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¿Qué son las tierras raras y por qué China las lanza como amenaza sobre EE UU?

El gigante asiático, que produce el 85% de estos elementos químicos para ordenadores y móviles, amenaza con limitar sus exportaciones como represalia a EE UU.

Aplicaciones de las tierras raras en objetos de la vida cotidiana

China ha puesto a las tierras raras sobre la mesa de negociación con Estados Unidos. En medio de la dura puja comercial entre las dos potencias, el gigante asiático ha amenazado esta semana con paralizar o limitar las exportaciones a EE UU de tierras raras, 17 materiales que contienen elementos químicos utilizados en una inmensa cantidad de aparatos tecnológicos, como teléfonos móviles y ordenadores. El gigante asiático produce el 85% de las tierras raras que utiliza el mundo, lo que le otorga una influencia decisoria en un mercado clave para el sector tecnológico, por cuyo liderazgo a futuro Pekín y Washington mantiene una dura pugna.

Las tierras raras están presentes, además, en motores, como es el caso del Praseodimio y el Cerio; en cámaras fotográficas (Neodimio y Disprosio); y en baterías, entre otros productos. Estos elementos también son utilizados en las nuevas tecnologías de defensa, lo que le otorga una “importancia estratégica”, según destaca Bank of America.

Sin embargo, las cantidades de estos elementos químicos necesarias para fabricar estos aparatos son pequeñas, asegura Manuel Regueiro, presidente del Colegio de Geólogos de España. El especialista añade que la producción mundial de tierras raras se encuentra entre las 120.000 y las 130.000 toneladas, lo que la aleja de presentar un volumen significativo en el universo de las materias primas.

La capacidad de China para hacer daño económico a EE UU sería entonces relativamente limitada, sostiene el economista Gonzalo Escribano, director del programa de energía y cambio climático del Real Instituto Elcano. Aunque Escribano y Regueiro coinciden en afirmar que, ante una restricción china, sería muy posible que los precios aumenten en el corto plazo, no habría necesariamente un traslado al consumidor final, según el economista. Incluso aunque el valor de estos elementos se multiplicara por dos, el precio de un coche o un teléfono móvil que posean tierras raras no vería apenas reflejado ese incremento, dice Escribano.

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Además de que la cuantía de estos elementos es baja en los aparatos, hay otros factores que podrían rebajar el golpe de efecto que a China seguramente le gustaría provocar. Escribano sostiene que el país asiático tiene solo la tercera parte de las tierras raras descubiertas en el mundo y que no sería tan difícil para EE UU, la UE u otros países encontrar nuevos yacimientos.

Incluso algunos de estos países, como Estados Unidos y España, cuentan con yacimientos descubiertos. “Las tierras raras no son elementos escasos”, dice Escribano. Bank of America, en un reciente informe, recuerda que la mina Mountain Pass del estado de California llegó a ser, hace varias décadas, una de las principales productoras a nivel mundial de tierras raras. Pero China, en los años noventa ingresó con fuerza en este mercado, lo que generó un “descenso generalizado de los precios y el desinterés de productores occidentales de invertir en esta área”, según la entidad financiera. EE UU decidió cerrar la mina entre 2002 y 2011 y en los últimos ocho años la ha puesto en marcha en determinadas ocasiones, pero sin constancia.

“Cuando China estableció a las tierras raras una restricción a las exportaciones a Japón, los japoneses reaccionaron rápido de varias formas y bastante bien”, sostiene Escribano. El país vecino de China buscó alternativas y redujo el contenido de las tierras raras en sus productos, explica el economista. En el mismo sentido, tanto Estados Unidos, como la UE podrían desarrollar nuevas tecnologías y aumentar el reciclaje para sortear el obstáculo que plantea China. Bank of America agrega que la restricción de las exportaciones tendría un efecto “poco práctico” y que Estados Unidos podría importar de Malasia y Japón los materiales que necesite. Sin embargo, la entidad financiera pronostica que en el corto plazo podría significar “un dolor de cabeza”.

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