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El ahorrador conservador busca su nuevo norte

La renta fija mixta supone ya el 36,8% del patrimonio; en 2014 era el 22,2%

GettyImages

“La situación actual de tipos bajos es un reto para los inversores más conservadores, pues el binomio rentabilidad/riesgo tradicional se ha visto alterado al mismo tiempo”. Efectivamente, tal y como reflexiona Ana María Camblor, miembro del equipo de innovación de producto de BBVA AM, hasta hace unos años, un cliente conservador podía obtener un retorno adecuado mediante la inversión en productos garantizados, que le aseguraban una rentabilidad mínima a un determinado plazo, sin asumir riesgos sobre el capital invertido y, en muchos casos, tampoco sobre la rentabilidad mínima garantizada.

“Con la coyuntura actual de tipos bajos, que se han situado en niveles históricamente mínimos desde hace varios años, para poder ofrecer un rendimiento mínimamente atractivo a los clientes es necesario irse a horizontes de inversión demasiado largos”.

Los planes de ciclo de vida ganan protagonismo

Como consecuencia de esta situación, según datos de Inverco mencionados por Camblor, se ha producido una paulatina reducción del patrimonio en garantizados y de renta fija, en favor de la categoría de mixtos, en especial, de renta fija mixta. Así, si en 2014 los garantizados representaban un 29,45% del patrimonio total, al finalizar 2018 suponían poco más del 12%. Por contra, con el objetivo de lograr algo de rentabilidad la renta fija mixta ha pasado del 22,2% al 36,8% al año pasado.

Por ejemplo, en Ibercaja, según analiza José Ángel Barriga, responsable de calidad y proyectos, “los planes garantizados y de renta fija representaban el 40% de nuestra cartera en 2015 y hoy suponen el 25%. Los mixtos, por su parte, han pasado del 50% al 70% en ese mismo periodo”. Últimamente no han lanzado ningún plan garantizado, pero sí de rentabilidad objetivo con un horizonte a 2028, y a finales de junio tienen previsto comercializar otro pero con el año 2024 como objetivo final.

Los planes garantizados representaban en 2014 un 29,45% del patrimonio total y al finalizar 2018 suponían poco más del 12%

En el Sabadell restan importancia a los rendimientos en el corto plazo, ya que “para el ahorrador que debe jubilarse en 20 o 25 años las rentabilidades relevantes son las de las distintas clases de activo en el largo plazo, que no han cambiado sustancialmente”.

Eva Valero, directora de pensiones de Caser, apunta que “cuando ahorramos con un objetivo a largo plazo, como suele ser el ahorro para nuestra jubilación, nuestra propuesta es invertir en productos con un porcentaje de renta variable y diversificados, ya que está demostrado que en el largo plazo es la forma más eficiente de invertir. Así, en función de la edad del cliente, debe ahorrar en un producto con una mayor proporción en activos de Bolsa cuando es más joven, y según van pasando los años y se va acercando la jubilación contar con activos con menos volatilidad”.

Esa es la filosofía de los planes de ciclo de vida que cada vez más entidades están lanzando, es decir, aquellos que adaptan el riesgo de la inversión en función de los años que queden para jubilarse. Se consigue “así un proceso de inversión disciplinado y preconcebido y evitando el peligro de perdernos las mejores oportunidades, con un impacto importante sobre la rentabilidad a largo plazo”, añade José Luis Almeda, director de desarrollo de negocio de Deutsche Zurich Pensiones.

Los garantizados, de capa caída

Pérdidas. “Hace años que no lanzamos garantizados. En este entorno de tipos bajos, la prima de seguro que se paga por la garantía cuesta lo poco de rentabilidad que podría ofrecer el producto”, explica Wolfgang Kania, responsable de planes de pensiones y fondos de inversión del Centro de Inversiones de Deutsche Bank España, y remata: “Estos productos garantizados lo único que están garantizando en estos momentos es perder poder adquisitivo”.

Sin protección. Giorgio Semenzato, CEO de Finizen, especializados en gestión pasiva indexada, cree que los garantizados, “por sus características intrínsecas, no garantizan la protección del patrimonio ante la inflación del patrimonio, ni maximizan su rentabilidad a largo plazo“.

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