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Tecnología
Tribuna
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Coronavirus y ‘legaltech’: ya no hay marcha atrás

Inteligencia artificial, ‘blockchain’… ¿Solucionan a corto plazo la nueva realidad disruptiva en los servicios profesionales?

Sin ánimo de trivializar la pandemia y sus dramáticas consecuencias sanitarias, humanitarias y económicas, queremos centrarnos en los aspectos positivos que sí creemos esta crisis traerá consigo, pues ya hay bastante escrito sobre lo negativo.

Hoy necesitamos cambiar radicalmente casi todo lo que hacíamos y cómo lo hacíamos, y es en situaciones excepcionales cuando se producen realmente los cambios más profundos en las personas y las organizaciones. La resistencia al cambio de nada nos sirve porque este tsunami no entiende de profesiones, personas u organizaciones.

“Ahora es el momento en el que finalmente la legaltech ha llegado a su edad adulta. Ahora es cuando va a ser adoptada por muchos”. Así arrancó hace unos días Richard Susskind el British Legal IT Forum, del que él es maestro de ceremonias habitual.

Dentro de las numerosas carencias que el Covid-19 pone de manifiesto en nuestras sociedades, lo poco preparada que aún está la prestación de servicios jurídicos para su virtualización es, a nuestro juicio, de lo más interesante.

La primera, la más obvia, es la digitalización, desde la propia relación entre las personas como la prestación del servicio. Es hora de considerar las inversiones tecnológicas como una cultura a largo plazo, sostenible y ordenada, y no como una solución temporal a un problema puntual. El uso de software remoto a gran escala requiere una fuerte estructura de IT, donde los directores de dicha área se han convertido en una pieza imprescindible en estos días.

La segunda, menos obvia pero innegable en estos días, es la explosión de la creatividad. A estas alturas del confinamiento, no cabe duda de que al lector le habrá llegado alguna acción creativa y espontánea realizada de forma colaborativa, desde los conciertos desde casa hasta grupos de makers buscando cómo construir respiradores y equipos de protección con impresoras 3D, pasando por desarrolladores localizando apps, programando bots para efectuar triaje de pacientes, etcétera.

La tercera es el cambio drástico del modelo de negocio que, como los puntos anteriores, no es propio del sector jurídico sino del tejido empresarial. De repente, han nacido nuevas necesidades por atender, nuevos problemas por solucionar y, en muchos casos, las soluciones de siempre no funcionan. Tal vez esta crisis provoque de una vez la tantas veces anunciada muerte de la facturación por horas y facilite la aparición de más modelos alternativos.

La cuarta es la solidaridad, la colaboración y, de paso, la vuelta a la humildad (que buena falta hacía a nuestro sector). La pandemia obliga, especialmente a los trabajadores del conocimiento que somos, a preocuparse por nuestras necesidades básicas, que normalmente tenemos tan cubiertas que ni valoramos. Ya no es época de glamurosos premios o prestigiosos rankings, sino que toca salir a la ventana a aplaudir a los médicos, pero también a los limpiadores de centros sanitarios, los cajeros de supermercados y los repartidores de comida, que son los verdaderos héroes en estos tiempos revueltos. Es hora de generar proyectos colaborativos en los que entre todos consigamos sumar y hacer sostenible nuestro mundo.

En suma, para lograr una abogacía empoderada digital y humanamente, confiemos en la siguiente ecuación: creatividad sumada a digitalización, multiplicada por el cambio de modelo, sobre un conjunto de solidaridad, colaboración y humildad.

Ojalá esta transformación se produzca cuanto antes, pues los retos que tenemos por delante (como por ejemplo la privacidad, el compliance, la apertura de datos o la interoperabilidad de tecnologías) nos mantendrán ocupados durante esta cuarentena y más allá.

Sara Molina es CEO de Nize Partners. Laura Fauqueur es consultora y directora del máster Legaltech del CEU IAM.

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