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La escultura, un medio para alcanzar un fin

El artista y el emprendedor comparten un reto Ser el pionero puede significar llegar a ser relevante

Busto de Nefertiti.
Busto de Nefertiti.
CINCO DÍAS

El arte en su esencia es innovación y no es menos en el caso de la escultura, en el que se crean técnicas para superar nuevos retos. Un arte antiguo, ya que los primeros seres humanos construían formas en piedra antes de pintar las paredes. Ya en ese momento, la escultura exigía tecnología y artesanía, porque su objetivo es modelar obras tridimensionales, piezas que pueden ser fieles a la realidad de nuestro mundo, que también es tridimensional.

El legado que nos han dejado las civilizaciones antiguas es, a menudo, una herencia meramente artística e histórica, y en muchos casos, nos cuesta imaginar cómo la obra de arte podría haber sido creada por los maestros de la época. Las habilidades, la artesanía o la tecnología nunca han sido el fin, sino el medio para alcanzar el fin más artístico. El objetivo último es provocar una emoción.

Bellas artes y gestión empresarial

 

 

Sección elaborada por profesores de Esade que analiza diferentes ramas de las bellas artes bajo la óptica de las lecciones que pueden extraerse para el management.

 

Bruce Beasley es uno de los escultores más reconocidos de nuestra época, con obras que se encuentran en las colecciones permanentes de algunos de los museos más emblemáticos. Algunos ejemplos son el Museo de Arte Moderno y el Guggenheim de Nueva York, el Centro Pompidou en París, el Museo Moderno de Arte de San Francisco o el Museo Islámico de El Cairo, entre otros.

La escultura es su oficio, y la forma, su medio. Su visión impulsa la técnica y, como ocurría con los antiguos maestros, cuando su arte pide una nueva técnica, Beasley debe inventar un nuevo proceso para que esta se haga realidad. La determinación de dejar que la técnica sirva al mayor propósito del arte le llevó a inventar un método para moldear acrílico en espesor que la industria plástica nunca había imaginado posible a pesar de las pruebas que dicha industria había llevado a cabo.

Hace un par de años tuve la fortuna de visitar con mi familia el taller de Bruce Beasley, en Oakland (California, Estados Unidos). Nos hizo una visita de su jardín de esculturas y nos mostró los diferentes espacios de su taller donde sus ideas se convierten en obras de arte. Espacios lo suficientemente grandes como para construir y alojar sus piezas más monumentales.

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En su estudio, adyacente a la sala donde modela sus ideas mediante software de diseño asistido por ordenador (CAD), se encuentra su colección de cráneos del mundo animal. Los niños fueron desafiados a reconocer los cráneos. Reconocer el del cocodrilo no era difícil, en cambio, sí lo era con el del rinoceronte o el de la jirafa

Bruce encuentra en los cráneos la perfección de la forma a la que aspira en sus esculturas. La naturaleza, para él, es la perfección y su inspiración en todas las obras. Sin embargo, nunca trata de imitarla; siente que cada cráneo es una representación de la perfección de la naturaleza y no se puede hacer mejor. No comienza a trabajar en una escultura con una idea clara de cuál podría ser el resultado. Más bien, como él mismo explica, comienza con una forma y deja que la escultura le guie: “Procedo aditivamente, construyendo sobre las formas iniciales, y cuando la escultura ya transmite emoción, empiezo a quitar algunos elementos poco a poco. En algún momento, la emoción se vuelve plana; cuando eso sucede, reemplazo esa última pieza y la escultura está ya terminada”.

Bajo su estudio, donde trabaja en sus diseños CAD, tiene una gigantesca impresora 3D, capaz de imprimir piezas de hasta 3m x 3m x 2m. Desde hace ya varios años se apoya en esta técnica para trabajar, ya que le permite realizar unas esculturas de formas intrincadas que serían imposibles de levantar de cualquier otra manera. En el momento de nuestra visita, Bruce estaba trabajando en una exposición encargada por Carl Bass, el entonces consejero delegado de Autodesk. La exposición Coriolis sirvió para explorar nuevas formas posibles gracias al uso del diseño CAD y las técnicas de impresión 3D. La exposición iba a ser exhibida primero en la Galería Autodesk en San Francisco.

Carl Bass, un visionario, había creado con Autodesk en San Francisco un espacio para incubar nuevas empresas y ayudar emprendedores a dar vida a sus ideas. Pier 9 es un taller enorme que empodera sus residentes con todas las herramientas que constituyen la vanguardia o state-of-the-art de la fabricación digital. Bass elige juntar a expertos y artesanos de muchos campos, y no olvida que la inspiración de los artistas es la fuente de cualquier innovación.

Pier 9 reúne tecnologías y herramientas para dejar campo libre a las mentes de los innovadores. Las obras de un escultor nos recuerdan que el artista y el emprendedor comparten un reto y un destino similar, en el cual ser pionero, a menudo, puede significar ser relevante. En nuestra época, en la que la empresa se inventa constantemente, ¿podría ser que el directivo o emprendedor deba moldear su gestión sobre la de un artista? Asumiendo riesgo, y prototipando sus ideas hasta que resulta un producto listo para encontrar su mercado.

Matthieu Laverne es fundador y director del Fab Lab de ESADE creapolis

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