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Si es conservador, no invierta en Bolsa

Los colores del semáforo indican el riesgo que asume el inversor En planes individuales y fondos se usa una escala del 1 al 7

Preferentes, Valores Santander, fondos de inversión con altas comisiones de gestión, bonos o títulos convertibles en acciones, depósitos, pagarés, hipotecas bajo divisas, además de estafas bajo inversiones de estructura piramidal o a través de chiringuitos financieros.

En los últimos años el inversor particular ha visto cómo sus ahorros desaparecían de la noche a la mañana. Muchos no comprendían qué era lo que compraban en sus oficinas bancarias, pero confiando en su comercial de toda la vida firmaban sin pensarlo. El último caso en el que varios ahorradores se han dado de bruces con la realidad ha sido la venta de acciones del Banco Popular.

"Muchos accionistas tenían en su cartera este valor porque un familiar había trabajado en su día en la entidad o porque hace años que su oficina le había vendido una pequeña cartera de acciones.

Los expertos insisten en que es necesario aumentar la educación financiera en nuestro país

Hasta una semana antes de perder sus ahorros las oficinas les prometían que su dinero no iba a desaparecer, sino que iba a estar en mejores manos al pasar a pertenecer a un banco mejor. Incluso desde el Gobierno se trasladaba optimismo", manifiesta Javier Contreras, responsable del departamento de inversión de Adicae (Asociación para la Defensa de Consumidores y Usuarios de Bancos, Cajas y Seguros).

"Dicen que con esta operación los contribuyentes no han perdido dinero, pero no dicen que el 50% de los inversores tenía en sus manos menos de 10.000 acciones y que más de un 90% tenía menos de 20.000. Está claro que tener 1.000 o 2.000 acciones no define a un especulador de Bolsa, sino a un pequeño inversor contribuyente", añade Contreras.

Pese a este caso, en los últimos años la CNMV y el Gobierno de España han puesto en marcha una gran diversidad de mecanismos para proteger al inversor. Muestra de ello son los test de conveniencia, el semáforo de colores o escala numérica, o los diferentes avisos que tienen que emitir las entidades cuando su cliente esté adquiriendo productos no aptos para su perfil de inversor.

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"Si una persona ve un semáforo de color rojo o un número siete en su contrato e invierte de todas formas es porque no lee o porque no entiende lo que está leyendo", manifiesta Javier Niederleytner, profesor del Máster en Bolsa y Mercados Financieros del IEB. El docente insiste, de todos modos, en que habría que acabar con la letra pequeña de los contratos.

La medida del semáforo no es vista con buenos ojos por todas las instituciones. Adicae estima que esta herramienta no garantiza que se vaya a ofrecer más y mejor información al consumidor y, por tanto, que vaya a proteger sus intereses. Incluso creen que se puede convertir en una nueva salvaguarda para la banca a la hora de "comercializar de manera masiva y fraudulenta productos tóxicos".

Consideran incomprensible que se hayan excluido del semáforo productos como los CFD (contratos por diferencia), bonos estructurados, convertibles o unit linked, porque estarán bajo el paraguas de la norma europea de seguros para minoristas PRIIP (packaged retail and insurance-based investment products).

Cinco reglas para comenzar a invertir

Aversión al riesgo. Lo primero que tenemos que tener claro antes de invertir es cuál es nuestra tolerancia al riesgo y adquirir siempre productos o activos que se adecúen a él. Realizar un test que nos oriente sobre nuestro perfil de inversor puede ser de gran ayuda. Una norma clave es no invertir nunca el dinero que no estemos dispuestos a perder.

Objetivo de la inversión. Siempre debemos tener en cuenta cuál es nuestro horizonte de inversión, o dicho de otra manera, cuál es el plazo que estamos dispuestos a no tener disponible el dinero. De esta manera se podrá invertir a corto (menos de un año), medio (entre uno y tres años) o largo plazo (cuando podamos superar los tres años). Por principios, en las inversiones a largo se recomienda tomar más riesgo que en las de corto.

Diversificar. Una norma fundamental para invertir es no poner todos los huevos en la misma cesta. Los expertos recomiendan distribuir el patrimonio en diferentes activos, con el fin de salvaguardar el dinero invertido en el caso de que algo salga mal. En esta línea, recuerdan la inconveniencia de tener depositados más de 100.000 euros (cantidad límite asegurada por el Fondo de Garantía de Depósitos) en una misma entidad bancaria.

Ante altas rentabilidades, sospeche. Los chollos en las inversiones no existen. Si de antemano un producto promete "duros a pesetas", lo mínimo que podemos hacer es mosquearnos. Puede que no sea un timo, pero sí que el producto conlleve un riesgo que no estemos dispuestos a asumir.

Formación. El deber de cualquier inversor pasa por conocer el producto en el que está invirtiendo. Cuando haya dudas, hay que preguntar y Adicae las resuelve. Además, siempre podemos asesorarnos o dejar el dinero a un experto.

Niederleytner realiza otra demanda: que todos los ciudadanos cuenten con una formación adecuada en materia de educación financiera. "La CNMV y el Gobierno ya tienen a las entidades machacadas con todas las nuevas normativas, pero sigue faltando que los consumidores comiencen a ser conscientes.

Igual que se realizan campañas para los conductores al estilo de: 'Si bebes, no conduzcas', deberían existir para los inversores. Todas las medidas están dirigidas a los vendedores y se deberían poner en marcha también para los compradores", afianza el profesor del IEB.

José Luis Martínez Campuzano, portavoz de la Asociación Española de Banca, recuerda que los bancos sí tienen puesto el foco en mejorar la educación financiera. Aunque reconoce que aumentarla debe ser una tarea de la sociedad, las familias y las instituciones.

Campuzano incluye dos peticiones más. La primera es que las normas de protección al consumidor se apliquen de forma armonizada a nivel europeo. "No se entiende que los países impongan normas de alcance limitado que rompan la armonización tan intensamente buscada por Mifid II y PRIIP", afirma. Ambas regulaciones pretenden proteger al pequeño inversor, en el caso de PRIIP, ante los productos de inversión empaquetados.

A la segunda solicitud se unen también Contreras y Niederleytner. Los expertos opinan que un exceso de documentación puede resultar ineficaz para los clientes y caro para las entidades y piden a las instituciones que sean conscientes de ello.

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