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En colaboración conLa Ley
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Sesgos machistas que lastran la carrera de las abogadas

A los estereotipos generales, se suman los propios del sector

Discriminación despachos
Belén Trincado / Cinco Días

La desigualdad entre hombres y mujeres en el ámbito laboral se manifiesta en datos objetivos como la brecha salarial, pero también en una serie de conductas e ideas preconcebidas que colocan a las mujeres en una situación de desventaja, por el mero hecho de serlo. Son los conocidos como estereotipos de género, y el sector legal no se libra de ellos. Según un sondeo realizado por el Colegio de Abogados de Madrid (ICAM), seis de cada diez letradas aseguran haberse sentido discriminadas por ser mujer y, en la gran mayoría de ocasiones (el 80%), por parte de sus superiores varones. Pero ¿en qué consisten estas discriminaciones?

La sospecha de ser peores profesionales

Katharina Miller, presidenta de la Asociación Europea de Mujeres Juristas (ELI), asegura que muchas veces son pequeñas faltas de respeto. Otras veces, sin embargo, los desprecios van más allá y ponen en cuestión la profesionalidad de las mujeres. “Cuando llegué a España, me di cuenta de que mis compañeros se quedaban con los casos más importantes y a mí me dejaban el resto”. Miller también se queja de la actitud de algunos clientes. “Muchos no entienden mi manera de negociar”.

Isabel Cuadrado, profesora de Psicología Social en la Universidad de Almería, engloba estas conductas dentro de un mismo patrón: la premisa de que los hombres son más competitivos y racionales, y que las mujeres son más sumisas y emocionales en el desempeño de ciertas funciones, “especialmente en profesiones masculinizadas y de prestigio como la abogacía”.

La penalización de la maternidad

Según Cuadrado, uno de los estereotipos con más incidencia, tanto en la abogacía como en el resto de sectores, es la creencia generalizada de que todas las mujeres están “predestinadas a la maternidad” y que ese destino afectará irremediablemente a sus carreras profesionales. Un sesgo automático, explica, que no tiene en cuenta dos realidades: “Que hay muchas mujeres que no quieren ser madres, y que las madres no tienen por qué ocuparse exclusivamente de sus hijos”.

El estereotipo adopta diversas formas, entre ellas, el miedo. Miller confirma que todavía hay muchas letradas que temen hablar de ciertos asuntos en el trabajo, y pone como ejemplo su caso. “Tardé semanas en contarle a mi jefe que estaba embarazada. Fue un drama interior”, confiesa.

Dificultades para promocionar

Como revela un informe de CincoDías, el porcentaje de socias de grandes bufetes es del 19% en España. La presidenta de la Asociación de Mujeres Juristas Themis, María Ángeles Jaime, está convencida de que esta falta de presencia femenina en los puestos de responsabilidad tiene mucho que ver con un modelo de liderazgo que favorece al hombre. O lo que es lo mismo, con un estereotipo que prima las supuestas características masculinas sobre las femeninas.

Katharina Miller apuesta por romper esta dinámica mediante cuotas obligatorias de representación en los puestos de alta dirección porque, desde su perspectiva, “nadie va a querer renunciar voluntariamente al poder y al dinero”.

Por su parte, Miriam González, abogada y fundadora de Inspiring Girls, entiende que el problema de fondo no está en las empresas, sino en la sociedad. En ese sentido, se muestra más partidaria de trabajar por un cambio de conducta general antes que por un sistema de cuotas, aunque reconoce que podría ayudar.

Un sistema de trabajo inflexible

Una encuesta de la American Bar Association (ABA) refleja que el 58% de las abogadas que abandonan los grandes despachos lo hace para cuidar a un familiar. ¿Significa acaso que las mujeres se adaptan mal al sistema de trabajo de estos bufetes? En opinión de González, especializada en comercio internacional, más bien ocurre lo contrario: que las empresas legales no han realizado aún los cambios necesarios para integrar a las mujeres con responsabilidades familiares en sus plantillas, por ejemplo, dándoles la opción de teletrabajar. “Es un sector muy anticuado en el que todavía se valora mucho el factor presencial”, lamenta.

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