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Política monetaria

El déficit comercial de EE UU reabre la batalla de las divisas

Los gobernadores del BCE y del Banco de Japón rechazan las acusaciones de Trump de manipulación del cambio

Evolución de la cotización de las divisas en 2016
Carlos Cortinas

Desde que fue nombrado presidente de EEUU el pasado 21 de enero, Donald Trump ha acusado a China, Japón y Alemania de manipular el mercado de divisas para devaluar sus monedas, lograr ventajas competitivas (una divisa depreciada abarata las exportaciones) y sumar abultados superávit comerciales (mide la diferencia positiva entre exportaciones e importaciones) y por cuenta corriente (mide las transacciones entre residentes y no residentes que se producen como consecuencia del intercambio de bienes y servicios, del cobro o pago de rentas de inversión o por transferencias).

La advertencia de Trump al resto de grandes naciones exportadoras aventuraba una guerra de divisas que las estadísticas de cierre de 2016 también pronostican. El déficit comercial de EEUU superó los 502.300 millones de dólares (472.000 millones de euros), lo que supone la cifra más alta desde 2012. Y los tres países que supuestamente han tenido más peso en el crecimiento de ese saldo negativo han sido China, Japón y Alemania, que son los que supuestamente más se han beneficiado de la devaluación de sus monedas, según la interpretación de Trump.

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El mayor desfase se produce con China, ya que vende a EE UU 435.000 millones de euros en bienes y servicios y compra por 109.000 millones de euros. Un déficit de 326.000 millones que se debe fundamentalmente a las compras que realiza EE UUpara proveerse de telefonía móvil, ordenadores y material tecnológico fabricados a coste bajo en China. Sin embargo, el desfase comercial estadounidense con China, que llevaba creciendo de forma ininterumpida desde 2009, cayó un 5,5% el pasado ejercicio como consecuencia de las menores compras de productos agrícolas. Las autoridades estadounidenses lo achacan a la depreciación de la divisa china frente al dólar. Entre abril y diciembre, el yuan se depreció un 7,8% frente al dólar.

El segundo mayor déficit corresponde a Japón, con 64.500 millones de euros, aunque en este caso el factor monetario no ha tenido repercusión. La divisa japonesa se abarató con fuerza desde septiembre, aunque en el conjunto del año el resultado es prácticamente neutro. En este caso, Trump responsabiliza a la industria automovilística nipona de llevar a cabo prácticas comerciales injustas que desequilibran la balanza comercial bilateral a favor del país asiático. Ese asunto será uno de los prioritarios en la reunión que mantendrá en Washington el presidente de EE UU con el primer ministro nipón, Shinzo Abe, el próximo viernes, quién negó la pasada semana las acusaciones de manipulación. “No es cierto que hayamos provocado el abaratamiento del yen, ya lo he repetido muchas veces”, recalcó durante una intervención ante un comité de la Cámara Baja del Parlamento nipón. En su opinión, la política monetaria depende del Banco de Japón y responde al objetivo de dejar atrás el largo ciclo deflacionario de la economía nacional. “Le explicaré a Trump este extremo si es necesario”, precisó.

Alemania ocupa la tercera posición en la clasificación del déficit comercial con EE UU en 2016, al registrar un saldo negativo de 60.750 millones de euros. El Instituto IFO, que reúne a un grupo de reputados economistas, calcula que la locomotora europea acabó el pasado ejercicio con un superávit corriente que rozaría los 278.000 millones de euros en 2016, superando de nuevo (ya lo hizo en 2015) al de China (230.000) para convertirse en el mayor del mundo. En el caso germano, Trump hace suyas las reivindicaciones surgidas desde algunos organismos internacionales que reclaman al Ejecutivo de Merkel que reduzca el excesivo superávit de Alemania, estimulando la demanda interna y la inversión.

Pero si hay alguien que se mostró contrariado por las insinuaciones de Trump sobre la manipulación de la divisa fue el presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi. En un discurso ante la Comisión de Asuntos Económicos del Parlamento Europeo garantizó que la institución monetaria europea no manipula el euro para obtener ventajas competitivas frente a los socios comerciales. “En primer lugar, no somos manipuladores de divisas. En segundo lugar, las políticas monetarias que ejecutamos reflejan la posición distinta del ciclo de la zona euro y de Estados Unidos”, subrayó. El banquero italiano hizo uso de un informe del Tesoro norteamericano, fechado en octubre de 2016, en el que se afirmaba que Alemania “no manipula su moneda” y no cumple los tres criterios para “identificar una práctica monetaria desleal”. A su juicio, el superávit comercial de Alemania con EEUU no se basa en una ventaja competitiva del euro, sino a la mayor productividad de su industria.

La diferente evolución de las divisas en el primer trimestre del ejercicio será clave para conocer si Trump sube o baja el tono de su discurso. Los analistas coinciden en que confluyen demasiados riesgos geopolíticos que hacen difícil realizar un pronóstico preciso. John Hardy, jefe de estrategia en divisas de Saxo Bank, vaticina que “2017 podría ser una montaña rusa para el mercado de divisas, pues los riesgos políticos abundan en casi todas partes”. En cualquier caso, la más perjudicada, según todos los análisis, será el dólar. Las primeras estimaciones apuntan a una revalorización adicional de la divisa estadounidense, que podría acelerarse ante el cambio de sentido de la política monetaria de la Reserva Federal. El mercado descuenta que a la última subida de tipos de interés le seguirán al menos otras tres. “El dólar podría tocar techo en el primer trimestre o quizás en el segundo a medida que transcurra este año”, subraya Hardy. Desde Ebury recalcan que la mejor o peor evolución del dólar frente a otras monedas dependerá en exclusiva de que Trump aclare los tres puntos clave del programa con el que ganó las elecciones: bajadas de impuestos, gasto en infraestructuras y proteccionismo comercial.

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