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May da otro paso atrás en el 'brexit' y acepta la unión aduanera hasta 2022

Londres podría incluso ampliar el plazo si no se logra una solución sobre Irlanda del Norte El pulso dentro del Gobierno debilita áun más al equipo negociador británico

La primera ministra británica, Theresa May, este miércoles en Downing Street. EFE
La primera ministra británica, Theresa May, este miércoles en Downing Street. EFE

El brexit de nunca acabar tiene un nuevo plazo. Y retrasa hasta finales de 2021, como muy pronto, la salida definitiva de Reino Unido de la unión aduanera por lo que el país no quedará completamente fuera de la órbita comunitaria hasta el 1 de enero de 2022, casi seis años después del referéndum que aprobó la retirada del club.

Londres ni siquiera da por seguro que se puedan cumplir esos plazos. Y no descarta que el país deba seguir indefinidamente en la unión aduanera, lo que le obligaría a aplicar los aranceles europeos y  acatar la política comercial comunitaria sin poder pronunciarse sobre ella.

El nuevo calendario figura en la propuesta entregada en Bruselas este jueves por el Gobierno de Theresa May para intentar evitar la aparición de una frontera física entre Irlanda del Norte (parte del Reino Unido) y la República de Irlanda, Estado miembro de la UE.

El documento, según la prensa británica, ha provocado un grave enfrentamiento entre los miembros más euroescépticos del ejecutivo y los proclives a la permanencia. La batalla ha resquebrajado el equipo negociador británico, cuyo líder, David Davies, ha eludido varias veces en las últimas horas desmentir que había amenazado con su dimisión.

La primera ministra quería dejar abierta la posibilidad de una permanencia indefinida en la unión aduanera, posibilidad rechazada por los euroescépticos, que temen una marcha atrás en el brexit. Davies también exigía una fecha límite para la recuperación de las fronteras británicas, so pena de renunciar al cargo.

El texto pactado incluye ese límite temporal, como quería Davies, y lo fija en "finales de diciembre de 2021". Pero no lo establece de manera taxativa y se limita a señalar que Reino Unido "espera" que para entonces se haya encontrado una solución definitiva para el problema de Irlanda. De no ser así, todo el país seguiría sometido a la política comercial europea.

El negociador jefe de la UE, Michel Barnier, ha acusado recibo de la propuesta británica. Y ha asegurado que la estudiarán para comprobar si realmente permite resolver el problema irlandés y si no supone una amenaza para la integridad del mercado único y de la unión aduanera. May también defenderá su plan durante la cumbre europea de finales de junio en Bruselas. Pero la UE contempla con creciente escepticismo, y hasta incredulidad, la errática estrategia negociadora de Londres.

Enésimo retraso

No es la primera vez que May prolonga los plazos de salida. La primera ministra tardó nueves meses, desde el referéndum de junio de 2016, en poner en marcha la cuenta atrás del brexit. Hasta el 29 de marzo de 2017 no notificó la petición de salida, acto que inicia el plazo de dos años para consumar la separación. Pero poco después solicitó un plazo transitorio de otros dos años más para dar tiempo a las empresas a prepararse.

La Unión Europea aceptó el período transitorio, pero lo recortó unos meses para dejarlo en diciembre de 2020. Y exigió a cambio que Londres se comprometa a respetar toda la normativa comunitaria durante ese período, incluida la que se apruebe tras su teórica salida (29 de marzo de 2019), y a reconocer todos los derechos a los ciudadanos europeos, incluidos los que lleguen a Reino Unido durante el período transitorio.

May vuelve ahora a dilatar el calendario, ante la incapacidad de encontrar una solución que evite la aparición de una frontera física que divida la isla irlandesa. Y los plazos empiezan ya a solaparse peligrosamente con el calendario electoral. Este viernes se cumple un año de las últimas elecciones, unos comicios adelantados por May para intentar reforzarse y que acabaron dejándola con un Gobierno en minoría.

En primavera de 2022, como muy tarde, los británicos deberán volver a las urnas. Y corren el riesgo de votar con un pie todavía dentro de la UE. O con los dos.

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