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Estimaciones del FMI

La corrupción mundial se come cada año el equivalente al PIB español

El organismo valora los progresos de España gracias a la reciente regulación sobre contratación pública

La directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde, este martes.
La directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde, este martes.EFE

La lucha contra la corrupción en todo el mundo podría generar cada año la astronómica cifra de un billón de dólares –esto es, un millón de millones– en ingresos fiscales, según un estudio publicado este viernes por el Fondo Monetario Internacional (FMI). Ello equivale casi al PIB español (1,2 billones) o al 1,25% del PIB mundial. El organismo dirigido por la francesa Christine Lagarde muestra que aquellos países menos corruptos tienen una mayor capacidad recaudatoria, y en el caso español, valora los progresos realizados gracias a la reciente regulación en materia de contratación pública. 

Combatir la corrupción no solo permite aumentar los ingresos de las arcas públicas, sino que también ayuda a reducir significativamente el despilfarro y a usar de forma más eficiente los recursos. También permite mejorar la confianza de la ciudadanía en las instituciones e incluso potencia la calidad de la educación pública, al mitigar sobornos y premiar la meritocracia. En suma, en una mejor gobernanza. "Menos corrupción significa una menor fuga de ingresos y menos desperdicio en gastos, y una mayor calidad de la educación pública y la infraestructura", resume el informe.

La institución con sede en Washington revela que la relación entre menor corrupción y mayor recaudación de ingresos se mantiene tanto en países desarrollados, como emergentes y en desarrollo. "Entre las economías avanzadas, un país que se encuentra en el cuartil más alto en términos de control de la corrupción logra recaudar, de media, un 4,5% más de PIB vía ingresos fiscales que un país en el cuartil más bajo", detalla. Entre los países con economías emergentes, la brecha recaudatoria alcanza el 2,75% del PIB, mientras que en aquellos con ingresos más bajos, la diferencia de recaudación fiscal entre los que son más y menos corruptos llega al 4% del PIB.

De la misma forma, en cuanto a la inversión pública, el estudio muestra que una economía emergente en el cuartil superior en lucha contra la corrupción desperdicia la mitad de los recursos públicos que uno situado en el cuartil más bajo. 

El caso de europeo y español

El Fondo menciona como ejemplo a seguir el sistema de alerta o de "banderas rojas" puesto en marcha por la Comisión Europea para tratar de minimizar el riesgo de corrupción y fraude en la contratación pública. No obstante, señala a España, Italia y Grecia, como los países de la UE con "los resultados más insatisfactorios", aunque añade que valora el "progreso" realizado por el Gobierno español tras la adopción en 2018 de una nueva legislación sobre contratación pública

Entre los indicadores más importantes que recoge el sistema de control de la Comisión Europea, prosigue el FMI, destacan la proporción de contratos adjudicados con un solo actor, el número de concursos o procedimientos otorgados sin licitación o concurso; y el valor de la contratación pública anunciada a las empresas, es decir, el acceso y la apertura de la contratación pública.

Otras recomendaciones para atajar la corrupción

Ciertos sectores productivos o ámbitos de actividad son más proclives a la corrupción que otros. Según explica el FMI, otros estudios previos muestran que las industrias extractivas como la minería y la petrolera son focos de corrupción, así como la adquisición y administración de empresas estatales. Para frenar las corruptelas en estas áreas, el Fondo cita la transparencia y supervisión como elementos claves, pero además, la existencia de una prensa libre y una sociedad civil fuerte como catalizadores necesarios.

El organismo reclama igualmente la profesionalización de la Administración pública, la contratación basada en méritos, así como la necesidad de reglas fiscales y códigos comerciales simples que eviten recovecos legales y la tentación de recurrir al soborno.

También aconseja el uso de la tecnología para combatir el fraude. Menciona, por ejemplo, las compras online como una forma rápida y fácil de rastrear operaciones, o la "contratación electrónica", como una iniciativa relativamente barata que puede abrir los procesos a mejores agentes, ampliar la competencia, y recudir costes, citando a Corea del Sur como uno de los países que más profundamente han implementado este sistema.

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