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Alimentación

Las bebidas aceleran la reducción de azúcar ante la presión en la UE

Las grandes compañías acuerdan reducir un 10% el azúcar en sus refrescos hasta 2020

Organizaciones como la OMS o distintos estados han aumentado en los últimos años la presión frente a las bebidas y los alimentos con azúcar. El organismo de la ONU llegó a pedir subidas fiscales que elevaran en un 20% el precio de estos productos. Algunas de las medidas anunciadas no han llegado a aplicarse todavía, como en Reino Unido o España, pero las empresas ya se están preparando para esta nueva realidad.

Las principales señaladas por esta presión, ligada a la lucha contra la obesidad, especialmente la infantil, son las bebidas carbonatadas. Recientemente, Unesda, la patronal europea del sector que incluye entre otras a Coca-Cola, PepsiCo y Suntory, propietaria de Schweppes, anunció un compromiso de la industria de bebidas para reducir en un 10% el contenido de azúcar entre 2015 y 2020.

Este acuerdo sectorial supone prácticamente triplicar el ritmo de reducción previamente alcanzado, que suponía eliminar un 12% de azúcar entre el año 2000 y el 2015. La organización empresarial defendió que se adapta de esta manera a las peticiones realizadas por la Comisión Europea. Entre las medidas a lograr el objetivo se encuentran la reformulación y el uso de edulcorantes sin calorías, así como un aumento en la promoción de las referencias más saludables.

Pero más allá del acuerdo de mínimos realizado a nivel industrial, cada compañía está buscando su nueva estrategia de producto, que supone para muchas de ellas dejar de depender de sus productos más vendidos para abrirse a referencias con composiciones más saludables.

Es por ejemplo el caso de Coca-Cola. La compañía ha centrado su estrategia en los últimos años en el lanzamiento de referencias Zero (sin azúcar) en cada una de sus categorías, incluida Royal Bliss, la marca de bebidas para coctelería que ha lanzado este mes en España.

Sin embargo, los analistas han señalado en diversas ocasiones que tiene que ir todavía más allá en su estrategia puesto que la Coca-Cola clásica supone todavía un 70% de sus ventas. Una gran dependencia si se tiene en cuenta que es el ejemplo que se pone habitualmente cuando se lanzan tasas o impuestos a las bebidas azucaradas. Los expertos, de hecho, señalan que James Quincey, quien asumirá en mayo el cargo consejero delegado de la multinancional, tiene como principales tareas la consecución de una menor dependencia de su bebida clásica.

El caso de su principal competidora, PepsiCo, es algo distinto. Al contar también con alimentación, el peso de su referencia de cola tradicional no es la misma. Pese a ello, los analistas también presionan a la compañía para que cambie su estrategia. En su caso, el 25% de sus ventas en el pasado ejercicio ya procedieron de referencias “saludables”. En otoño anunció su intención de que en 2025 el 66% de sus productos tuvieran menos de 100 calorías por azúcar añadido por cada 35 centilitros.

Las compañías de bebidas buscan con esta reducción del citado ingrediente adaptarse no solo a las nuevas inquietudes de los consumidores sino también a los impuestos. El mero anuncio de la tasa en Reino Unido, por ejemplo, ya motivó a distintas empresas a reducir su uso, con el fin de quedarse por debajo del límite a partir del cual se gravaría el refresco. Fue el caso de Suntory, quien informó que rebajaría en un 50% el azúcar en sus referencias, o de Tesco, que redujo los niveles en los refrescos de su marca blanca.

Más allá de las bebidas, las empresas de alimentación, aunque todavía menos señaladas por las medidas fiscales de los Gobiernos, también están moviéndose hacia nuevas estrategias de producto. La mayor de las empresas del sector, Nestlè, anunció hace unos días la reducción de 18.000 toneladas de azúcar hasta 2020, lo que supone una rebaja del 5%. “Cuando uno de cada tres niños tiene sobrepeso, es evidente que tenemos que esforzarnos en alternativas saludables”, señalaba Marco Settembri, vicepresidente ejecutivo de la compañía. La compañía suiza anunció además el pasado otoño el hallazgo de un método para reducir en hasta un 40% el contenido de azúcar en sus chocolates sin cambiar el sabor.

Otras grandes compañías, como Mondelez, no han basado su estrategia en reducir el contenido de azúcar en sus productos sino en una mayor diversificación, incluyendo en su portafolio productos menos expuestos a la presión social y fiscal. En concreto, la compañía confía en que la línea de productos “mejor selección” (que se refiere a las referencias más saludables) alcancen el 25% de los ingresos en 2020. Los analistas creen que estos objetivos pueden llevar a la empresa a participar en fusiones y adquisiciones para incluir nuevas marcas de dulces saludables.

A la espera del impuesto en España

México, Francia, o algunas ciudades de EE UU han sido los primeras Administraciones en implantar tasas a las bebidas azucaradas. El último de los países europeos en anunciar la llegada de esta medida fue España. En diciembre, el Consejo de Ministros anunció que gravaría los refrescos.

El impuesto fue incluido en un paquete de medidas que el Ejecutivo remitió en diciembre a Bruselas ante las exigencias de las autoridades comunitarias para que España buscara opciones para reducir el déficit público.

El impuesto a las bebidas azucaradas está llamado a recaudar en torno a 200 millones de euros anuales. Se presentó a la vez que se anunció la subida de impuestos al alcohol y al tabaco. Sin embargo, mientras que aquellas dos medidas sí entraron en vigor, el gravamen a los refrescos no ha sido aprobado ni desarrollado en estos tres meses. Su desarrollo por parte de Hacienda se encuentra en fase de estudio.

La medida provocó el rechazo de Anfabra, la patronal que engloba a las marcas de refrescos en España. La organización criticó que la medida se anunció sin interlocución con la industria. Según dicha asociación, el azúcar ya se ha reducido en un 23% en una década en este país.

También los remolacheros se mostraron preocupados por la imposición de la medida. Las organizaciones agrarias criticaron que el impuesto sobre el azúcar llegaba en un momento en el que el sector sufría el impacto del fin de las cuotas comunitarias y defendieron que este ingrediente debe formar parte de una dieta equilibrada.

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