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BME comienza a sacar partido de la limitación a los derivados de más riesgo

Los contratos por diferencias están restringidos desde la semana pasada El gestor de la Bolsa tiene productos similares que no han sido criticados

El mercado de futuros de MEFF

Los contratos por diferencias (CFD, por sus siglas en inglés) llegaron a España en 2007 con la promesa de permitir apostar al alza o a la baja casi sobre cualquier activo. Pero todas las alarmas saltaron cuando comenzó a demostrarse que era un producto sumamente adictivo y construido de forma opaca por cada intermediario.

Después de numerosas advertencias, el coordinador de las comisiones de valores europeas, ESMA, decidió tomar cartas en el asunto. Ya no con palabras sino con hechos.

El pasado 2 de julio prohibió la venta a pequeños inversores de opciones binarias, instrumentos que solían funcionar con un lema parecido al de las máquinas tragaperras: doble o nada. En esencia, su mecánica consistía en apostar por la subida o bajada de un activo en un breve periodo de tiempo.

El siguiente disparo fue contra los CFD. Este producto permitía apostar hasta 200 veces el dinero disponible dependiendo el intermediario. Es decir, se podían invertir por 200.000 euros con tan solo 1.000 en la cuenta. Pues bien, desde el 1 de agosto, el apalancamiento de este producto ha quedado limitado en función del activo subyacente. Y no solo eso. También han de incluir una advertencia sobre el riesgo que suponen y, en ella, han de exponer el porcentaje de clientes minoristas que han sufrido pérdidas.

Un segmento que crece en 2018

Unidades de negocio. La unidad de negocio de derivados de BME supuso 5,7 millones de euros de ingresos para la compañía en el primer semestre del año, un 11,3% más que en los mismos meses de 2017. Suponen un 3,7% de los 153,9 millones de su facturación total. En términos de beneficio antes de intereses, impuestos, amortizaciones y depreciaciones (ebitda) fueron 2,1 millones de euros, un 4,7% más y el 2% del ebitda conjunto. Fue la penúltima área de negocio por aportación de ebitda, solo por delante de la de renta fija, que representó un 1,4%.

Mientras, BME ya tiene listas las armas para sacar partido de esta restricción. Las tiene desde hace años, como los futuros sobre el Ibex, desde 1992, o sobre acciones, desde 2001. Estos derivados ofrecen apalancamiento y, según BME, cuentan con ventajas respecto a los CFD: transparencia de precios, disponen de cámara de contrapartida central, se negocian en un mercado regulado y sus tarifas son públicas. Otra virtud de los futuros sobre el Ibex es que pueden contratarse a través de los más de 80 miembros de MEFF, el mercado de derivados de BME, señalan fuentes financieras.

Los CFD eclipsaron los futuros de BME, pues ofrecían más apalancamiento, más activos subyacentes para elegir y más liquidez. Pero casi desde el principio fueron criticados. La primera advertencia de ESMA llegó en 2013 y se han publicado estudios que apuntan a que más del 80% de los clientes de CFD sufren pérdidas.

En cambio, los derivados de BME (MEFF), los de Deutsche Börse (Eurex) y los de otros mercados nunca han recibido la reprobación de las autoridades y además existen desde hace décadas.

El futuro del Ibex clásico supone apostar 10 euros por cada punto del selectivo. Es decir, si el Ibex está en 10.000 puntos su correspondiente valor en euros será 100.000 euros (10 euros por 10.000). Las garantías que exige BME son de 7.500 euros por cada futuro. El número de contratos subió un 10% entre enero y junio, hasta los 3,3 millones.

La versión menor es el futuro Mini Ibex. En él, cada punto equivale a un euro y requiere una garantía de 750 euros. Este instrumento, utilizado mayoritariamente por los pequeños inversores, creció un 5,3% en el primer semestre, hasta los 823.000 contratos. Los datos revelan que los productos han seguido creciendo desde julio (véase gráfico con cifras actualizadas hasta el pasado lunes 6 de agosto).

BME también cuenta con futuros sobre las acciones de Acciona, Acerinox, ACS, Aena, Amadeus, ArcelorMittal, Atresmedia, Bankia, Bankinter, BBVA, Sabadell, CaixaBank, Mapfre, Dia, Ebro Foods, Enagás, Endesa, FCC, Ferrovial, Siemens Gamesa, Gas Natural, Grifols, IAG, Iberdrola, Inditex, Indra, NH, OHL, Red Eléctrica, Repsol, Sacyr, Santander, Técnicas Reunidas, Mediaset España, Telefónica, Viscofan y sus propias acciones (BME). Aquí los contratos son por 100 títulos y las garantías varían del 10% al 22%.

BME dispone además de los futuros Ibex 35 Bancos e Ibex 35 Energía, que agrupan, respectivamente, a los bancos y las compañías energéticas que cotizan en el índice, y ofrece otros productos, como los futuros sobre dividendos de acciones. Es más, la compañía que preside Antonio Zoido anunció en enero el lanzamiento de futuros sobre divisas.

Los intermediarios suelen exigir garantías adicionales a las que pide BME, lo que rebaja el apalancamiento efectivo de estos productos. Tampoco existen futuros sobre todos los activos sobre los que sí se han creado CFD. Así, se venden contratos por diferencias sobre el oro, el bitcóin, el gas natural y sobre activos más extravagantes como las criptodivisas ethereum dash, ripple o litecóin. El límite es la imaginación del intermediario, quien además da el precio al usuario.

Los ingresos por derivados de BME supusieron el 3,7% de su facturación en el primer semestre del año

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