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Grandes medidas estatales para inyectar liquidez

Autoridades supranacionales, nacionales y bancos centrales han aprobado enormes paquetes de estímulos para que el parón provocado por la crisis sanitaria no paralice la actividad económica

La presidenta de la Comisión Europea, la alemana Ursula von der Leyen.
La presidenta de la Comisión Europea, la alemana Ursula von der Leyen.Efe
Marta Yoldi

La paralización de cualquier actividad a consecuencia de la pandemia de Covid-19 ha sido de tal naturaleza que las autoridades han tenido que tomar medidas extraordinarias para paliar sus efectos económicos. Gobiernos nacionales, instituciones supranacionales y bancos centrales se han visto obligados a actuar, cada uno en el ámbito de sus competencias, para dotar de liquidez a la sociedad global y engrasar en lo posible los mecanismos económicos.

En este sentido se enmarca el proyecto de la Comisión Europea de poner en marcha un fondo de recuperación de las economías de los Estados miembros por un importe de 750.000 millones de euros, el mayor paquete de estímulos en la historia de la Unión Europea. Este fondo, que se articulará a través de los presupuestos comunitarios, se divide en dos mecanismos: transferencias a los Estados por una cantidad de 500.000 millones y créditos por valor de 250.000 millones. A España le corresponderán unos 140.000 millones. Su efectividad está prevista para enero de 2021 y su vigencia, para cuatro años.

España accederá a 140.000 millones de euros del fondo de reconstrucción europeo

Aquí radica el primer gran inconveniente, a juicio de Valentín Pich, presidente del Consejo General de Economistas, quien asegura que “la respuesta de la UE está articulada como en otras épocas, demuestra que no está preparada para actuaciones inmediatas”. La prueba es que algunos países, entre ellos España, han pedido que el plan entre en vigor antes de enero. El acceso a las transferencias está sujeto a que cada Gobierno nacional presente un plan para justificar en qué va a gastar los fondos. Por otra parte, muchos países, España incluido, prefieren que en este fondo de reconstrucción haya más transferencias directas y subvenciones y menos préstamos, que después hay que devolver y que contribuyen al endeudamiento.

No acaban aquí las ayudas comunitarias. El pasado abril, el Consejo Europeo, es decir, los líderes de la Unión, aprobó un primer paquete de medidas para afrontar las consecuencias de la pandemia consistente en 240.000 millones en transferencias del Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE), establecido con ocasión de la crisis financiera de 2008 y que es, en realidad, un fondo de rescate; otros 200.000 millones destinados a inversiones, sobre todo para las pymes, procedentes del Banco Europeo de Inversiones (BEI), y 100.000 millones más para paliar los costes públicos de la pérdida de puestos de trabajo. Este mecanismo, llamado SURE, es temporal y se articula en forma de préstamos. A España le puede venir muy bien para afrontar el gasto sufrido por los miles de expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE) aprobados desde marzo.

La inyección económica de la UE está frenando subidas en las primas de riesgo

Lo interesante de este paquete es que introduce flexibilidad en las ayudas del MEDE, ya que no exige a cambio de las mismas tantas medidas y garantías de los Gobiernos nacionales, como sí ocurrió con los rescates económicos realizados en la crisis anterior. A pesar de que estos estímulos entraron en vigor el 1 de junio, ya han tenido efectos positivos, pues en las circunstancias actuales las primas de riesgo de los países estarían disparadas. “El dinero de la UE ha frenado el miedo de los inversores y los países del sur están emitiendo deuda a largo plazo sin que aumente sus primas de riesgo”, explica Valentín Pich.

Si hay un Gobierno que ha inyectado estímulos directos en la economía de su país ha sido el de Estados Unidos. A finales de marzo, nada más desatarse la pandemia, republicanos y demócratas aprobaron en el Senado un paquete de ayudas por importe de 2,2 billones de dólares. Ayudas directas a familias, a sectores muy afectados como el aéreo, ampliación de la cobertura de desempleo, préstamos a empresas y no reembolsables si se mantiene el empleo y fondos para la asistencia sanitaria forman parte de un paquete de ayudas considerado por los senadores y la propia Casa Blanca como propio “de un estado de guerra”.

Sede de la Reserva Federal de Estados Unidos en Washington DC.
Sede de la Reserva Federal de Estados Unidos en Washington DC.Getty

Cifras

750.000 millones de euros es el importe del llamado fondo de reconstrucción de la Unión Europea.

540.000 millones de euros alcanza el primer paquete de medidas puesto en marcha por la UE.

2,2 billones de dólares ha movilizado el Gobierno de Estados Unidos en ayudas para paliar la crisis.

Los bancos centrales también se pusieron manos a la obra al llegar el coronavirus. El Banco Central Europeo (BCE) ha realizado una compra masiva de activos, tanto públicos como privados, desde marzo. Empezó con 750.000 millones de euros y la idea es seguir esta política hasta finales de año por lo menos. La intención de esta medida es facilitar la financiación de Estados, empresas y particulares y que “la crisis de liquidez no se convierta en una crisis de solvencia”. A la compra de deuda y bonos se une la reducción de exigencias para que los bancos presten dinero.

Los tipos negativos son los que se les resisten a la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed). A primeros de junio, su presidente, Jerome Powell, anunció que se mantenía el tipo de interés en cero hasta al menos 2022 y descartó aprobar tipos negativos. El banco central estadounidense prefiere el tipo cero hasta que la economía alcance los objetivos de inflación y de empleo. Al igual que el BCE, se ha lanzado a una compra considerable de deuda, que continuará en los próximos meses. En opinión de los analistas de Bankinter, “el mensaje de la Fed garantiza tipos bajos durante un tiempo prolongado y favorece un repunte de los bonos y una depreciación del dólar. Prefiere mantener total flexibilidad ante un rebrote del Covid-19 o el impacto de las protestas recientes”.

ERTE, ICO y sector del automóvil

El Gobierno de España tomó a mediados de junio la primera gran medida de estímulo directo dirigida al sector de la automoción, uno de los más castigados por la crisis del Covid-19. Se trata del Plan de Impulso a la Cadena de Valor de la Industria de la Automoción, dotado con 3.750 millones de euros y que contiene 20 medidas, algunas de aplicación inmediata.

En lo que se refiere a disposiciones económicas de calado, destacan la aprobación de los expedientes de regulación temporal de empleo (ERTE) extraordinarios o de fuerza mayor, con los que se intenta contener la destrucción de miles de puestos de trabajo a causa de la falta de actividad; las líneas del Instituto de Crédito Oficial (ICO), destinadas, sobre todo, a pymes y autónomos, y las moratorias de algunos gastos de estos últimos.

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