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El Foco
Tribuna
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¿Es el ebitda la mejor medida de rendimiento?

Este concepto no se ha estandarizado y se usa adecuándolo a necesidades o conveniencias

Sede de la CNMV.
Sede de la CNMV.

Hay pocas expresiones en el mundo financiero más vagas y polivalentes que la de beneficios antes de intereses, impuestos, depreciaciones y amortizaciones (ebitda, utilizando el acrónimo inglés). Puesto que no se ha estandarizado, al revés de lo que sucede con otras medidas, como el resultado de la explotación, el importe neto de la cifra de negocios o el activo total, cada preparador de estados financieros, cada analista y cada autor académico la utiliza adaptándola a sus necesidades y conveniencias.

La consecuencia es inmediata: el oyente o usuario puede estar entendiendo algo muy distinto de lo que el comunicante desea transmitir. Las palabras, que nos han de servir como un instrumento de disección de la realidad, para comprenderla mejor, cuando se amañan, en lugar de ser un bisturí de precisión, se convierten en un cuchillo de punta roma, incapaz de cortar nada.

En épocas de vacas flacas, las empresas logran transformar las pérdidas, sin más que sumarles intereses, impuestos y amortizaciones, en números con signo positivo: hemos perdido, pero la empresa aún genera recursos. Luego se calculan y presentan ratios que también tienen signos positivos y así se maquilla la realidad para conseguir esconderla.

Sin embargo, el concepto económico al que se hace referencia con esta expresión es muy preciso: se trata de un excedente obtenido restando a los ingresos del ejercicio los gastos en factores corrientes de producción, que desde muy antiguo recibe el nombre de resultado bruto de la explotación (RBE). Esta cifra no sirve ni para ver si la empresa ha ganado o perdido, ni para decidir si se pueden pagar dividendos, ni tampoco si queda dinero para reembolsar los préstamos, aunque no es raro que se le den estos usos y otros mucho más difíciles de justificar.

Los reguladores de los mercados bursátiles están, desde hace décadas, preocupados por el uso del ebitda u otras variables de significado impreciso en el informe de gestión o en otro tipo de información general. Por tanto, recomiendan vivamente que si se utilizan medidas del rendimiento empresarial no estandarizadas (medidas alternativas del rendimiento), se diga claramente cómo se han obtenido a partir de los conceptos estandarizados que aparecen en los estados financieros (por ejemplo, mediante un estadillo de conciliación).

De esta manera, al menos, el usuario de la información conocerá el origen de la medida y apreciará mejor su significado sabiendo de dónde procede y cómo se ha calculado. Sin embargo, puede que la mejor manera de atajar el problema de la heterogeneidad observada en la práctica es estandarizando u homogeneizando la solución.

Precisamente esta ha sido la intención de la Comisión de Principios y Normas de Contabilidad de la Asociación Española de Contabilidad y Administración de Empresas (AECA), al emitir su Opinión nº 4 (OE nº 4/2016), que está disponible en la página web de la asociación para cualquier interesado.

Con el título Concepto y uso del ebitda como recursos generados en la explotación, la comisión de AECA ha tratado de resaltar el hecho de que una metodología común de cálculo podría ayudar a la interpretación de la información financiera basada en este excedente, que debe hacer hincapié en los recursos que genera la explotación de forma recurrente, porque pueden ser útiles en la comprensión de su actividad y en hacer proyecciones futuras.

Como extensión de la opinión emitida por la comisión, se ha desarrollado una aplicación en hoja de cálculo, con la colaboración de la central de balances del Banco de España, que se encuentra disponible de forma gratuita en la web de AECA, tanto para facilitar a las empresas y analistas el cálculo del ebitda conforme a la definición de AECA, sin más que cargar los datos de las cuentas anuales de forma manual o desde los ficheros remitidos al Registro Mercantil, como para comparar la cifra con las procedentes empresas del mismo sector y tamaño. Al final, la aplicación ofrece un informe sintético que permite visualizar de forma clara la posición de la empresa en las ratios seleccionadas (margen y cobertura de la deuda), para lo que se ha utilizado la muestra de empresas españolas de la base de datos BACH, actualizada en estos momentos para los ejercicios 2015-2014.

La intención de clarificar, haciendo comparables las medidas del ebitda como recursos generados por la explotación, pasa también por remarcar que esta medida financiera tiene, en esencia, una proyección a largo plazo en el análisis. Representa los recursos que proceden de los activos productivos, cuyo importe puede ser útil en propósitos de evaluación de la rentabilidad de los mismos, en un supuesto de continuidad, así como en la valoración para propósitos de fusión, absorción u otorgamiento de garantías.

No obstante, la opinión alerta sobre el uso del ebitda como sustituto de los recursos líquidos obtenidos por la empresa, cuya cifra es muy utilizada en los análisis a corto plazo. Si el analista, la empresa o el usuario quiere conocer la tesorería generada por la explotación, hay que aplicar otras métricas y poner en juego otras variables y formas de interpretación mucho más detalladas que tengan en cuenta, entre otras cosas, la gestión del capital circulante.

La información financiera actual provee otras herramientas que los expertos deberían utilizar para que el significado de lo que se dice y lo que se escucha fueran parejos. En otro caso, podríamos estar en la ceremonia de la confusión, que posiblemente es donde algunos se sienten cómodos, pero tiene el pernicioso efecto de sembrar dudas sobre la calidad de la información de las empresas entre quienes deben confiar en los estados financieros.

José Antonio Gonzalo Angulo y Javier Pérez García son miembros de la Comisión de Principios y Normas de Contabilidad de AECA; profesores de la Universidad de Alcalá; expertos contables acreditados-ECA

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