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A Fondo
Tribuna
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La guerra oculta en NH y las opciones del accionista

Hesperia desafía a Minor y los inversores deberán decidir si venden en la opa

Hotel de NH en Bratislva (Eslovaquia).
Hotel de NH en Bratislva (Eslovaquia).

La eterna candidata a una opa por fin la tiene encima del tapete. El gigante hotelero Minor ya controla el 44% de NH, y tras la autorización de la oferta por la CNMV, previsiblemente en septiembre, se consolidará como el decimonoveno campeón mundial del sector. Pagará 6,3 euros por acción y permitirá salir a los inversores que lo deseen. Pero Minor no está interesada en que le vendan todos, con un 6% le basta; incluso venderá parte de NH si supera el 55%. Quiere endeudarse lo justo.

Minor entró de la mano de Oceanwood, accionista de NH desde 2013, que le vendió un 8,6% a inicios de mayo. Otro de los accionistas del grupo hotelero que preside Alfredo Fernández Agras, el chino HNA, había puesto a la venta meses atrás su participación del 25,2%, después de que fueran expulsados del consejo de administración en 2016 por conflicto de intereses, al haber comprado Carlson Rezidor, rival en algunos países centroeuropeos de NH.

JPMorgan y Benedetto Gartland buscaron compradores para la participación del grupo asiático. Entraron en la subasta varias firmas, entre ellas inversores financieros, como Criteria o Lone Star. Este último fondo –en realidad, gestora de fondos de capital riesgo– llegó a plantear una oferta coordinada con un actor que aparecería meses después, Hyatt, y que también le hubiera dado a Hesperia un papel protagonista.

Esta propuesta, con todo, hubiera supuesto trocear la compañía, al tiempo que el precio tampoco era del agrado de HNA.

El fondo Lone Star planteó una oferta junto a Hyatt que hubiera supuesto el troceamiento de la compañía

Los meses pasaron y la única oferta realmente competitiva fue la de Minor. Desde entonces, la balsa de aceite de NH, con unos resultados alabados por los analistas, se convirtió otra vez en un terreno minado. Uno de los más longevos accionistas de NH, Hesperia, con un 8,3% del capital, se rebeló contra la decisión. El grupo que preside José Antonio Castro entró en NH en 2003 y hasta septiembre de 2009, cuando tenía el 25%, no firmó la paz. Entonces, la situación se allanó e incluso se dio un papel relevante en la gestión de NH a su hasta entonces competidor.

Hesperia considera que el precio que paga Minor es bajo, extremadamente bajo, y que deben buscarse otras alternativas, pese a que sí participó en las negociaciones con Lone Star, cuya propuesta hubiera sido menos positiva para los accionistas. Ya con el 44% en poder de Minor, el grupo estadounidense Hyatt, de la mano de Hesperia, lanzó un mensaje al consejo de NH y también a la CNMV: “Nos interesa la compañía y creemos que Minor paga poco”. “Demasiado tarde”, le dijeron los tailandeses: “NH ya es nuestra”. Y así es: la única opción de triunfo era que la propia Minor vendiera su participación, por la que hubiera obtenida una rápida y jugosa plusvalía de unos 170 millones para un precio de 7,3 euros por título.

Hyatt tiró la toalla a los pocos días, aunque sí provocó que las acciones de NH se dispararan en una única sesión a 6,75 euros, un 9% por encima del precio ofrecido por Minor. Cuando se constató que no habría contraopa, la cotización volvió a los niveles previos en un movimiento yoyó que merece ser escrutado por la CNMV, pues permitió que un puñado de inversores se hiciera de oro en unas horas.

Oceanwood es un inversor financiero, y tanto en NH como en Liberbank, del que controla cerca del 17%, ha tratado de tomar las mejores decisiones para sus intereses. Ha apoyado a ambas compañías en momentos duros y ahora ha considerado que debía salir de NH sin hundir la cotización y dando la oportunidad a que todo aquel que lo desee salga con él a través de una opa. Justo lo que se le afeaba a otro de los pretendientes de NH, Barceló, que el año pasado planteó una suerte de fusión inversa pero en la que no daba oportunidad a los accionistas de hacer caja.

Los accionistas actuales, incluido Hesperia, deberán decidir si quieren quedarse en NH, que, sí o sí, seguirá cotizando. Minor no solo considera la compra desde un punto de vista industrial, sino que abre la puerta a ganar dinero en Bolsa. El comprador asegura en un documento que NH ofrece potencial de revalorización y se compromete a mantener a raya las finanzas de la que en la práctica ya es su filial. Remarca que el precio que paga, de 10,6 veces el valor de empresa –capitalización más deuda–, dividido por el beneficio bruto de explotación (ebitda) estimado para 2018 supone una valoración atractiva y añade que ambas empresas se beneficiarán de sinergias. No puede descartarse que si una oferta llama a su puerta en el futuro, Minor pueda aceptarla.

Es más, si al final Minor coloca acciones de NH tras la opa –en principio, una contradicción pero también una fórmula perfectamente legítima–, tratará de buscar socios industriales o financieros que la acompañen en la aventura y que querrán rentabilidad. Lo que está claro es que aquí todo el mundo quiere ganar dinero.

Minor lleva un plan debajo del brazo para NH, que consiste en mantener el objetivo de endeudamiento en un máximo de 1,2 veces el ebitda el próximo año (este año ya espera concluirlo en torno a esos niveles), con el objetivo de que pueda subir hasta las 2,5 veces siempre que encuentren una inversión que les ofrezca una rentabilidad entre el 11% y el 13%. En caso contrario, NH explorará remuneraciones adicionales para los accionistas. Es obvio que el grupo tailandés será el gran beneficiado de la política de retribución de NH, que quedará consolidada en el 50% del beneficio neto. El año pasado, el grupo español se estrenó con su primer dividendo desde 2008, y en julio lo duplicó a 0,1 euros por acción. El próximo será de 0,15 y el objetivo es que siga creciendo.

Es cierto que ni la más rumbosa política de dividendos puede consolar a los inversores que compraron NH en entorno de los máximos históricos por encima de los 15 euros por acción en 2007. Tendrán que decidir si confían en los planes de Minor o abandonan el barco.

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