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Día de la Mujer Trabajadora: así es su carrera de obstáculos

Otro año más existe brecha salarial, techo de cristal y nivel bajo de representación femenina en puestos directivos

GETTY IMAGES

Este domingo se conmemora el Día Internacional de la Mujer Trabajadora. Una fecha que ha ido ganando relevancia en la agenda pública en los últimos años, sobre todo, desde que, el 8 de marzo de 2018, se organizó la primera huelga internacional feminista. El debate sobre la posición desigual de la mujer ha ido, poco a poco, ocupando más espacio en la esfera pública, y se ha extendido también al ámbito laboral. De hecho, ha llegado hasta los consejos de administración, donde la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) tomó hace cinco años cartas en el asunto y fijó como recomendación en el Código de Buen Gobierno llegar a 2020 con un 30% de mujeres con asiento en los máximos órganos de control de las compañías. El año pasado, solo 16 de las empresas del Ibex 35 (en 2018 fueron 12) cumplieron la citada sugerencia.

Un peldaño más abajo de la pirámide empresarial, también se observa la falta de representación femenina en los puestos de alta dirección, una de las demandas más visibles, aunque no la única. El porcentaje de mujeres en cargos de responsabilidad se ha incrementado en 10 puntos de los últimos 16 años, según el informe Women in Business 2020 de Grant Thornton, con un salto especialmente significativo entre 2018 y 2019, en el denominado Año de las Mujeres, cuando se pasó de un 24% a un 29%. Sin embargo, dos años más tarde, la tendencia se ha estancado en torno al 30%. La Unión Europea es una de las regiones con mayor brecha de género en la alta dirección (30%), mientras que África, con un 38% de mujeres en estos puestos, lidera la clasificación.

Sin embargo, y a pesar de que en diferentes informes, detalla la escuela de negocios OBS, se evidencia que sigue existiendo una brecha en comparación con las condiciones de los hombres, cada vez más empresas son conscientes del valor que supone tener más mujeres en el liderazgo y avanzan en la diversidad de género hasta la paridad. Según datos de la Oficina Internacional del Trabajo (OIT), en el 60% de las empresas menos del 30% de los puestos directivos y de los ejecutivos de alto nivel son mujeres. En este camino se encuentran compañías como Coca-Cola Iberia, que cuenta con un 49% de mujeres en puestos de responsabilidad, en una apuesta por el empoderamiento femenino, con la que pretende promocionar a nivel mundial a cinco millones de mujeres. “Fomentamos desde siempre la igualdad de oportunidades en las comunidades en las que estamos presentes. Las empresas más diversas y comprometidas socialmente son más creativas, más eficientes, son mejores”, señala Juan Ignacio de Elizalde, director general de Coca-Cola Iberia.

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En opinión de la doctora en Estudios de Género Eva Tobías, aunque las cuotas pueden ser un instrumento útil, no son suficientes si no van acompañadas de otras medidas. Y es que el camino a la cima es una carrera de obstáculos especialmente espinoso para ellas. “Las mujeres tienen que demostrar cuatro veces más que sus compañeros para que se las pueda considerar para un puesto”, reivindica la experta. Una idea con la que coincide la fundadora de la plataforma getHERtalent, María Arribas: “una mujer siempre parte de un puesto menos 20, por lo que tiene un camino mucho más difícil hasta llegar a la alta dirección”. Una carrera en la que, según la emprendedora, el sentimiento de soledad es habitual y en la que hay que demostrar constantemente que los logros obtenidos no han sido un regalo. “Creo que a nosotras siempre nos acompaña un sentimiento de culpa, que paliamos con más horas de trabajo y una mayor autoexigencia”, explica Arribas. Es lo que se conoce como el síndrome de la impostora, por el que las mujeres se sienten más inseguras a la hora de ocupar determinadas posiciones o espacios porque creen que no los merecen. “A los hombres se les mide por su proyección y a nosotras por los resultados”, apunta Maite Aranzabal, consejera de Adolfo Domínguez, que destaca el esfuerzo que hacen las mujeres para demostrar su valía.

Otro problema, según apunta la fundadora de la consultora Blue Transforming Power y autora de Alfas & Omegas: El poder de lo femenino en las organizaciones (Plataforma Empresa), Mercè Brey, es la masculinización del ámbito empresarial. “Como ha sido un terreno tradicionalmente ocupado por hombres, las reglas del juego están escritas por ellos, por lo que las mujeres deben hacer un esfuerzo extra para adaptarse”, condena.

Las barreras son evidentes para ambos sexos desde bien temprano en su carrera profesional. Según el Barómetro Juvenil 2019. Autonomía económica y emancipación de Fad, el 19,4% de las personas entre 15 y 29 años considera que para tener éxito es importante nacer hombre. En concreto, lo piensan el 24,6% de ellas y el 14% de ellos. Asimismo, según expone Brey, el 47,4% y el 41,4% de la población aún piensa que los hombres son mejores líderes políticos y empresariales, respectivamente. “Estos sesgos son un problema grave porque son inhibidores de oportunidades para las mujeres”, comenta. Para alcanzar la paridad en el ámbito empresarial es indispensable que se produzcan también cambios en la esfera privada. Tobías insiste en que la igualdad no se podrá lograr hasta que no se consiga una conciliación efectiva y una corresponsabilidad real en las tareas del hogar. También lo cree la responsable de getHERtalent, quien sostiene que “habrá una mejor nivelación cuando haya una mayor implicación de los hombres en el ámbito privado”. Para muestra: el 68% de las personas que redujeron su jornada laboral para el cuidado de hijos o familiares dependientes, con la consiguiente rebaja en sus ingresos y freno para su carrera profesional, fueron mujeres, según datos del Instituto Nacional de Estádistica (INE), que recoge la brecha salarial de 5.874 euros de diferencia a favor de los hombres.

Una mujer siempre parte de un puesto menos 20, por lo que tiene un camino mucho más difícil hasta llegar a la alta dirección María Arribas, fundadora de getHERtalent

La vida de las personas, recuerda Brey, gira alrededor del trabajo, por eso las empresas tienen tanto poder para transformar la sociedad. Aunque más allá de ser o no una cuestión de justicia social, esta brecha también tiene una repercusión económica. El tiempo que las mujeres dedican a los cuidados sin remunerar tendría un valor de 7.812 millones de euros, lo que representa alrededor del 0,7% del PIB, según Closing Gap. Asimismo, ellas destinan a las tareas del hogar 87 millones de horas al día, más del doble que sus compañeros (37,5 millones). Esta brecha es superior a los 100.000 millones de euros, o lo que es lo mismo, al 8,9% del PIB. Unas cifras que no solo tienen impacto económico, sino que repercuten en la calidad del ocio, ya que los varones disponen de una hora y 37 minutos libres más al día para destinar a actividades de carácter lúdico.

En general, según Closing Gap, si se cerrasen tanto la brecha de género en el empleo, como la existente entre los diferentes tipos de jornada de cada sexo, el PIB crecería 201.913 millones de euros, un 16,8% más que el resultado de 2018. Por su parte, según la misma organización, si la participación de las mujeres en el mercado laboral fuera igualitaria a la de los varones, este índice se incrementaría en 137.700 millones de euros (un 11,5% más). Un factor clave es que el cambio y el ejemplo emane de las instituciones educativas, que tienen la misión de liderar la transmisión de valores, además de trabajar por hacer realidad uno de los objetivos de la Agenda 2030: lograr la igualdad real de mujeres y hombres.

En un manifiesto, la Conferencia de Rectores de Universidades Españolas (CRUE) admite que en el seno de la universidad española persiste el llamado techo de cristal que impide a las mujeres acceder a los puestos de máxima responsabilidad, principal motivo por el que se creó en el último año la Delegación de la Presidencia de CRUE para las Políticas de Igualdad. También remarca el papel de este nuevo instrumento para impulsar, junto con los departamentos de igualdad de las universidades, la perspectiva de las mujeres en la investigación, la docencia y la innovación. “Es una obligación ética, un principio moral y un rasgo distintivo de las universidades hacer aflorar el talento con independencia del sexo”, reza el texto. Porque la igualdad debe empezar a conquistarse desde edades tempranas.

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