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El debate no conjura la amenaza de bloqueo tras las elecciones

Los cinco líderes ponen más el foco en Cataluña que en su programa económico

Pedro Sánchez, Pablo Casado, Pablo Iglesias, Albert Rivera y Santiago Abascal antes del debate electoral.
Pedro Sánchez, Pablo Casado, Pablo Iglesias, Albert Rivera y Santiago Abascal antes del debate electoral.Europa Press
Juande Portillo

La campaña electoral más corta de la democracia, la que precede al 10N como resultado de la repetición electoral del 28A, alcanzó este lunes su punto culminante con el único debate que se celebrará entre los cinco principales candidatos a la presidencia del Gobierno. Un pulso dialéctico que aportó pocas novedades, especialmente en lo económico pese a ser el paro la principal preocupación de los españoles, y que mantiene la amenaza de un nuevo bloqueo político tras los comicios del domingo dada la persistente falta de mayorías claras para ninguno de los bloques.

Preguntados sobre cómo resolverían el bloqueo, el candidato socialista y presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, abogó por salir de la parálisis “votando” y, si no basta, propuso, sin lograr respaldo, legislar para que gobierne la “fuerza más votada”; y el líder del PP, Pablo Casado, se presentó como “única” alternativa al PSOE, al que acusó de fracasar en su investidura pudiendo pactar con Unidas Podemos o Ciudadanos; el de esta última fuerza, Albert Rivera, prometió poner “el país en marcha en un mes”, si gana, o “echar un cable” para desbloquearlo si está en la oposición; el de Unidas Podemos, Pablo Iglesias, dijo que solo un Gobierno de coalición con el PSOE permitirá afrontar la “desaceleración económica” sin los recortes que haría la derecha; y el de Vox, Santiago Abascal, aseveró que solo su grupo impedirá un “consenso progre” de “despilfarro y subida fiscal”.

A falta de ver si el debate acaba propiciando movimientos en el electorado, las encuestas de este lunes, las últimas que se publicarán hasta las elecciones, dejan a todos los partidos lejos de la mayoría absoluta de los 176 escaños, incluso dando por hechas alianzas entre bloques. Así, los sondeos indican que el PSOE obtendría entre 110 y 126 escaños, frente a los 123 que logró en abril; mientras que Unidas Podemos y sus confluencias bajarían de 42 a una horquilla de entre 28 y 40 diputados; y Más País, la plataforma de Íñigo Errejón (ausente del debate por no contar aún con representación parlamentaria), irrumpiría con entre una y cuatro plazas en el Congreso.

Por su parte, el PP saltaría de 66 a entre 80 y 107 escaños; Cs, caería de 57 a entre 15 y 19 asientos; y Vox, que en abril entró en la Cámara Baja con 24 miembros, subiría ahora para situarse entre los 37 y las 48.

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Es decir, que la suma del bloque de izquierdas, que no logró un pacto de investidura en los últimos meses y que ahora tendría que lidiar también con Errejón, alcanzaría entre 139 y 170 diputados; mientras que los grupos de derecha, que ya han cerrado varios acuerdos de gobierno local y autonómico, oscilarían entre 141 y 174 escaños, cerca pero aún por debajo de la mayoría absoluta.

La llave de la gobernabilidad descansa en los 31 a 43 escaños que se repartirían el resto de fuerzas y, sobre todo, en la capacidad de los partidos de convencer a los indecisos o evitar el previsible auge de la abstención.

Solo si se tiene en cuenta también la encuesta del CIS, realizada antes de los episodios violentos desatados por la sentencia condenatoria del Supremo a los líderes del procés, las horquillas arrojan posibles mayorías absolutas tanto para la derecha como para la izquierda. Sin embargo, este asunto viene marcando la campaña y este lunes tomó renovada fuerza, apenas unas horas antes del debate, por las concentraciones de protesta contra la visita de los reyes a Barcelona con motivo de los Premios Princesa de Girona.

Se le dedicó el primer bloque del debate organizado por la Academia de la Televisión, denominado “cohesión de España”. En este campo, Sánchez propuso encarar el reto catalán creando una asignatura obligatoria de valores civiles, constitucionales y éticos en todo el país; exigir que los consejos de las televisiones autonómicas sean validados por dos tercios de sus parlamentos; y prohibir la celebración de referéndums. Casado le urgió primero a garantizar que los catalanes “puedan votar en libertad el sábado” y le afeó que el PSOE haya suavizado la ley en este campo, a lo que Abascal replicó que el PP no la endureció. Cargado con un adoquín de los “lanzados a la policía” en las protestas, Rivera cargó contra las concesiones autonómicas mientras que Iglesias, más incómodo en este tema, subrayó que el resto de grupos “solo habla de Cataluña” y olvida los problemas regionales de la España rural.

El independentismo catalán, pese a todo, es un asunto menor para los votantes en comparación con la preocupación por el paro y la economía, eje del segundo bloque del debate, en el que todos los candidatos coincidieron en reconocer la “ralentización económica”.

Algo que Iglesias asumió que puede ser el inicio de una crisis ante la que hay que decidir si “hacer recortes por abajo”, como pasó tras 2008, dijo, o “recortar por arriba” subiendo impuestos a la gran empresa o creando una agencia pública de energía para sufragar subidas de pensiones y salarios. Sánchez, que defendió los “pilares sólidos” de la economía española, repuso que la clave es aunar justicia social y responsabilidad fiscal para lo que crearía una vicepresidencia económica, con Nadia Calviño al frente, y un Ministerio de la España vacía. Casado, a su vez, atacó las políticas sociales del PSOE en un entorno de ralentización, “es como si una tienda pierde ventas y sube precios”, y abogó por bajar impuestos. “Quiero ser el presidente de las familias”, dijo Rivera, que defendió “un cheque fiscal” de 1.200 euros a quien tenga al menos dos hijos. A su vez, Abascal dijo que España está arruinada por el gasto en “las autonomías y la inmigración ilegal subvencionada”.

Más allá, este bloque dejó patente la existencia de dos bloques antagónicos, una izquierda que propone subir impuestos a grandes empresas y fortunas para sufragar los servicios públicos, y otro de derechas que aboga por rebajar tributos, o directamente anular algunos, para reimpulsar la economía. Está por ver si esta confluencia permite dar pie de un desbloqueo de la actual parálisis política.

Lejos de abrir el espectro de posibles pactos, el debate de este lunes fue usado por los candidatos para tratar de reafirmar a sus fieles y tentar a los de los partidos limítrofes. Con tan solo cuatro días de campaña por delante, sin embargo, la amenaza de bloqueo tras los nuevos comicios sigue siendo tan real como antes del debate.

Las propuestas económicas

PSOE. Propone seguir subiendo pensiones y el salario mínimo, gravando más a la gran empresa, creando tasas sobre las digitales o las operaciones financieras.

 

PP. Promete una rebaja fiscal de 16.000 millones que, aseguran, impulsaría la economía sin menoscabar los ingresos fiscales.

Ciudadanos. Aboga por abolir el contrato temporal y el impuesto de Sucesiones o por ayudar a las familias con más hijos.

Podemos. Prevé recaudar 40.000 millones más en la legislatura con un impuesto a la banca o elevando el IRPF a rentas de más de 100.000 euros, y rebajar la jornada laboral a 34 horas.

Vox. Reivindica suspender la autonomía de Cataluña, deportar a los inmigrantes ilegales o reducir el IRPF a dos tramos: 22% hasta 60.000 euros y 30% después.

 

Mapa de posibles pactos

 

 

PSOE y PP, las únicas formaciones que sumarían claramente una mayoría absoluta, vienen descartando la posibilidad de armar un Ejecutivo de gran coalición. De otra parte, la previsible debacle de Ciudadanos complica que vuelva a servir de llave de Gobierno a un PSOE con el que ya rechazó pactar tras el 28A, o a un PP cuya gran aspiración es lograr 100 escaños. Las expectativas del sector conservador, por tanto, están puestas en que Vox suba tanto como para facilitar un pacto a tres. Las fuerzas progresistas, a su vez, ponen su confianza en acaparar parte de los votantes salientes de Cs para lograr armar una mayoría clara pese a que el voto se verá divido en tres partidos esta vez. A partir de ahí, habría que ver si Sánchez e Iglesias serían capaces de limar las asperezas surgidas en sus frustradas negociaciones de la última legislatura, o si la llegada de Errejón sirve para engrasar su relación o terminar de agriarla.

 

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