costes. Consciente de ello, el Ejecutivo trasladó ayer a las organizaciones agrarias Asaja, Coag y UPA que ha solicitado a la Unión Europea que flexibilice de forma temporal y excepcional los requisitos de importación de maíz, otros cereales y oleaginosas de otros países, como pueden ser el uso de fitosanitarios o de organismo modificados genéticamente. Los agricultores trasladaron al ministro la imposibilidad de traerlo desde Ucrania y pidieron que se exploren todas las vías para asegurar la producción de alimentos para animales

Subida del 10,6%

Los otros dos tercios de maíz importado de Ucrania se destinan a alimentación humana. El cierre abrupto del mercado y la dificultad para encontrar mercados alternativos en el corto plazo anticipa una subida de precios en los lineales, toda vez que la distribución tendrá que hacer frente a mayores costes para comprar el mismo producto. Otro contratiempo para los consumidores en plena escalada inflacionista, ya que la subida de precios de los bienes de consumo se disparó en febrero hasta el 7,4%, el nivel más alto desde 1989. A falta de conocer del desglose de febrero, la rúbrica harinas y otros cereales cerró 2021 con un alza de precios del 5,6% y en enero ya se disparó al 10,6%. El dato desglosado de febrero, que se conocerá el próximo 11 de febrero, será con toda seguridad mucho más elevado.

En este contexto negativo, el incremento sin precedentes del precio de la energía. El barril de brent, de referencia en Europa, se ha incrementado un 13,2% desde el inicio de la invasión de Ucrania y alcanzó en la sesión de ayer la cota de los 120 dólares por barril. El precio medio del litro de gasolina de 95 octanos se ha estabilizado en el entorno de los 1,8 euros, mientras que el de diésel avanza hacia los 1,7 euros. En paralelo, el precio de la luz no frena y marcará hoy el cuarto precio más caro de la historia, por encima de los 340 euros el megavatio hora..

Una subida en cadena de los costes energéticos, uno de los principales de la distribución alimentaria, a la que se le agota el margen para no subir precios. Así lo aseguró Bernardo Rodilla, director de Retail en Kantar WorldPanel, en la presentación del último informe sobre previsiones de la distribución. “La competitividad de la distribución nos hace pensar que intentarán contener los precios, pero habrá un incremento por la situación actual en Ucrania. La energía repercute mucho en los supermercados, hace que sea lo que más impacte en el precio, y suponga que se vean obligados a subirlos”. En la anterior crisis del comercio internacional, muchas cadenas agotaron los márgenes en septiembre y optaron por subir precios en el cuarto trimestre.

Rusia veta las exportaciones de frutas desde 2014

Crimea. El anterior conflicto bélico entre Ucrania y Rusia provocó la anexión de Crimea por parte de Rusia en 2014, sanciones desde la UE y el veto a las exportaciones de productos agroalimentarios básicos para España, con la excepción del aceite y del vino. El capítulo más importante eran las frutas, que suponían el 27% del total de las ventas a Rusia, en especial melocotón, nectarina y albaricoque

Murcia. Una de las zonas más afectadas en la de Murcia, que se especializó en variedades tempranas especialmente cultivadas para el mercado ruso. “Eran clientes fieles y pagaban muy bien”, recuerdan desde COAG. El veto ruso obligó a arrancar cientos de hectáreas y a cambiarlas por otras variedades más tardías con salida en los mercados tradicionales de Europa.

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