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Por qué es buena idea gestionar equipos a través del humor

Las emociones positivas reducen el estrés y fortalecen los lazos dentro de las plantillas Varias compañías ayudan a introducir estas emociones en la cultura empresarial

Pablo Sempere

Desde hace ya muchos años, el mundo de la empresa lleva experimentando en sus carnes todo tipo de técnicas pioneras relativas a la gestión de personas. Actividades grupales, nuevos métodos de trabajo en equipo, sesiones de mentoría... Dentro de este gran saco, una de las menos conocidas es aquella dedicada a llevar el humor a las oficinas, “un espacio que históricamente ha estado vetado para esta disposición de ánimo. Más aún en España, donde ha habido tradición de tener jefes duros, controladores y que ejercen presión sobre sus empleados”, explica Iago Taibo, director general de Positivarte.

Esta es una de las compañías que trabaja en este propósito, habiendo llevado sus conocimientos a organizaciones como Google, Repsol, Vodafone o Pernord Ricard. Otra de ellas es Humor Positivo, por la que han pasado otras como Ikea, Sabadell, La Caixa, BBVA o Sanitas. Su cofundador, Eduardo Jáuregui, también profesor de Psicología Positiva en la Universidad de Saint Louis, resume en qué consiste su labor: “Las emociones positivas nos preparan para el trabajo serio, nos encienden el cerebro, hacen que seamos mucho más creativos y que tomemos mejores decisiones. Que el humor de por sí es sano es algo que todos tenemos claro y que se ha demostrado científicamente, pero su impacto en el trabajo y en la empresa sigue siendo poco conocido”.

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En este sentido, ambos expertos recuerdan que estas técnicas no consisten únicamente en llevar a las oficinas talleres o sesiones en las que hacer reír a los empleados durante una hora para después marcharse. “Es cierto que en algunas ocasiones, las compañías dedican poco presupuesto a esta labor, pero en la mayoría de las veces intentamos llegar al núcleo de la cultura empresarial, para trastocarlo por completo y extender el humor al día a día de la organización, para que esta forma de trabajar perdure con el paso del tiempo”, prosigue Taibo.

Uno de los casos más ilustrativos de esta transformación, recuerda Jáuregui, tuvo lugar en una empresa norteamericana del sector bancario. En la entidad financiera en cuestión, los empleados que trabajaban de cara al público se encontraban de vez en cuando con la dificultad añadida de tener que lidiar con clientes complicados, algo que repercutía en un peor servicio y en la apatía de los profesionales. “Surgió la idea de dar el premio al peor cliente a final de cada semana. No se le daba al usuario, lógicamente, sino al empleado que contaba la historia más divertida o curiosa de sus experiencias durante la semana. Así, cuando llegaba un cliente difícil, todos querían que se quedase en su mostrador y le atendían gustosamente. La idea trascendió en convertir algo estresante en una tarea divertida, consiguiendo además un mejor servicio”.

El objetivo es, argumenta, impulsar un cambio duradero y profundo en la empresa, ya sea con intervenciones puntuales, con cursos o talleres o con un nivel de implicación mayor y extendido durante largo tiempo. Pero para ello, recuerda Jáuregui, “hay que diseñar iniciativas a la carta de cada compañía, que se adapten a sus necesidades y a sus circunstancias”. Así, otra de las medidas que ha impulsado este grupo de expertos han sido “crear grupos dentro de las empresas que se encarguen de velar para que el humor en el trabajo no se penalice, llamados ministerios de la diversión”, ilustra Jáuregui. Otras ideas están relacionadas con aprovechar el diseño y decoración de los espacios, dejando atrás los ambientes fríos y corporativos, o incluso con equipar la empresa con juguetes de oficina, muy útiles cuando se piensan o diseñan estrategias.

Estas técnicas se centran en el humor positivo, una rama del humor sin agresividad ni burlas

Tampoco faltan los modelos basados en la risoterapia, ya que una de las desembocaduras del humor es un impacto directo en la salud, en este caso, del empleado. “Diferentes estudios han demostrado que el humor tiene la misma fuerza que el deporte para reducir el estrés. 20 minutos riéndote equivalen, en ese sentido, a 20 minutos corriendo en una cinta”, alega Jáuregui. Por eso, una de las ideas desarrolladas por el equipo de Iago Taibo para uno de sus clientes consistió en fijar sesiones de risoterapia a través de Skype. “Todos los viernes, durante unos minutos, los empleados desconectaban y se despreocupaban durante estas sesiones a través de la risa, fortaleciendo por una parte el equipo y a la vez dejando el estrés de lado”, apunta.

Todas estas técnicas entran dentro de la rama del humor positivo, que además de ser el nombre de una de estas empresas, es una modalidad propia del humor. “Hay estilos humorísticos negativos, como el que se basa en la agresividad y en las burlas, que pueden ser contraproducentes. Los estilos positivos son el humor compartido y no excluyente entre amistades y compañeros”, resume Jáuregui. En este sentido, un estudio elaborado por varios profesores de la Universidad de Carolina del Norte y la Universidad de Miami afirma que el humor positivo en el trabajo se asocia con un mejor desempeño profesional y mayor satisfacción, salud y efectividad a la hora de afrontar problemas, y menos desgaste profesional, estrés y desmotivación. Este mismo estudio encontró que el uso del humor por parte del jefe o supervisor se asociaba con un mejor desempeño tanto del supervisor como del empleado, más satisfacción con el supervisor y un fortalecimiento de la cohesión de grupo, además de menor desmotivación.

Son aspectos, aseguran los expertos, que las empresas conocen. Razón por la que estas actividades están volviendo a dar que hablar en las organizaciones tras unos años, los de mayor apogeo de la crisis, en los que los presupuestos dedicados a la formación y a las actividades que no fuesen estrictamente obligatorias se vieron drásticamente reducidos.

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Sobre la firma

Pablo Sempere
Es redactor en la sección de Economía de CINCO DÍAS y EL PAÍS y está especializado en Hacienda. Escribe habitualmente de fiscalidad, finanzas públicas y financiación autonómica. Es graduado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid.

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