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Mis finanzas tras la jubilación: ¿qué estrategia debería seguir?

Dejar de invertir una vez llegada la jubilación no tiene por qué ser la norma

Un año más, las pensiones siguen de plena actualidad. El primer Consejo de Ministros tras las vacaciones se saldó con el visto bueno por parte del ejecutivo del primer paquete de medidas para la reforma de las pensiones, unas medidas que ya se habían pactado con los sindicatos y las patronales el pasado mes de julio y que ahora tienen que seguir su camino en el Congreso.

La revalorización de las pensiones con el IPC, la derogación del factor de sostenibilidad, las bonificaciones para quienes retrasen su jubilación y el incremento de las penalizaciones para los que quieran adelantarla, son los principales puntos sobre los que gira esta primera parte de la reforma que el Gobierno quiere aprobar antes de que termine el año.

En medio de los partidarios y de los críticos con estas medidas, son muchas las personas que están a punto de jubilarse que se preguntan cómo van a vivir cuando dejen de trabajar. ¿Recibiré la pensión de la Seguridad Social que me imagino? ¿Será suficiente con la pensión y con lo que he ido ahorrando e invirtiendo? ¿Debo reembolsar todas mis inversiones cuando me jubile? ¿Podré vivir como quiero?

Responder a todas estas cuestiones no es fácil, como tampoco lo es pasar de una etapa de generación de rentas a otra en la que consumimos lo que hemos ido generando en nuestra etapa activa. A la incertidumbre en general que existe sobre la sostenibilidad del sistema público de pensiones hay que sumarle la incertidumbre propia que tenemos cada uno de nosotros sobre nuestra propia situación personal, familiar y patrimonial. Y a esto, además, hay que añadirle un ingrediente más: el factor emocional.

Y es que en este tipo de situaciones en las que debemos tomar decisiones importantes suele primar nuestra parte menos racional. Los expertos en behavioral finance -la ciencia que estudia el comportamiento financiero y que estudio los factores emocionales y cognitivos que nos influyen cuando tomamos decisiones relacionadas con el dinero- explican que las personas solemos infraestimar nuestras necesidades financieras futuras, es decir, pensamos que vamos a gastar menos de lo que en realidad haremos. Y aquí entra otro factor que nos acompaña en nuestro día a día: somos postergadores por naturaleza y solemos pensar más el corto plazo.

Todo esto hace que lleguemos a la jubilación mal preparados y, en consecuencia, con poco margen de maniobra para cambiar lo que estamos haciendo y tomar mejores decisiones. Y, a la falta de previsión se le suelen unir las falsas creencias que tenemos arraigadas en nuestra mente en lo relativo a la jubilación. ¿Cuáles son?

Muchos de nosotros tendemos a pensar que cuando nos jubilamos debemos rescatar inmediatamente nuestro plan de pensiones, cuando no es así. La ley nos dice que ya podemos hacerlo una vez hemos dejado de trabajar, pero no estamos obligados a hacerlo en ese momento. También solemos pensar que lo más conveniente es rescatar todo de golpe y ya empezar a gastar ese dinero. Este es otro gran error porque esta decisión no es homogénea para todos nosotros. La decisión de qué cantidad rescatar y de qué forma -capital, renta o mixta- debe responder a un ejercicio de planificación financiera y patrimonial a la medida porque dependerá, siempre, de nuestra situación personal, de qué planes tengamos para cuando nos jubilemos, de cuánto vamos a gastar, de qué otras rentas disponemos, etc.

Otro error es pensar que cuando nos jubilamos ya no podemos seguir invirtiendo. Si nos jubilamos 65 años -y teniendo en cuenta la esperanza de vida y el incremento de la longevidad-, puede que pasemos más de un tercio de nuestra vida como jubilados. Durante todos esos años que nos quedan, ¿por qué no vamos a seguir invirtiendo?

Puede que pensemos que ya no tenemos tiempo o que es muy arriesgado, pero la realidad no es así. Lo que deberíamos hacer -siempre según nuestra situación personal- es cambiar la forma de invertir y dejar de asociar que al jubilarnos debemos ser conservadores o dejar nuestro dinero parado. Es decir, dependiendo de cuál sea nuestra situación personal, financiera y patrimonial deberemos adoptar un perfil u otro e ir reduciendo poco a poco el nivel de riesgo en nuestras inversiones. Pero siempre contando con un asesor financiero que nos ayude a trazar la estrategia de inversión que necesitamos y desterrando ideas preconcebidas.

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