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En colaboración conLa Ley
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Robar clientes, dinamitar acuerdos y otras zancadillas frecuentes entre abogados

Los letrados no soportan la condescedencia entre compañeros o que se dilate un juicio de forma innecesaria

La abogacía puede llegar a ser extremamente competitiva. Así, y a pesar de que su Código Deontológico obliga a los profesionales a guardarse lealtad y respeto mutuo, hay abogados que pueden protagonizar conductas éticamente cuestionables con tal de ganar un juicio o sacar el máximo partido a un caso. Comportamientos que, en algunos casos, pueden rebasar la barrera de lo éticamente reprochable y llegar a infringir el código ético de la profesión. ¿Cuáles son las zancadillas más frecuentes (y molestas) entre los letrados?

Robar clientes

Una de las conductas que más irritación genera entre los profesionales es la de acercarse a un cliente ajeno e intentar “robarlo”. “Hay quien da la apariencia de ser íntimo tuyo para luego acercarse a un tercero y ofrecerle sus servicios”, lamenta Felipe Herrera, abogado en Términos y Condiciones.

Otras veces, la maniobra es menos sutil “y directamente pasan por encima de ti, contactan con el usuario y le cuentan excusas para meterles en su cartera”, critica Álvaro San Martín, laboralista en Bufete Casadeley.

Dinamitar acuerdos

Una de las funciones más complejas para los juristas es conseguir llegar a acuerdos extrajudiciales con los que ambas partes estén conformes y evitar así un eventual litigio. Algo que no siempre es posible. Y no por falta de voluntad de los clientes, sino por las trabas que pone el letrado contrario. “Hay veces que las partes están dispuestas a cerrar un acuerdo, pero es el compañero quien se niega y dinamita el pacto”, comentan desde Olympe Abogados.

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En la misma línea, también molesta cuando se ofrece la posibilidad de llegar a un pacto extrajudicial y el contrario no contesta. O cuando se negocia un punto medio entre los interesados pero, cuando llega el día del juicio, uno de los letrados cambia su postura y exige otras condiciones.

En este sentido, Esther Montalva, experta en derecho digital, recuerda una vez en la que, en el transcurso de una negociación de contrato, la parte contraria reenvió su propuesta y marcó algunos cambios, pero omitió otros que perjudicaban a su cliente. “Aún estoy esperando la disculpa”, asevera.

Mala fe

Las zancadillas entre los profesionales son especialmente frecuentes durante los procesos judiciales. En este sentido, el abogado Borja Adrados cuenta que, en sus primeros años ejerciendo, el compañero contrario se reservó un documento que no mencionó en la negociación y lo sacó en la audiencia previa. “Me hizo perder el caso. Con el tiempo te das cuenta de que estas cosas pasan y te ayudan a crecer, pero en un primer momento duelen”, reflexiona.

Otro comportamiento irritante, agrega Elena Pedroche, letrada en Eunoia Abogados, son las dilaciones innecesarias. Por ejemplo, aquellos colegas que supuestamente están dispuestos a negociar, “pero nunca te hacen una contrapropuesta y terminas dándote cuenta de que lo que querían era atrasar la demanda”, critica. Del mismo modo, también resulta molesto cuando el compañero llega a juicio sin haber estudiado el asunto.

Condescendencia

La profunda competitividad que caracteriza a la abogacía puede, en ocasiones, materializarse en comportamientos o comentarios inoportunos. En esta línea, los juristas critican que haya profesionales que sean excesivamente agresivos, maleducados o que tengan un trato condescendiente con el resto por el hecho de tener más experiencia o trabajar en un despacho de renombre.

Una actitud que, como indica la letrada Laura Arroyo, resulta especialmente desagradable cuando el menosprecio viene por ser mujer y joven. “Más de una vez he tenido que acudir a negociaciones con un compañero hombre”, reprocha.

Por su parte, otros abogados critican que haya compañeros que muestren pasividad cuando su cliente les falta al respeto por representar a la parte contraria. En este sentido, el Código Deontológico obliga a los profesionales a evitar cualquier acción de violencia, de la clase que sea, contra quienes defiendan intereses opuestos. “En particular, las referidas a las que puedan venir de los propios clientes”, concreta el texto.

Lo que molesta a un abogado de su cliente

Criterio jurídico. Los letrados no solo deben lidiar con conductas irritantes por parte de sus colegas, sino también de los clientes. Así, el comportamiento más molesto para los profesionales es que se cuestione su criterio jurídico. Del mismo modo, resulta engorroso que el cliente muestre desconfianza, no acepte consejos o discrepe de su asesoramiento en función de lo que leyeron en foros de internet, Google, Yahoo Respuestas o lo que les contó un familiar o amigo.

Resultados. Los letrados no aseguran un determinado resultado, solo un buen servicio. Y esto es algo que no todos entienden. Por eso, se quejan de que algunos clientes son incapaces de entender el trabajo que realizan, y si su caso no acaba como ellos esperaban, es porque el profesional actuó mal. Si el resultado es positivo, en cambio, es que ellos tenían razón.

Honorarios. El momento del cobro es una gran fuente de incomodidad para los juristas. En estos casos, es habitual que el usuario cuestione el precio por ser demasiado caro y haga comentarios en los que minusvalora el esfuerzo y el trabajo detrás de las labores del abogado. En este sentido, es especialmente irritante la pregunta de “y tú, ¿cuánto te quedas?”, ya que da la sensación de que el letrado se está apropiando de un dinero que no merece, mientras que se trata de unos honorarios que se otorgan como contraprestación por el servicio ofrecido.

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