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A Fondo
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

La falla demográfica lleva hasta el pleno empleo... pero agravará las pensiones

España perderá 1,24 millones de activos en diez años, lo que aliviará el paro

Proyecciones mercado laboral en 2029

Es conocido el perverso efecto que sobre la financiación del Estado de bienestar tendrá el envejecimiento demográfico en España; si los moradores del país con más de 65 años son ahora el 18% del total, en 2031 alcanzarán el 25%. Eso significa que uno de cada cuatro dependerá de las rentas de los activos, que a su vez mermarán notablemente en los próximos años, a juzgar por las previsiones de población y actividad realizadas por Estadística. Cada vez menos gente trabajando deberá financiar las prestaciones dinerarias y sanitarias de cada vez más gente jubilada, esa es la cuestión que debe resolverse antes de que el tiempo se eche encima.

El Gobierno actualizó hace unas semanas el programa de estabilidad y crecimiento, en el que la variable más ácida de la crisis, el desempleo, pasaría prácticamente a mejor vida. Según las estimaciones enviadas a Bruselas, la tasa de paro descenderá hasta el 11,9% al final de esta legislatura si los políticos tuvieran a bien agotar los cuatro años que otorga la ley. Tal proporción de desempleados sobre los activos sería en tal fecha cuasi comparable con la de la Unión Europea, siempre que el empleo se comportase con avances medios interanuales del 2,5% acumulativos. Tales comportamientos del empleo pueden considerarse modestos, a juzgar por los actuales, que superan incluso el 3%; pero tiene lógica que a medida que la recuperación de la actividad cíclica madure, el avance de la ocupación pierda vigor, aunque podría mantenerse en todo momento con esa extraña elasticidad de este ciclo que la hace superar al producto y contraer la productividad aparente del trabajo.

Pero un vistazo a las estimaciones recientes de la evolución de la población activa hechas por Estadística, y que tienen en cuenta los pobres desempeños de la natalidad del pasado reciente y los movimientos migratorios de saldo positivo, revela que los activos descenderán en los próximos años de forma muy intensa, y que si el empleo mantiene su pujanza, o incluso aunque lo haga a medio gas, el desempleo descenderá a plomo y la tasa de paro, también. Otra cuestión es que este alivio de corto plazo para el empleo, especialmente para el juvenil, supondrá un problema para financiar las prestaciones de los pasivos. No hay bien que por mal no venga.

Los cálculos de los demógrafos del Instituto Nacional de Estadística transforman la pirámide de población a tal velocidad que cada vez se parece menos a un árbol de Navidad y más a una peonza, con un estrechamiento de las franjas de las edades centrales, las de la vida laboral, y un generoso crecimiento de las cohortes de los pasivos, tanto los de más de 65 años como los de menos de 16.

Si ahora el porcentaje de población activa de más de 16 años es del 59,5%, en 2021, dentro de solo cuatro años, será del 57,95%, y seguirá deteriorándose hasta descender al 53,8% en 2029. En el lustro venidero la población absoluta de 16 y más años en edad y actitud de trabajo pasará desde los 22,90 millones a 22,38 millones: nada menos que 526.863 activos menos. Pero si proyectamos las cifras hasta 2026, un decenio en el que se jubilarán ya cohortes nacidas en el baby boom de los sesenta, los activos descenderán hasta los 21,66 millones, nada menos que 1,24 millones de activos menos que ahora.

Si cruzamos estos números con las estimaciones de generación de empleo proyectadas por el Gobierno, llegamos a la conclusión de que el problema del paro está en vías de solución de manera casi natural, de que no solo recuperaremos relativamente pronto los niveles de ocupación previos a la crisis, sino que la tasa de desempleo puede bajar incluso por debajo de la que España lucía en 2008, que rondaba el 8% y empezaba a considerarse como indestructible núcleo de resistencia.

Un avance del empleo del 2,5% como el recogido en el programa de estabilidad supondría que en 2021 la economía habría generado 1,84 millones de empleos adicionales, hasta acumular 20,28 millones de ocupados. Una combinación de este avance del empleo y la caída de los activos hasta los 22,382 millones, dejaría el desempleo a finales de 2021 en los 2,101 millones de personas. Y en términos relativos sería una tasa de desempleo del 9,38%, muy sensiblemente inferior a la estimada por el Gobierno.

Pero forzando la proyección hasta 2026 (solo nueve años en adelante), y con ese avance del empleo del 2,5% anual (el programa de estabilidad solo proyecta hasta 2020), la ocupación llegaría hasta los 22,755 millones (2,5 millones más de ocupados). En tal caso, y si el número de activos ha descendido hasta los 21,666 millones que prevé Estadística, ¡habría más empleo que activos!, y lógicamente, ¡no habría paro!. El ensueño del pleno empleo que no llegó ni en los mejores tiempos anteriores a la crisis, cuando el desempleo rondaba el 8%, 1,8 millones de desempleados rotaba entre subempleo y paro remunerado y las empresas buscaban desesperadamente trabajadores con subidas inexplicables de los salarios.

Esta situación parece exagerada, y seguramente los movimientos migratorios restablecerán el orden a medida que la sociedad demande más fuerza de trabajo por el crecimiento económico, ya que solo un avance descomunal de la productividad puede sostener los crecimientos pintados en el papel por el Gobierno sin agotar la fuerza laboral de reserva. Y tal posibilidad parece improbable dado que una franja nada despreciab le de la población activa, ahora mayoritariamente en desempleo, carece de los niveles formativos como para aportar las ganancias hiopotéticas de productividad que exigirían las proyecciones.

Pero incluso un comportamiento más modesto del empleo, seguramente más acorde con un ciclo que declinará a medida que madure la recuperación y se recorte el crecimiento potencial de la economía, tenderá a eliminar el paro en el medio plazo. Supongamos que la ocupación avanza a tasas del 1,5% en los próximos años, frente al 2,5% que hasta 2020 prevé el Gobierno. Con este avance más modesto, en 2021 habría 1,1 millones de ocupados más, y llegarían a los 19,54 millones. En tal caso, el paro, con los 22,382 millones de activos estimados por el INE, sería de 2,83 millones, una proporción relativa del 12,68%. Pero si se prolonga el avance del empleo al 1,5% anual hasta 2026, la ocupación tocará los 21,010 millones, con un avance agregado de 2021 a 2026 de 1,46 millones de ocupados. Con tal nivel de empleo, y unos activos de 21,66 millones, el paro descendería hasta los 655.953 personas. Una increíble tasa de paro del 3,02%: como Reino Unido, mejor que Alemania, Japón y EE UU.

Concluimos como empezamos: no disponemos de población suficiente para mantener un mercado de trabajo vigoroso, y menos para financiar el coste del enjevencimiento demográfico.

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