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La economía necesita recuperar la España vaciada

El teletrabajo ha vuelto los pueblos más atractivos, pero necesitan soluciones alternativas

GETTY IMAGES

Cada hora, cinco habitantes del mundo rural abandonan los pueblos por la falta de oportunidades. Si bien los dos últimos años el término España vaciada ha cobrado más protagonismo en el debate social, esto no se ha traducido en una mejora de su situación. El 31 de marzo de 2019, Madrid fue testigo de la conocida como revuelta de la España vaciada, más de 100.000 personas se manifestaron en la capital para pedir servicios públicos e inversiones. Desde entonces, el Congreso aprobó un pacto de Estado para estos territorios y se creó la Secretaría de Estado para el Reto Demográfico, pero la pandemia, al igual que ha sucedido con otras tantas iniciativas, ha paralizado la actividad.

El Covid-19 ha tenido un doble efecto sobre el entorno rural, pues si bien ha frenado los planes del sector público, también ha provocado que los habitantes de las ciudades vuelvan su mirada hacia los pueblos como entornos más saludables, según sintetizó la directora de Soziable.es, Pilar Marqués, durante la jornada Un futuro para la España despoblada, organizada por la citada plataforma en colaboración con Cajamar. Pero esto no es suficiente, ya que se necesitan cambios estructurales, según subrayó la portavoz de la coordinadora de la España Vaciada, Vanessa García: “Hay gente que ha venido a los pueblos para teletrabajar por la situación que atravesamos, pero que lo enfoca como algo temporal. Si no hacemos esto más atractivo, mi sensación es que cuando todo pase, se volverán”.

Dotar estas áreas de servicios es más caro que concentrarlos en los núcleos urbano, pero para la presidenta Federación de Asociaciones de Mujeres Rurales (Fademur), Teresa López, es necesario que haya un cambio de perspectiva: “Hay que ver cuáles son las ventajas para el resto de la población de que la gente permanezca aquí”. Hizo referencia también a conceptos como economía circular, consumo responsable o sostenibilidad, de los que cada vez se habla más en las ciudades, pero también de procesos menos abstractos como son la agricultura y la ganadería, responsables de producir alimentos más saludables. “Hay que elegir qué modelo queremos seguir: si el industrial, cada vez menos dependiente de la mano de obra, o la agricultura familiar, que es la que está presente en el territorio”, prosiguió López.

Una visión que compartió el director de innovación agroalimentaria de Cajamar, Roberto García Torrente, quien recordó que los habitantes del medio rural son también gestores del territorio en un contexto de emergencia climática: “El medio urbano debe emitir menos gases de efecto invernadero, pero el entorno rural tiene, además, el desafío de fijar la mayor cantidad de CO2 posible”. Desde las explotaciones agrarias a los montes, el experto se mostró convencido de que estos escenarios pueden contribuir al desarrollo de nuevas tecnologías del aprovechamiento: “El cambio climático es un reto que tenemos a nivel global como oportunidad y parte de ella la van a tener las zonas rurales”. En esta línea, Miguel Gracia, presidente de la comisión de despoblación y reto demográfico de la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP), alcalde de Arén y presidente de la Diputación de Huesca, reivindicó la creación de tasas por servicios ambientales: “Los territorios deben de tener una compensación desde la parte del consumo, la parte urbana, por este equilibrio que generan”.

Soluciones

Conseguir que los pueblos sean entornos más atractivos para fijar población pasa por bajar al terreno y escuchar cuáles son las necesidades reales de sus habitantes que, según los expertos, necesitan dos bases fundamentales: la vivienda y el empleo. “Estos años hemos hablado mucho de los problemas de los pisos turísticos primero y, luego, del precio de los alquileres, pero todo eso atañe a las ciudades, no son nuestros problemas. En los pueblos vemos que no hay oferta de vivienda, pero, al mismo tiempo, están despoblados”, señaló Gracia.

Los servicios deben proporcionarse desde lo público, pero el problema del mundo rural es la desaparición de la economía, continuó el portavoz de la FEMP. “Se ha decidido que la masa de trabajadores debía desplazarse a grandes núcleos, por eso hemos tenido que buscar esas otras economías ligadas a lo social, al medioambiente, al aire libre o a la conectividad en un mundo global”, desarrolló.

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