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El coronavirus sacude el modelo de escuela tradicional

El gobierno chino pone a disposición de sus 180 millones de alumnos herramientas online

GETTYIMAGES

El coronavirus, la enfermedad que se ha cobrado ya la vida de cerca de 1.900 personas en China y ha obligado, entre otras muchas medidas, a cerrar a cal y canto colegios y universidades por el riesgo que existe de un contagio masivo en este tipo de centros, está acarreando consecuencias inesperadas. Una de las más notables es la importancia que, súbitamente, ha cobrado la enseñanza online en el país asiático, donde cerca de 180 millones de alumnos debían empezar durante el mes de febrero el primer semestre. No podrán hacerlo de forma presencial, al menos, hasta que la epidemia esté controlada, lo que puede demorarse aún varios meses.

El gobierno chino, lejos de resignarse, ha acudido a un plan de emergencia. Para ello contactó en enero con Alibaba, el gigante tecnológico que en tiempo récord, en menos de un mes, ha puesto a disposición de alumnos y docentes una adaptación de DingTalk, una aplicación pensada inicialmente para satisfacer a directivos de empresas que, por su permanente necesidad de viajar, no tienen un puesto fijo de trabajo pero necesitan controlar el trabajo del personal a su cargo. Ahora, los docentes chinos graban en vídeo sus lecciones, las suben a la nube a través de Youku –una plataforma similar a Youtube– y controlan el progreso de sus alumnos con la aplicación.

El pasado 12 de febrero, 600.000 profesores y 50 millones de estudiantes, según datos oficiales, ya estaban haciendo uso de una herramienta que consta de seis módulos de aprendizaje: educación especial, moral, de cine y televisión, electrónica, curricular –que contempla las 12 materias que se imparten en Primaria y Secundaria– y, al hilo de los últimos acontecimientos, educación en prevención de epidemias. El gobierno de la ciudad de Shanghái, la más grande del país y hogar de 24 millones de habitantes, anunció ayer que sus alumnos empezarán el semestre bajo la modalidad online el próximo 2 de marzo, y está previsto que, si el cierre de los colegios se mantiene, DingTalk termine siendo imprescindible para todos.

Son datos que no han pasado inadvertido para los expertos y analistas. La firma iResearch, por ejemplo, estima que, mientras que la educación online apenas supuso en China algo más de 33.000 millones de euros en 2018 –representó un 10% del total de la industria en el país–, esta cifra se puede disparar en 2020 hasta los 55.000 millones. Toda una explosión desde el punto de vista económico que, por ahora, ha obligado al gobierno, según informó el canal de televisión chino CGTN a través de diversos portales, a solicitar también asistencia a empresas como Baidu, China Telecom o Huawei para tratar de evitar que el exceso de demanda haga caer los servidores. Todas las grandes tecnológicas quieren estar.

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Lo que pocos expertos dudan es que el coronavirus ha convertido a China en un improvisado banco de pruebas masivo que servirá para ver en la práctica muchas de las teorías articuladas en las últimas décadas sobre la enseñanza online y la superación del modelo tradicional de escuela. “Va a dar una increíble visibilidad a las posibilidades del modelo online”, opina al respecto Melchor Gómez, profesor de Tecnología Educativa en la Universidad Autónoma de Madrid. También, cree, dejará el descubierto algunas de sus carencias, como es el hecho de que los alumnos con menor edad probablemente se sentirán más perdidos al no contar aún con la disciplina que requiere el estudio a distancia.

Todo dependerá, sintetiza Mariano Fernández-Enguita, catedrático de la Universidad Complutense de Madrid, de cómo aprovechen la ocasión. “Si limitan la enseñanza online a lo que se suele hacer presencialmente, reproducirán sus problemas”. El experto cree, sin embargo, que es posible que China dé el salto pronto hacia tecnologías que propicien, entre otras cosas, la colaboración entre los alumnos. Y las perspectivas no acaban ahí: “Una de las mayores ventajas de la educación online es que se puede contactar a expertos para aprender: científicos, escritores...”, añade Gómez.

Por ahora, la experiencia ya está sirviendo para derribar algunos tópicos, como que la enseñanza online supone desconocer qué hace realmente el alumno. Ha sucedido justo lo contrario. Los estudiantes han acusado a DingTalk de permitir que sus profesores les espíen. La empresa, por su parte, se ha apresurado a negarlo aduciendo que la aplicación pide permisos para acceder a la cámara y los micrófonos de los usuarios. Por si acaso, el Ministerio de Educación ha pedido ya a los docentes que procuren no sobrecargar de trabajo a sus estudiantes, al menos, durante estas primeras semanas. El enorme experimento educativo chino, con todo, sigue su curso.

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